La sentencia C141 de 2010 regula la constitucionalidad de ley que convoca un referendo. Con su movimiento “Firme por papá y mamá”, Morales juntó más de dos millones de votos, perdón, de firmas, bajo la premisa de que las parejas heterosexuales fueran las únicas que pudieran adoptar en Colombia, porque, obviamente, son la única familia como dios manda. Hasta ahí, jurídicamente, está en su derecho. Ahora bien, durante los dos debates que fueron largos, agresivos, intolerantes, medievales, faltos de cientificismo y llenos de suposiciones, el Senado aprobó la vuelta. Sin embargo, y ahí está la primera tarjeta roja, se incluyó a hombres y mujeres solteros para la prohibición de adoptar. Que quede claro: quienes firmaron para este proyecto, lo hacían para prohibir a las parejas homosexuales, nada más. Esta situación está en incumplimiento con el debido proceso, pues Morales modificó el contenido de la petición en pleno debate. Ahora en marzo, toca que la Cámara de Representantes dé el visto bueno, y listo. El pueblo elige. De ahí, gracias al Hombre, la Corte Constitucional le da luz verde o no. Y será el no.
Dice Morales que todo esto lo hace para proteger los derechos “sagrados” de los niños. Sagrado es un término religioso y hace mucha bulla cuando es utilizado en otro ámbito. Pero entendamos que Morales estuvo casada con el Reverendo Luis Gutiérrez y, de pronto, de ahí este término. También, seamos sinceros, su formación es muy religiosa: educación primaria con monjas religiosas españolas y luego a la Universidad del Rosario. Amén. Pero volvamos a los niños. Si tanto quiere proteger sus derechos, ¿qué ha hecho la Senadora para mejorar las normas del ICBF y que un menor no pase meses y años en las instituciones de aquí para allá, para que los más de cinco mil adolescentes encuentren un hogar antes de cumplir la mayoría de edad y ser desechados por el Estado? No la hemos visto juntar firmas para eso. O haciendo campañas para que las parejas heterosexuales adopten. O algún programa para niños desamparados. Nada de eso.
"Es que los niños deben tener una familia tradicional, la Biblia lo dice". No, la Biblia no dice eso. El primer precepto que aparece habla de fructificad y multiplicarse. No menciona la palabra familia. De hecho, Abraham tuvo su primer hijo con su concubina y luego su favorito Isaac con su esposa Sara. Muy tradicional ¿no? Isaac se casó con su prima Rebeca. Jacob tuvo dos esposas simultáneamente. Noé borracho y su hijo Cam mirón. Podemos seguir, pero, está bien, volvamos a los niños. En Deuteronomio (capítulo 21, versículos 18 al 21), se describe el posible apedreamiento que un niño debe sufrir hasta morir por ser contumaz y rebelde. Sí, la Biblia relata que un padre debe entregar su hijo a ese martirio. Imagino que la Senadora leyó ese pasaje. ¿Qué quiero decir con todo esto? Es poco ético y profesional usar la Biblia como argumento jurídico, no por su falta de pruebas o veracidad, sino por su manipulación y relativismo. Morales elige los versículos que ella desea, manipulándolos para crear una división entre creyentes y homosexuales. Como si eso no pueda ir de la mano. Pero todo lo hace para “proteger” a los niños. Listo. Entendimos que a Morales no le gustan los gais ni lesbianas. Pero ¿de qué protegen a los niños, de ser homosexual? Claro, porque los homosexuales nacen de homosexuales.
En resumen, Morales dice hacer todo esto porque los derechos de los niños están primero. Sí, ahí estamos de acuerdo. Ya existe el artículo 44 de la Constitución política. Los derechos a un hogar con amor, con cuidado, responsabilidad y educación. Nada de eso es exclusivo de una pareja heterosexual.
Así que, Senadora Morales, use esos dos millones de votos, digo, de firmas, para sembrar amor y entendimiento. Para lograr que los cinco mil adolescentes encuentren hogar y para que, sobre todo, los niños de Colombia tengan un entorno de amor y cuidado.
