Se veía venir, pero cuando sucedió conmovió al país: Semana, la revista de Colombia, porque nadie la reemplaza, perdió su alma. Lo que queda solo genera desasosiego en esos colombianos que la tenían como referente para entender lo que no era obvio para la mayoría. La razón es muy clara porque el alma de un medio de comunicación la dan sus periodistas, aquellos que durante décadas demostraron su compromiso con la verdad, con la seriedad en la información y en los análisis, con su responsabilidad de decir lo que la sociedad colombiana necesita conocer y entender. Eso no se reemplaza fácilmente y menos cuando se tiene a la cabeza una persona como Vicky Dávila que no representa ese tipo de periodismo. El sensacionalismo, el escándalo diario que es parte de su ADN, es otra cosa que vende, pero no reemplaza el alma que tenía esta revista.
El problema no es que se acabe la revista física y se sustituya por un medio virtual; el problema es la calidad y tipo de periodismo que ofrecerá Semana en esa nueva versión. Como el problema no es solo que este medio sea un negocio rentable, lo que parece ser la mayor justificación para este cambio, sino que cumpla esa noble misión del verdadero periodismo, las explicaciones que se han ofrecido por su dueño no son las que el país requiere. Con mucha pena, pero esa esa es la verdad. Que vendrán nuevos periodistas, sin duda y algunos muy buenos, también puede ser cierto, pero como el objetivo es otro, el alma de Semana no se recuperará.
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Vendrán nuevos periodistas, sin duda y algunos muy buenos, pero como el objetivo es otro, el alma de ´Semana´no se recuperará
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La gravedad de esta pérdida es evidente porque Colombia vive momentos muy difíciles. Algunos comunes con el resto del mundo por esta pandemia que no cesa y cuyo futuro se desconoce. Pero tenemos dramas propios entre ellos esta polarización absurda; esta interpretación tan amañada de lo que significa el poder; esta debilidad innegable de un gobierno sin norte; de unos funcionarios públicos que declaran cosas contraevidentes. En fin, un debilitamiento de nuestra democracia y una carencia de verdaderos líderes que construyan sociedad y no la destruyan como parece ser el objetivo de algunos.
Todo eso en medio de una Colombia que se está empobreciendo aun más de lo que era sin que se vea en el horizonte un freno a esta crisis. Por fin las autoridades económicas se están bajando de la nube de optimismo que tenían y reconocen cifras más graves de las que vendían, pero es tarde porque sus estrategias en curso partieron de datos no realistas sobre la situación crítica de amplios sectores. Era el momento de que esa Semana con alma, ayudara no solo a entender lo que sucede sino a recoger de todos los sectores ideas para enfrentar esta dura realidad.
Pero además, la verdad es que esta Semana sin alma tiene otra característica, su falta de independencia frente al Centro Democrático y frente al gobierno. Esto le quita totalmente objetividad especialmente cuando su cúpula actual ha demostrado su incapacidad de guardar la mínima distancia frente a quienes ostentan el poder político. Estamos llenos de medios de comunicación sin independencia y ahora se consolida esta tendencia, pero de manera mucho más clara. Quienes quedaron al mando Semana ni siquiera disimulan su entrega a uribismo.
PD: no veo al exdirector de Dinero, Carlos Enrique Rodríguez, ahora bajo el mando de Vicky Dávila, siguiendo esa línea y por ello mi pronóstico es que durará muy poco en esa posición, no por que le pidan el puesto sino porque no creo que comparta las nuevas directrices.
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