Si Colombia estuviera habitado únicamente por las cinco mil personas que conforman mi Facebook, sería un país mucho mejor. Para ellos la tendencia máxima fue el debate que organizó Teleantioquia y la Revista Semana el pasado martes en la noche. De eso hablaban, eso posteaban. Me imaginaba que el rating que iba a obtener el canal regional sería histórico. Quería incluso escribir una nota sobre eso. A las once de la mañana me froté las manos y entré a Rating Colombia. Quedé consternado: el primer debate presidencial había obtenido 1.3 puntos, un poquito más de lo que hace cada noche CM& Noticias. El vencedor volvía a ser La Voz Kids con casi 15 puntos. Más de veinte millones de personas lo sintonizan sin falta cada noche. Aparte de eso, cada video que se cuelga a Youtube con apartes del programa tiene un promedio de 850 000 reproducciones.
Es indudable que Sebastián Yatra mata a Iván Duque y a Petro a cualquier hora del día. Esta imbecilidad no es propia de Colombia. En Francia la persona más popular no es un novelista eminente como Emmanuelle Carrere sino Kylian Mbappé, delantero del París Saint Germán. La gran diferencia es que en Francia y en otros países desarrollados existe un interés más marcado por salir a votar conociendo las propuestas de los candidatos. Acá no. Acá no solo se vota sino, lo que es peor, se opina sobre el candidato elegido con propiedad así se ignore qué tanto sus políticas pueden afectar directamente al individuo.
El martes en la noche millones de colombianos
perdieron una oportunidad dorada para acercarse a las propuestas
de los aparentemente cuatro candidatos más opcionados para reemplazar a Santos
El martes en la noche millones de colombianos perdieron una oportunidad dorada para acercarse a las propuestas de los que aparentemente son los cuatro candidatos más opcionados para reemplazar a Santos. Muchos ni sabían. El debate no le va a generar un solo voto a alguno de los candidatos. El debate solo lo ve la minoría “ilustrada” de colombianos que, en su gran mayoría, son abstecionistas. Los debates televisivos, incluso los que organizan los grandes canales, son juegos masturbatorios que sirven para que los candidatos se rían, la pasen rico, se pregunten por la familia. Son pequeños e intrascendentes partidos amistosos.
Para el colombiano promedio Sebastián Yatra o Maluma son más importantes para sus vidas que cualquier político que no sea Uribe. El expresidente es el único que le disputa popularidad a los regatoneros y futbolistas. Por eso creo que, independientemente de lo que hayamos podido percibir, el gran ganador del debate fue Duque. Prometió tres cosas que mueven la gran masa colombiana que nunca se pierde un capítulo del reality enfrentado al debate: bajarle el pulgar a ladespenalización de la droga, el matrimonio igualitario y los acuerdos de paz con las Farc. Esa promesa para la gran mayoría de los 22 millones de personas que estaban embelesados con Yatra, el nuevo pretty boy del reguetón, se convierte en argumento a la hora de votar por el ungido de Uribe.
Lástima. A la gente en el fondo ni siquiera le interesa la política. La gente aprovecha esta época electoral para ejercer el nuevo deporte nacional: darse duro, rico e intensamente en la jeta por Facebook y Twitter.