El fotógrafo del parque despertó una mañana con su oficio en vías de extinción. Nadie le avisó que cada día serían menos las sonrisas que retrataría en las tardes bajo el sol. Los billetes de baja denominación se convirtieron en monedas de alto cuño pero monedas al fin y al cabo que sumaban en su bolsillo pero restaban a la hora de llenar el plato a la hora de almorzar. El fotógrafo esperó frente a la estatua del parque como cada día y terminó por convertirse casi en una estatua más que quedó en el fondo de una autofoto que llevó de recuerdo el turista. La tomó con la cámara de su teléfono que a veces le sirve también para llamar.
Autofoto. Sí, autofoto o selfie —en inglés— es la palabra del año 2013 para el diccionario Oxford. Un neologismo capaz de describir y contener una época. Ya es imborrable la imagen de los mandatarios Barack Obama, David Cameron y Helle Thorning Schmidt todos sonriendo para el iphone durante el funeral de Mandela. ¿La habrán subido al Facebook de EE. UU. Reino Unido o Dinamarca? De selfies, autofotos, está lleno el reino de las redes (sociales) en las que hasta el hombre araña puede perderse. El famoso publica selfies para estar más cerca de sus fans —dice— y también para señalar que es un poquito humano como los demás con su ventana expuesta de intimidad. El desconocido toma la autofoto para decir estoy aquí. En el concierto el público da la espalda al cantante y usa al artista como telón de fondo, nada más. La vida es solo un background, un paisaje incidental, algo que olvidamos ver con nuestros propios ojos porque es preferible la constancia selfie de que algo sucedió mientras no miramos antes que haberlo visto.
Alguien se tomó demasiado en serio eso de que una imagen vale más que mil palabras y creyó que no podía contar una historia sin su teléfono pasando fotos en la palma de su mano.
A veces parece que todo el legado al que aspiras es a dejar detrás de ti una autofoto que no volverás a mirar. Nos preocupamos más por dejar una evidencia que por marcar una huella.
Claro que una autofoto es un autorretrato y los autorretratos son tan antiguos como el arte mismo pero, a la vez, la autofoto es algo más que esto: es una señal de los tiempos que vivimos como quedó visto en la portada del New York Post que dio su primera plana a la selfie de una chica que sonreía a su teléfono para postear en instagram su visita a N.Y. con el puente de Brooklyn atrás en el momento justo en que alguien saltaba al suicidio desde aquella estructura. Sonrisa y salto en el mismo cuadro, inmortalidad.
Somos el coro y el solista de nuestra propia canción. Una música en la que toda la audiencia tiene un solo nombre: yo.
No son cámaras, son espejos. Nuestro canon contemporáneo es la anatomía de uno mismo. El calendario de una época afina las manijas del reloj, escucha el tic tac, es la hora de Narciso.
@lluevelove