Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella
Joan Baez, cantante estadounidense.
El nivel de corrupción ha permeado tanto a los colombianos, que ya hasta para los jueces y las autoridades “hay momentos para delinquir”, ¡háganme el favor! Por lo menos eso fue lo que le escuchamos en Noticias Uno
en el minuto y 48 segundos de su informe, al magistrado de garantías del Tribunal Superior de Bogotá, Álvaro Valdivieso, cuando hacía imputación de cargos por corrupción -al “fiscal anticorrupción”- Rodrigo Aldana.
“Debo decirle, quizás coloquialmente Doctor Rodrigo Aldana, no era el momento para que delinquiera, porque la sociedad ya se estremece en sus cimientos frente a la corrupción”, aseveraba en tono de indignación el magistrado Valdivieso. ¿Si ven? El juez diciendo que “no era el momento para delinquir” al “fiscal anticorrupción” acusado de lo que debía investigar y castigar. ¡Es francamente increíble!
Leo y escucho una y otra vez mis entrevistas radiales al escritor y profesor bogotano Orlando Mejía Rivera, quien ha investigado el origen de la corrupción en Colombia desde la Colonia, incluso desde la conquista, y explica por qué la situación no cambia. “El fenómeno es connatural a Colombia, se instauraron estructuras corruptas por parte de la sociedad y eso somos como cultura dirigente”.
Cuenta el profesor que, llegadas las leyes de Castilla a estas tierras, los españoles tenían el rito de ponerse los libros de leyes sobre la cabeza y decían: “Lo que el rey quiere se acata, pero no se obedece”. Asevera que “era una burla sistemática a las leyes, con más leyes; el santanderismo llevado al extremo que es crear leyes, para burlar leyes”.
Agrega Mejía, que un ejemplo histórico sucede con el memorable general José Hermógenes de Maza y Lobo Guerrero, quien durante la Guerra de Independencia “pasaba a cuchillo” a los prisioneros españoles. “En esa época no había derechos humanos, pero era tan notoria a situación, que Bolívar le conmina en una misiva: ‘General Maza, se le ordena que no derrame una gota de sangre más de los prisioneros españoles’. Unas semanas después, en una batalla cerca de Mompox, Maza coge cerca de 300 españoles prisioneros, les pone piedras en los pies y los tira al río Magalena –los ahoga-, y le contesta al libertador: ‘General Bolívar, se cumplieron sus órdenes; no se derramó una sola gota de sangre de los prisioneros’. Esa, que es una anécdota validada por varios historiadores, representa muy bien ese juego con las leyes en Colombia” asegura el profesor.
Les cuento esto, porque desde esas épocas nació el dicho popular “hecha la ley hecha la trampa”, que viene desde la Colonia, para que vean. A lo que voy es a que poco a poco, a través de los años, se van descifrando los códigos sobre el tamaño que debe tener la corrupción en Colombia, expresados por sus ejecutores.
Una que ha causado risa desde su pronunciamiento,
es la del expresidente Julio César Turbay Ayala:
“Hay que llevar la corrupción a sus justas proporciones”
Una que ha causado risa desde su pronunciamiento, es la del expresidente Julio César Turbay Ayala: “Hay que llevar la corrupción a sus justas proporciones”. Vino años después la expresión de Miguel Nule, protagonista del carrusel de la contratación en Bogotá, quien luego de una diligencia judicial afirmó que “la corrupción es inherente a la condición humana”. Aquí ya se pasó de la risa de la frase de Turbay, a la rabia por el descaro de Nule. Pero ahora, y le pongo fanfarria, nace la tercera frase célebre por cuenta del magistrado Álvaro Valdivieso: “no era el momento para delinquir”. ¿Que qué?
No magistrado Valdivieso, la sociedad no solo se estremece por tanta corrupción, sino porque además escucha de autoridades como usted que “hay momentos” para delinquir.
Bien decía Confucio: “Cuando la dirigencia es corrupta, el pueblo es corrupto”.
¡Hasta el próximo miércoles!
