RED+ Noticias protagonizó un vergonzoso hecho de señalamiento a quienes ejercen el derecho a la protesta, llamando “encapuchados presuntamente armados” a vecinos que reclamaban vivienda digna. La estigmatización es el paso previo a la violencia contra líderes sociales, que ya dejó decenas de muertes este año.
Grave contexto que exige responsabilidad
Entre 2016 y 2017 han sido asesinados en campos y ciudades al menos 186 líderes sociales, según el registro de la Defensoría del Pueblo de Colombia. Esta oleada de muerte, que tiene como blanco a la sociedad civil organizada, pone en tensión las verdaderas intenciones de paz de ciertos sectores; pero además cuestiona la capacidad del Estado de garantizar la vida de sus habitantes.
La solución política al conflicto armado de más de 60 años en Colombia implica un gran reto, no solo para el Estado en cuanto a su capacidad de garantizar la vida e integridad de los habitantes del territorio, sino también para otro conjunto de grupos sociales que históricamente han tomado partido en el conflicto. Dentro de estos otros sectores no armados, están los medios masivos de comunicación.
El fin del conflicto armado con las insurgencias debería generar un proceso de apertura democrática en donde la voz de la sociedad civil organizada tenga una voz protagónica, que sus justas demandas tengan eco en la opinión pública y no sea nuevamente blanco de señalamientos de ningún tipo que deslegitime sus propuestas y exigencias.
Comunicación para la paz
Históricamente, las organizaciones sociales han sido objeto de señalamientos por parte de la prensa, desdibujando sus luchas por supuestos nexos con la insurgencia. Hecho que no es accidental ni mucho menos ingenuo. Un artículo reciente de Lanzas y Letras pone en evidencia la estrecha relación entre los poderes económicos y los medios masivos de comunicación (Leer: “Medios de comunicación en Colombia: las transformaciones que hacen falta”).
Esta relación pone de relieve un debate, quizás dos:
- Por un lado, la urgente necesidad de que el llamado posacuerdo amplíe la posibilidad para que nuevos ejercicios periodísticos (independientes de los medios corporativos y empresariales) tengan lugar y acceso a insertarse en la circulación masiva; las iniciativas comunicacionales alternativas deben contar con incentivos, acceso a infraestuctura y garantías para ejercer su tarea.
- El segundo debate, quizá más profundo: que la sociedad pueda ejercer algún tipo de control sobre los medios masivos de comunicación, sobre los intereses que expresan y su responsabilidad a la hora de cubrir movilizaciones y luchas sociales, signos de vitalidad de una sociedad activa en el reclamo de sus derechos. Más allá de los acuerdos de las insurgencias, el movimiento social seguirá ejerciendo el derecho a la protesta social, y cualquier dinámica de pos-acuerdos debe contemplar las garantías para ese ejercicio. Los medios no son ajenos a esas responsabilidades y obligaciones.
Estos debates solo podrán ser impulsados por la articulación, el encuentro y la movilización de sectores democráticos, movimientos sociales, medios alternativos, colectivos de comunicación, diseño y arte urbano que hacen vida en los campos y ciudades del país. Esos sectores son los que, como parte del ejercicio democrático, día a día intentan mostrar lo que ocultan los grandes medios, desenmascarar las verdaderas intenciones de los empresarios que, tras grandes sets de producción, spots publicitarios y descreste audiovisual, ponen en circulación mensajes guerreristas y de odio que reproducen la cultura de muerte que en este país ha sido reproducida mecánicamente por una sociedad acrítica a lo que los grandes medios muestran.
Es hora de ir poniendo fin a esa maquinaria ideológica de guerra. La desinformación que provoca RED+ Noticias sobre la protesta de vecinos desalojados no solo es manipulación ideológica, es además una forma directa de poner en riesgo la vida de las personas, de profundizar un conflicto y promover nuevas víctimas que debamos lamentar.
Quienes construimos cotidianamente medios alternativos de comunicación invitamos a un debate abierto, franco y democrático para seguir reflexionando sobre estos temas. Debemos encontrar rutas que permitan fortalecer una comunicación popular en el país y el continente, que le de voz a las luchas de la gente en los territorios, que prefigure una comunicación que ponga freno a los promotores del conflicto, una comunicación para la paz.