Este 20 de julio, Colombia conmemora el grito de la independencia ocurrido en 1810, que fue el inicio de la emancipación que culminó en 1819: liberándose de la Corona de España y convirtiéndose en una república libre desde esa época. A pesar de eso, desde hace décadas, las fuerzas totalitarias marxistas con sus diferentes matices pretenden que la nación termine en la esclavitud y subyugada por una dictadura que convierte a las personas en despojos (luego de ser utilizadas para satisfacer los caprichos de una camarilla que envilece al pueblo, como ocurre en Venezuela, patria del libertador Bolívar, que hoy está hollada por la pandilla chavista y el colonialismo cubano).
Ahora bien, la leyenda mamerta (marxista) sobre una supuesta “segunda y definitiva independencia” de los países latinoamericanos corresponde a un proyecto totalitario para llevar a los pueblos de la región a tiranías oprobiosas como las de Venezuela, Cuba y Nicaragua, usando como excusa la “ liberación del imperio”. No obstante, el “imperio”, antes del COVID-19, ha tenido intereses más importantes en otras partes de la tierra, dejando a Latinoamérica reducida al problema del narcotráfico y las migraciones; aun así, los seguidores de la estafa comunista del marxismo-leninismo en sus diferentes pelambres buscan que a los regímenes del castrochavismo se le dé más importancia de la que tienen, olvidándose que su receta marxista es un fracaso. Nuestras naciones desde una perspectiva dialéctica deben ir creando unas auténticas democracias nacionalistas para el desarrollo social y humano de toda la ciudadanía.
Por otro lado, este 7 de agosto se cumplen 201 años de la Batalla de Boyacá que selló nuestra independencia y las fuerzas absolutistas quieren acomodar la historia para sus objetivos burocráticos y dictatoriales, planteando “la segunda independencia”, que sería la versión del maniático venezolano Hugo Chávez, quien como nostálgico de la Guerra Fría quería que se creara, como ya se sabe, una “unión soviética latinoamericana”, con miras a esclavizar a las naciones mediante la opresión del socialismo del siglo XXI (que es la aplicación práctica del marxismo, según palabras del tirano Fidel Castro en el 2010).
El comunismo totalitario con todas sus vertientes debería guardar silencio ante la memoria de Simón Bolívar, pues juntarlo al lado del señor Karl Marx, como lo hizo Hugo Chávez, es un oprobio para la memoria del genio de América: Marx en una biografía publicada en 1858 de su puño y letra,declaró que Bolívar había sido un canalla, cobarde y traidor, además lo acusó de haber entregado a Francisco Miranda a los españoles; lo que demuestra que la simbiosis entre Bolívar y Marx es una aberración.
Con eso en mente, una verdadera y segunda independencia en algunos países de la región se daría en el caso de Venezuela para liberarse del colonialismo cubano, quien maneja al títere de Nicolás Maduro, dándole las directrices políticas, militares, ideológicas y económicas. Ello es gracias a Hugo Chávez que, por hacerle desplantes al “imperialismo yanqui”, entregó su país al peor personaje que ha conocido Latinoamérica en los últimos siglos: Fidel Castro (1926-2016), quien fungió como un monarca en la patria de Bolívar.
De ahí que la liberación de Venezuela de la férula cubana sea una cuestión de dignidad e independencia. De hecho, es tan desgraciada hoy la patria de Bolívar que no solo sus habitantes están en su gran mayoría en la pobreza extrema (80%), sino que además la mafia comunista de Nicolás Maduro, según el informe anual de la ONG Provea, ha asesinado a 72 personas bajo torturas. En ese contexto, algo que no puede negar el régimen es que es asesorado en esa práctica desde La Habana, demostrándose indiscutiblemente la dependencia que tiene Venezuela de Cuba.
También el pueblo cubano, a pesar de que la camarilla que manda en la isla actúa de manera imperialista, debe liberarse del lastre comunista, con lo cual habría una verdadera segunda independencia. Vale decir que en la misma situación se encuentra Nicaragua, cuyos ciudadanos son víctimas del atroz régimen comunista de Daniel Ortega. Entonces, una segunda independencia, esta vez liberando a Venezuela, Cuba y Nicaragua de la opresión marxista, sería una nueva gesta heroica para América Latina.
Así pues, la tal “segunda independencia” de los mamertos es una expresión política en el esquema del comunismo totalitario para encadenar a los países de la región convirtiéndolos en satélites de La Habana, como ocurría con Moscú (desde donde se manejaban las naciones de la antigua “cortina de hierro”), lo que constituiría para las naciones latinoamericanas la pérdida total de la soberanía patria, por lo que ante semejante amenaza hay que volver a las fuentes de la emancipación hace 210 años, para superar el embeleco comunista de “la segunda independencia” y preparar acciones para construir un muro de contención que no permita la esclavitud de nuestras naciones, ya que con ello se perdería la libertad que es un bien supremo de toda la humanidad.
Hace 210 años se dio el grito de la independencia en el Nuevo Reino de Granada, que hoy es Colombia, pero desafortunadamente las fuerzas totalitarias marxistas-leninistas permanecen al acecho para acabar con la libertad, que le ha costado inmensos sacrificios a la nación; por lo tanto en plena pandemia del coronavirus (que es otro lastre universal de la bestia comunista desde China) se debe impulsar el fortalecimiento de la democracia para rechazar las intenciones infames del comunismo, que se presenta con diferentes remoquetes para engañar a los incautos.