Recientemente las noticias han dado cuenta de la muerte de niños por desnutrición en la Guajira, entre otros departamento con el artículo Colombia, un país donde los niños todavía se mueren de hambre , publicado por la Revista Semana el 3 de febrero del 2016. Hace unos meses también había ocurrido esta tragedia en el Chocó y en diferentes comunidades indígenas de la Orinoquia y el Cauca.
La crisis alimentaria en Colombia no está ni centralizada ni es “epidémica”, es endémica. Y no es un fenómeno de ahora sino que ha ocurrido por décadas. La misma Revista Semana titulaba en octubre de 2009 En Colombia los niños todavía mueren por hambre . Paradójico, casi el mismo titular con casi una década de diferencia.
La Encuesta Nacional de la situación nutricional en Colombia (ENSIN 2010) nos dijo que el 42,7% de los hogares colombianos está en inseguridad alimentaria (38,4% Urbano y 57,5% en el campo). Pero departamentos como Atlántico, Bolívar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Putumayo, Cauca, Sucre y Chocó rondan el 60%. La región Costa Atlántica estaba en 58.5% en promedio, eso ya se sabía hace años (ENSIN 2005).
Cada Día Mundial de la Alimentación se revelan cifras que en el fondo han cambiado muy poco y son rápidamente olvidadas por otros sucesos noticiosos. En 2014, El Tiempo reveló una escalofriante cifra: El hambre golpea a 11,4 por ciento de colombianos , mientras que El Espectador señalaba hace un año que “Colombia es un país que nada entre oleadas de paradojas: mientras aspira a ingresar al club de los países ricos, OCDE, […] en su territorio muere cada 33 horas un menor de cinco años por hambre. La cifra es del Instituto Nacional de Salud”.
El tema del hambre es atractivo durante las campañas políticas, pero luego queda relegado a mínima revisión por los gobiernos y los entes de control. El hambre se “ha vuelto paisaje, mencionaba El Tiempo, en octubre del 2014 y lo más terrible es que muchas de las campañas políticas ni siquiera lo consideraron en esta oportunidad.
Diferentes organismos internacionales liderados por la FAO han definido la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) de la manera que fue adoptada por el documento Conpes Social 113 de 2008, es decir: “La disponibilidad suficiente y estable de alimentos, el acceso y el consumo oportuno y permanente de los mismos en cantidad, calidad e inocuidad por parte de todas las personas, bajo condiciones que permitan su adecuada utilización biológica, para llevar una vida saludable y activa”.
El Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional 2012-2019, afirma que “Ésta definición reconoce el derecho de la población a no padecer hambre y a tener una alimentación adecuada y pone en evidencia los ejes que conforman la política […]
1. Disponibilidad de alimentos
2. Acceso
3. Consumo
4. Aprovechamiento o utilización biológica de los alimentos
5. Calidad e inocuidad de los alimentos
El Estado de Derecho colombiano, en el artículo 44 de nuestra Constitución Polític,a establece como “derecho fundamental de los niños” “la alimentación equilibrada”, el artículo 43 establece que la gestante “Durante el embarazo y después del parto gozará de especial asistencia y protección del Estado, y recibirá de éste subsidio alimentario si entonces estuviere desempleada o desamparada”, el artículo 46 dice que “El Estado, la sociedad y la familia concurrirán para la protección y la asistencia de las personas de la tercera edad […] y el subsidio alimentario en caso de indigencia” y el Articulo 65 asegura que “La producción de alimentos gozará de la especial protección del Estado. Para tal efecto, se otorgará prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales, así como también a la construcción de obras de infraestructura física y adecuación de tierras” y “De igual manera, el Estado promoverá la investigación y la transferencia de tecnología para la producción de alimentos y materias primas de origen agropecuario, con el propósito de incrementar la productividad”, lo anterior sin hacer una exhaustiva revisión de nuestra carta magna.
Sin embargo, no todas las noticias son desalentadoras, aunque la mayoría lo sea. Medellín redujo del 58 al 53% el índice de inseguridad alimentaria en cinco años, como lo señalaba El Colombiano en octubre de 2015 y además de asegurar, un mes después, que la capital de Antioquia es la primera ciudad en Colombia que cuenta con una Unidad de Seguridad Alimentaria y Nutricional que fue creada en 2009.
En Bogotá y Cundinamarca hace años no muere un niño por desnutrición (Datos oficiales de la Alcaldía y la Gobernación). Lo anterior debido probablemente a la aplicación parcial de Planes estratégicos de SAN o por lo menos planes de Abastecimiento de Alimentos estructurados en sus regiones aledañas.
En el pacto de Milán (Pacto de política alimentaria urbana de Milán, 15 de octubre de 2015), apenas por Colombia fueron signatarias únicamente Bogotá y Medellín (Pacto de Milán), es decir los responsables de la SAN de esas ciudades fueron a Milán y firmaron el pacto, asumieron los siete compromisos con la alimentación Urbana, con enfoque Ciudad - Región, complementarios a los Objetivos del Milenio de la ONU y el Marco estratégico de Acción compuesto por 37 orientaciones.
Los grupos poblacionales más afectados por el hambre, según el Programa Mundial de Alimentos (2014), han sido los indígenas, los afrodescendientes, mujeres y niños, pero datos recientes de Medellín incluyeron a las madres gestantes y a la tercera edad (Perfil de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Medellín. 2015). De los indigentes, no hay datos.
Ante este panorama desolador ¿Qué pueden hacer los gobiernos locales? Primero: Planes de desarrollo que incluyan la problemática. Si esto no ocurre en los restantes cuatro meses, no se podrían hacer inversiones ni gastos relacionados con temas que no queden en dichos planes.
Esos planes deberán incluir por lo menos:
• Medir el nivel de hambre. La escala ELCSA (Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria) permite establecer una línea base del hambre para medir el impacto de las políticas.
• Tomar medidas de asistencia inmediata a la malnutrición con énfasis en poblaciones vulnerables.
• Determinar la canasta real (lo que la población está consumiendo) y la recomendada (lo que los nutricionistas establezcan que la población debería consumir) y procurar la migración de las costumbres alimenticias hacia la canasta deseada.
• Planear el abastecimiento de esos alimentos de las dos canastas (considerando el aumento de la población y el cambio de hábitos) a plazos largos en territorios cercanos a las ciudades (enfoque Ciudad Región) con el enfoque de asegurar el abastecimiento interno y “exportar los excedentes”. Por ejemplo, para una población como la de Bogotá, cercana a los ocho millones de habitantes, si en promedio un habitante se come una papa de 80 gramos al día, se requerirían 640 toneladas de papa al día, o sea 233.600 toneladas al año. Si se produjeran 15 toneladas de papa por hectárea al año, Bogotá requiere asegurar casi 16.000 hectáreas exclusivamente para la ciudad, pero la tierra tiene que descansar o por lo menos rotar, tal vez en una proporción de tres veces lo cultivado, es decir dos hectáreas descansando por una produciendo, esto si se quiere producir sosteniblemente, serían cerca de 50.000 hectáreas (por eso los europeos compraron grandes extensiones de tierras en África, Asia y Argentina). Las 16000 hectáreas activas requieren agua, fungicidas, abonos, mano de obra, etc. Y los servicios básicos para esa población que alimenta la región.
• Independizar agroinsumos del precio del dólar. La única forma sería estableciendo empresas colombianas de agroinsumos o como medida intermedia fortalecer la política de grandes importaciones, flotas de barcos completos de insumos chinos, hindúes, rusos o quien mejor los provea.
• Considerar las oportunidades del posconflicto y la reciente Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial para hacer plataformas e infraestructuras modernas e inversiones más allá de las ciudades, pero con impacto en las ciudades.
• Hacer migrar la costumbre de alimentarse mal a alimentarse correctamente, la obesidad y el sobrepeso son formas de malnutrición. La FAO estableció recientemente que cada ser humano moderno requiere en promedio 100 gramos de carne al día, lo demás es desperdicio, sobrealimentación y, como lo presentamos con la papa, demandante de muchos más recursos que otros tipos de alimentos. Además los pollos, vacas y cerdos, consumen cerca del 75% de la producción anual de cereales! Cada vaca consume más de 50 kilos de alimento al día y una cantidad similar de agua.
• Desarrollar los planes y programas con gente local del gobierno, la empresa y la academia y construir sobre lo existente (asociaciones, plazas de mercado públicas y privadas, bancos de alimentos). En la mayoría de los países desarrollados que prestan su asesoría, el enfoque es la inocuidad de los alimentos, que aunque es importante, no es el principal problema en Colombia.
• Analizar y optimizar los canales existentes de distribución y crear alternativas a los existentes para minimizar la intermediación a niveles realmente necesarios.
• Crear observatorios de la SAN que monitoreen el avance en la formulación de políticas, la implementación de planes y programas y sobre todo la inseguridad alimentaria.
El principal problema de la comida en Colombia no es su disponibilidad: En Colombia hay comida suficiente, se exporta comida, se pierden cosechas. Pero se siembra lo que no se requiere o no llega en los momentos requeridos.
El principal problema de Colombia en cuanto a Política Anti Hambre es el acceso. La población NO tiene dinero para comprar los alimentos. Es insuficiente el salario (mínimo o no). La inflación interna es superior a la capacidad de adquisición, los precios internacionales de alimentos no han parado de subir, la mayoría de los insumos para producción de alimentos se importan en dólares. El dólar ha subido casi 1500 pesos en dos años (60%), el campo se ha debilitado, la población joven ya no quiere ser campesina, tenemos vías pésimas, no hay ferrocarriles ni navegación fluvial. Las infraestructuras para alimentos en Colombia datan en su mayoría de los años ochenta y noventa del siglo pasado.