¡Señales de humo...!
Opinión

¡Señales de humo...!

Por:
agosto 05, 2013
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Con cuentagotas la burocracia de las Farc comenzó a lanzar señales de humo, más consecuentes con lo que se espera de ellas en La Habana.

Les ha llegado el momento de dar la cara ante sus víctimas y pedirles perdón por la responsabilidad que les cabe por sus desafueros. Deben hacerlo no como un simple requisito, sino como una obligación que debe nacer del corazón y de la grandeza de quienes se equivocan; vale decir perdón cuando hay cabida a completas verdades, a la justicia, la reparación y compromiso de no repetición; de lo contrario sería una escena intrascendente.

El presidente Santos ya dio el primer paso, reconociendo públicamente las graves faltas del Estado colombiano en los más de cincuenta años de conflicto, hecho que significó para algunos opositores del gobierno, rasgar sus vestiduras, porque han considerado que el informe del Centro de Memoria Histórica ha sido sesgado, pese a que dicho informe lo elaboraron estudiosos que sirvieron al anterior presidente.

A estas alturas de las conversaciones, en medio de la interminable lista de peticiones de las Farc, entre otras que el Estado les financie canal de televisión, emisora, periódico, revista, y ante el usual comportamiento de la dirigencia de las Farc, planteo dos interrogantes que cualquier ciudadano posiblemente también le haría a las 2 orillas:

¿Por qué creer en el proceso?

Sigo convencido que es necesario terminar el conflicto armado porque es absurdo e inútil; porque de continuarlo, la guerra generará más dolor y destrucción, porque ha habido demasiado sufrimiento y derramamiento de sangre, porque en muchos rincones de Colombia y en el corazón de campesinos, indígenas, afros y de buenos ciudadanos, hay mil razones para la esperanza; porque millones de familias educan a sus hijos bajo el amparo de principios democráticos y cristianos para construir un mejor país; porque no solo con desarrollo económico, plomo y guerra, corregiremos el rumbo o lograremos las transformaciones necesarias.

Ante el uso de fórmulas con bajos dividendos para el bienestar de las comunidades rurales, es mejor cambiar las empleadas hasta ahora y buscar resultados en función del desarrollo humano y de la armonización de la sociedad colombiana. Se debe creer en el proceso porque somos un país dentro de un Estado Social de Derecho, que pese a sus imperfecciones es legítimo; porque se hacen importantes esfuerzos para profundizar la democracia; porque las instituciones siguen siendo garantes para que se cumplan las reglas que establecen dentro del territorio, la convivencia ciudadana, la solidaridad y el interés general.

Estoy seguro que sin las guerrillas, pese a los riesgos que genera la falta de respuesta rápida del Estado en las regiones donde se instalaron, se pueden construir mejores oportunidades para iniciar la transformación del país y fortalecer la institucionalidad que sostendrá los pilares de una paz estable, desde el anhelo legítimo de cada colombiano.

¿Por qué no creerle a las Farc de Timochenko?

Pese al principio de “nada está acordado hasta que todo esté acordado” y que las conversaciones avanzan dentro de la confrontación, los comportamientos de la burocracia de las Farc y de la guerrillerada de Timochenko en los campos y regiones rurales no cambian para nada; por el contrario, más leña echan al fuego y con la “bravuconada” de sus discursos, diluyen la esperanza de los colombianos que creen en las conversaciones.

La disyuntiva señala que es hora de encontrar un acuerdo que termine el conflicto con las Farc; pero ¿cómo creerles, si siguen reclutando y abusando de menores, sembrando minas, manipulando comunidades, promoviendo los cultivos de coca, secuestrando, extorsionando, acumulando dinero mal habido, cometiendo crímenes a nombre de reivindicaciones sociales y convencidas que son la representación de un pueblo, que a la postre las quiere lejos de su territorio?

Las Farc deben ser consecuentes con la oportunidad que tienen por delante para terminar dignamente este capítulo de su historia, no pueden perder más el tiempo guardándole fidelidad a unos principios que no se practican en los países de donde tomaron sus dogmas.

Las actuaciones de las Farc invitan a mirarlas con incredulidad. Se comprende que buscan elevar el costo político del proceso, para obtener la mayor tajada dentro de sus máximas aspiraciones con estrategias de negociación; se entiende que deben enviar un mensaje de fortaleza a su guerrillerada, pero es inútil exponer un lenguaje que nada bien le hace a la opinión de los colombianos.

Por ahora, sigue la incertidumbre ante las señales de humo y cuentagotas de parte de las Farc; los colombianos tiene la opción de definir cuál de las 2 orillas tomar: si creer en el proceso y apoyar con más decisión esta opción que bien le hace a la nación, o seguir sin creer en las señales de las Farc y prepararnos para prolongar la guerra.

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