La conexidad es una figura jurídica penal que permite subsumir o acumular diferentes tipos penales a uno protagónico, determinador del actuar criminis, para que al dosificar la pena esta sea más benigna y menos gravosa. Sin embargo, es menester que el accionar de estas conductas se relacione directamente con el objeto principal y su finalidad.
Sin escrúpulos, de manera frívola e insensible se permitió que las conductas más lesivas y deleznables contra la población y dignidad humana como los delitos de secuestro y narcotráfico, con todas sus demoníacas variables, entraran como conexos o afines al delito político. Esto por culpa del indulgente e inescrupuloso Juan Manuel y las hábiles guerrillas farianas, quienes hicieron un negocio redondo, que abrió un boquete para la amnistía y el indulto.
En una corrida de toros, bufa y cómica, donde la plaza fue acondicionada con cómodos y espaciosos burladeros para que la maliciosa cuadrilla fariana pudiera evadir al cornúpeto Estado colombiano, se libró el espectáculo con pases, chicuelinas y verónicas jurídicas de total impunidad, donde la autoridad, el imperio de la ley y el Estado de derecho se descabelló, se sacrificó, en aras de una hipócrita y mentirosa paz que consistió en el traslado silente del aparato ideológico militar a la ciudad de las Farc, conservando brazos armados camuflados de disidencias y la creación de un partido legítimo.
La actitud silente, el bajo perfil de los farianos, ahora vistiendo hábitos de monjes cartujos, arrojará resultados a mediano y largo plazo, echando raíces en todos los estamentos de la sociedad para la toma del poder, ahora con el formidable ariete petrista. Además, con el proyecto donde el gobierno pretende excluir y prohibir por normatividad constitucional y/o penal que ciertos delitos, como el narcotráfico y el secuestro, sean considerados en algún momento como conexos al político se buscan varios fines: la protección y el bienestar común de los habitantes de la nación de estos abominables crímenes, y que se eviten formas de esclavitud e indignidad como el secuestro (que conlleva la pérdida de la libertad física) y el narcotráfico (que perjudica la esclavitud espiritual y trae la disolución moral de la juventud y todo individuo).
Además de todas las formas de violencia y corrupción, flagelo y desgracia de la patria, es necesario buscar coherencia y racionalidad acorde a un tipo idílico y romántico de lucha y delito (político) que supuestamente busca la justicia o igualdad social, objetivo perdido por las fuerzas guerrilleras colombianas, convertidas en las mayores organizaciones criminales de narcotráfico del mundo, a la par de las BACRIM, que hipócritamente quieren conservar su camuflaje de revolucionarios y ejército del pueblo. Sin lugar a dudas esta es una advertencia para el bipolar Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se levanta cuantas veces quiere de la mesa de negociaciones para disparar y asesinar, para luego volverse a sentar, de manera impune y cínica, sin sonrojarse siquiera, recurriendo al tráfico de drogas y el secuestro como forma de lucha.