A pesar de estar cantada la presidencia de Arturo Char en el Congreso de la República, no deja de causar asombro y tristeza su llegada al cargo en mención, pues para una gran mayoría de la sociedad colombiana él no ha mostrado tener las competencias suficientes para ser siquiera senador, lo que hace sospechar que ha llegado al puesto gracias a su maquinaria mediática y al amiguismo político que tanto daño le ha hecho al país.
Sin embargo, el daño está hecho. La familia Char llegó a Bogotá y su misión es clara: busca ganar espacio a nivel nacional para las presidenciales del 2022, ya sea con Alejandro Char u otro aspirante, porque estoy seguro de que el uribismo y esta casa buscan gestar una candidatura conjunta en representación de la extrema derecha, que tan mal ha gobernado a esta Nación, pero que sin embargo vive culpando a la izquierda de los males que aquí ocurren. Muy curioso eso.
A pesar de eso, el honorable presidente del Congreso no la tiene fácil, pues tendrá una oposición férrea desde su propia ciudad, empezando por la mía, y también de todas las regiones de Colombia que en general lo conocen, saben de dónde viene y de qué es capaz.
Asimismo, tendrá que apretar su discurso para que sea más sólido y más cercano a la gente, también con más propósito y más incluyente, pero, sobre todo, más coherente, porque a los colombianos no se nos olvida con quien anda.
Los Char deberán entonces superar la prueba reina, que es nada más y nada menos que el ojo nacional de quienes estamos cansados de los políticos de cartón y de los apegados a los comunicados de prensa y no a la realidad del país.
Espero que Arturo sea consciente de su labor y de la responsabilidad que tiene en sus manos, ya que, así nos guste o no, representa en estos momentos a la región Caribe en una supuesta lucha por romper el centralismo, el mismo que su gente ha gestado con el apoyo político que le han brindado a Santos y a Duque en su momento.
Finalmente, señor Arturo, recuerde que en el Congreso no se canta, se legisla. Esperemos que no se ausente tanto como en otros períodos. Lo vigilaremos, lo cuestionaremos y alzaremos nuestra voz para que cumpla a cabalidad su labor, que es pagada con los impuestos de nosotros, los colombianos, esos mismos que dan los recursos para sostener la silla que usted ocupará de ahora en adelante.