Sí, me refiero a mi ciudad, a Popayán. Cuna de pensadores, presidentes, destacados juristas y personalidades de talla internacional. Pero... ¿De qué nos ha servido si siempre son los mismos? Es difícil no hacer juicios de valor a sabiendas de que toda la vida en lo que concierne a Popayán ha estado en manos de gente irresponsable y oportunista, esa gente de la élite rancia.
Popayán, Popayán. Siempre fue protagonista desde
su aparición por el también fundador de Cali, Don
Sebastián de Belalcázar. La apodan en el mundo
entero como La Jerusalén de América, la Ciudad
Blanca, La Culta, La Fecunda, La Procera, entre
muchos otros más apelativos. ¿Cómo no querer una
ciudad con tanta historia? Desde luego Popayán
tiene muchísimos y destacados aspectos como su
comida, su arquitectura, su inigualable clima, sus
calles pequeñas y su centro histórico (El lector está
cordialmente invitado). Pero hay algo con lo que siempre he estado en desacuerdo: el dominio enfermizo y manipulador de las élites añejas sin identidad. Es imperativo entonces hacer un recuento histórico del porqué de mi postura frente a ese mal tan arraigado a mi ciudad. El lector al final del artículo sacará sus propias conclusiones.
Es bastante difícil de entender el porqué de la pérdida de protagonismo de Popayán. Pasamos de ser la gran capital del sur occidente, encargada de regir las actuales regiones como la Amazonía, la Orinoquía, todo el eje cafetero, la zona pacífica y la región en donde se trifurca la cordillera de Los Andes. Fuimos la gran capital del catolicismo, ese catolicismo que justificó la existencia del sistema de castas, la legitimación del esclavismo y la dominación política por medio de la evangelización. Pero Popayán, fue extremadamente Realista. Fieles a la Santísima Virgen y a todos los imaginarios católicos españoles. Y a posteriori, Popayán se volvió la más libertadora e independentista. Es por eso que en la “Ciudad Blanca” hubo una crisis de identidad. El imaginario colectivo se destacó por tener una identidad intermedia caucana, un republicanismo aristocrático y autonomista y finalmente un racismo encubierto. En el Cauca era habitado por un gran número de comunidades indígenas del altiplano y el macizo colombiano. Asimismo por grupos afro de los valles del Patía, el Cauca y el litoral Pacífico.
Como lo mencioné anteriormente, la Gobernación de Popayán tuvo severas fracturas en la unidad política y territorial frente al nuevo enfoque independentista. Promovido por hombres visionarios y letrados. Algo que iba en contravía del imaginario conservador y realista de la Gobernación. Gracias a este factor y a muchos otros aspectos, se dio una nueva regionalización en materia de geografía política. Cali y las Ciudades Confederadas del Valle jugaron un papel crucial en la causa independentista y republicana. Pasto y las provincias del sur se autodenominaron “realistas” y fueron la mayor parte de los tiempos fieles a la corona. Y bueno... Finalmente la Ciudad de Popayán quedó relegada, perdió su preponderancia regional y se limitó a una ambigüedad entre el proyecto patriota y la lealtad al Rey.
Los dirigentes de Popayán, fueron castigados de manera vehemente por los líderes y habitantes de las regiones descuidadas por la gobernación. Se quejaron de una falta de liderazgo, aislamiento. Esto generó una gran diferenciación y una impajaritable fragmentación interna, lo que conllevó a la creación y consolidación de los departamentos del Valle del Cauca y Nariño.
Cali y las ciudades confederadas ya no dependían ni del imaginario payanés ni de su jurisdicción. En estos territorios en los cuales hoy habitamos, se dio una transformación de identidad local a una identidad mayor. Los habitantes rechazaron tajantemente el centralismo enfermizo payanés y se fortaleció el empoderamiento de las élites locales y sectores populares en la administración de la región. Si bien esta región concibió una provincia con autonomía, siguió reproduciendo el conocido esquema centro – periferia.
Al mismo tiempo, el proyecto pastuso buscó a toda costa el reconocimiento por los servicios a la Corona Española. Se dieron múltiples peticiones al Rey y su estrategia final era independizarse completamente de La Nueva Granada. Fueron siempre la excepción, su iniciativa era establecer a Pasto como centro político realista de la Gobernación. Asimismo, buscaron siempre migrar hacia un proyecto político y económico alterno.
¿Y qué pasó con Popayán? Pues la evolución aristocrática esclavista como la de Obando optó por escoger el camino del independentismo para al menos mantener cierto tipo de control territorial y desde luego con miras a beneficiar a la sociedad colonial. Con lo anterior establecieron un orden social, político y patrimonial plasmado en la constitución de 1814. Popayán se adhiere al republicanismo con los privilegios coloniales.
En Popayán existe todavía el famoso Puente del Humilladero. Ahí desfilaron los esclavos que se vendían al
mejor postor. Les revisaban las dentaduras cual bestia
caballar. El papel que jugaron los esclavos fue crucial, la importación de negros procedentes del continente africano
fue efectuada por las grandes potencias europeas colonizadoras en América. El reclutamiento de negros por
parte tanto de realistas como de patriotas fue contestado
con la resistencia, la huida y el control de minas por parte los africanos.
Popayán, Popayán. Ciudad blanca tan descuidada por sus dirigentes. Abandonada por el Gobierno Central y poco valorada hasta por sus propios hijos. Nostalgia da analizar cuán grande fue la ciudad, lo limpia, lo prospera, lo productiva. Los payaneses somos y fuimos víctimas de esa élite rancia, sin identidad. Que lo único que busca es prosperidad para sus terruños, sus haciendas, sus familias y sus pasos en la Semana Santa en los meses de marzo o abril. Esa costumbre de salir por las calles de paredes blancas, demostrando superioridad frente al pueblo... Esa costumbre inaceptable de lucirse cual seres infinitos a sabiendas que son sólo unos seres mortales sin decencia alguna. Amo Popayán, amo a mi ciudad, esa que me vio nacer pero repugno a sus dirigentes, esos... de la élite rancia, la de siempre.
