“Yo tuve 10 hijos, con Rafael María, y el mayor fue Diomedes Díaz y crié a mis hijos con mucho sacrificio, gracias a Dios, jamás durmieron en el suelo, porque yo no le voy a decir que los tenía durmiendo en cama, pero si los puse a dormir en hamacas, y a todos les colgaba su hamaca” (Mama Vila).
Es bueno recordarle a los que pretenden tener a La Guajira como una región para lanzarle escupitajos que esta es la tierra del Almirante Padilla, del Negro Robles y, además, de Francisco El hombre. Es bueno también recordar que en los últimos 18 años el Cerrejón, entre impuestos y regalías, le ha dejado al país $ 18,5 billones y no ha sido por obra y gracia de la burocracia de la multinacional, sino por la explotación inmisericorde a que ha sido sometida la clase obrera, que trabaja de día y de noche. Un 27 de marzo de 2011, el periódico El Tiempo publicaba lo siguiente: “El gas natural que se produce en La Guajira, y que en su mayoría proviene de los pozos Ballenas y Chuchupa, abastece al 65 por ciento de la demanda nacional y es destinado a uso residencial, industrial y para la generación eléctrica. Y ha generado una transformación en varios sectores de la economía, que poco a poco dejaron atrás al gas propano”. Esta es la tierra del cantautor Diomedes Díaz, que en alguna canción dejó escapar aquella hermosa frase que enaltece su orgullo por ella: “Para mi Guajira… linda”.
El Estado colombiano no invirtió un solo centavo en la preparación artística y académica de el Cacique de La Junta, no movió un solo dedo para rescatarlo de un ambiente hostil, que fue propiciado por un flagelo que hoy tiene a Colombia contra la pared: el narcotráfico. Nunca fui capaz de verme la serie televisión Sin tetas no hay paraíso, me parecía muy perturbadora para mis hijas y para mi hogar, era repugnante. Hoy la alianza cultural traqueta de México y Colombia no respeta franja horaria para niños o jóvenes. Colombia es una sociedad permeada hasta la médula de los huesos por el narcotráfico, Petro lo ha repetido hasta la saciedad y lo ha expuesto con valentía en el Congreso, medios de comunicación y plazas públicas. Señor Gustavo Bolívar, usted mejor que nadie sabe la desgracia que ha significado para Colombia este flagelo, usted es un estudioso de este problema. No es fácil salir de esta podredumbre, al que agarra lo somete. Fíjate, que el ultimo mercado que se disputa el narcotráfico son las instituciones de educación pública, estamos hablando de niños, niñas y jóvenes. Y hay de aquel que diga algo al respecto… ¿Cómo vamos abordar este tema? Ya es una realidad.
El Cacique se equivocó en más de una ocasión, cuántos errores cometidos y cuántas lamentaciones… cuántos regaños de sus padres. Pero, con todo y eso, Diomedes es importante para el pueblo de La Guajira y la razón es que la música vallenata, la cultura del pueblo wayúu y el acumulado de la lucha social de este pueblo guajiro es lo único que percibimos que aún nos queda. El centralismo voraz y la corrupción imperante se lo han llevado todo. ¡Maldita sea! Jamás he criticado al jet set del interior del país cuando expresan una gran admiración por una cantidad de cantantes norteamericanos y europeos que sucumben ante la droga y se ven envueltos en macabras situaciones y aun así no dejan de escuchar su música y le profesan una gran admiración.
Al pueblo guajiro le gustaría ver a Gustavo Bolívar dando un gran debate en el Congreso de la República sobre la última canallada que se gesta en contra de los intereses de este pueblo: la implementación del fracking. Esta sería la última estocada al corazón de un pueblo honesto y valiente. Colombia, nuestro país, no es cualquier pendejada, ahí está un sector del pueblo en la calle apoyando a Álvaro Uribe …el hombre del terror. Colombia, un país que ayer pensaba que la paz estaba cerca y nos seguimos moviendo en la dinámica de una guerra inagotable, cruel, lastimera.