El excandidato a la alcaldía de Medellín por el partido Centro Democrático, Alfredo Ramos Maya, quien es hijo del exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos Botero, investigado hace más de siete años por la Corte Suprema de Justicia por parapolítica, obtuvo el pasado 27 de octubre la segunda mayor votación para el cargo de alcalde de Medellín. El ser el segundo candidato más votado lo hace beneficiario de las prerrogativas que fueron consignadas en la Ley 1909 de 2018, conocida como Estatuto de la oposición.
El estatuto de la oposición era una promesa inconclusa de la Constitución Política de 1991, sin embargo tras 27 años y 12 intentos fallidos de que fuese expedido desde 1993 hasta 2011, solo fue hasta el 25 de abril de 2018 que por medio del mecanismo del fast track el Congreso logró generarlo para que fuera sancionado por el expresidente Juan Manuel Santos.
El estatuto solo fue posible gracias al acuerdo de paz al que llegó el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc-Ep, en donde al observar las reformas necesarias para garantizar la participación en política era crucial que existiera un estatuto que contuviese una serie de garantías para las organizaciones políticas que decidieran declararse en oposición al gobierno nacional, departamental, municipal o distrital.
Resulta más que curioso que en la tarde del martes el excontendor a la alcaldía de Medellín decida aceptar la curul que le da el estatuto por haber sido el candidato que seguía en votos al ganador de la contienda, Daniel Quintero Calle, alcalde electo. Manifestó Ramos que “claro que seré concejal de Medellín”. Evidentemente tiene derecho a serlo, pero muchos hubiésemos esperado que fuera consecuente, al menos con la postura de su partido frente al acuerdo de paz y sus consecuencias.
El Centro Democrático realizó una férrea oposición al acuerdo de paz, veían y ven en éste la entrega del país a una guerrilla, al comunismo (muchos aún dudamos que hayan leído a Marx), o a la categoría cretina de “Castro Chavismo”, mintieron en su campaña en contra del plebiscito, sacaron a votar a la gente “verraca”, tal como lo confesó el gerente a la campaña del no y excandidato a la alcaldía de Medellín, Juan Carlos Vélez, mintieron sobre el acuerdo, y aún después de su refrendación en el Congreso, no han descansado para lastimarlo, frenarlo, modificarlo o en palabras de algunos partidarios de dicho partido, “volverlo trizas”.
Dentro de cierta ensoñación hubiese esperado que el candidato del Centro Democrático se abstuviera de beneficiarse de la consecuencia de un acuerdo “castrochavista”, guerrillero y homosexualizador, pero no, la aceptó, y repito, está en su derecho, así como nosotros en él de decirle que su curul se la dio la paz y que no estaría para nada mal, aunque no pasara, que comenzará a honrarla.