Por último, la tolerancia nunca ha provocado ninguna guerra civil;
la intolerancia ha cubierto la tierra de carnicería. F
.-M. Arouet, Voltaire
Esperar que la gente te trate bien porque eres buena persona,
es como esperar que un tigre no te ataque porque eres vegetariano.
Bruce Lee
Un amigo de todos es un amigo de nadie.
Aristóteles
El Ciclo El Documental: Padre del Cine, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, por vía del Cine-Club Al Filo del Tiempo, continúa con Searching for Sugar Man (2012), del cineasta sueco Malik Bendjelloul. Obra que se ha traducido (mal) con el título de Buscando al señor azúcar cuando en realidad corresponde a la búsqueda del surtidor de perico o de cocaína y cuya estructura fílmica está montada sobre el esquema del thriller, uno atípico, en el que no hay muertos, salvo al que desde el inicio se da por suicidado: Sixto Diaz Rodriguez, tal cual es el nombre completo del protagonista, al que también se conoce a través del documental por Sixto o Rodriguez o Jesus o ‘Sixth’, alias éste del que no se dice nada, pero que además de Sexto hijo es sinónimo de Sixto, nombre de pila. A buscarlo, casi con frenesí, contribuye una muy amplia horda de personajes, entre ellos, preciso, alguien a quien se presenta como musicólogo-detective y se alía con un joyero y vendedor de discos.
Stephen Sugar Segerman (SS) viaja en su carro y canta Sugar Man, como le decían en el ejército; su apodo viene del tema: de ahí pasó a Sugar. Hace 40 años fue lanzado el LP de Sixto Rodriguez, Cold Fact (1970) o Un dato duro. (1) Luego viene Coming From Reality (1973) o Viniendo de la realidad. (2) El primero, un álbum muy popular en Sudáfrica (S. Á.), uno de los mayores de la época y, no obstante, nadie sabía quién era Rodriguez (sic). De cualquier rockstar había información, pero no de él. Entonces, se enteraron de que se había suicidado: inmolado en escena, pegado un tiro en la sien: no sólo había suicidio, sino que era el más grotesco de la historia del rock. Bajo esa consigna Bendjelloul consigue captar la atención del espectador hasta que tiene que pasar lo inevitable. Dennis Coffey le propone a Mike Theodore conocer a un artista, se llama Rodriguez y vive junto al río Detroit. A un bar del barrio de los muelles fueron a verlo. ‘Era como salir de una novela de Sherlock Holmes’.
Cerveza por doquier, muestras de maní, un caos. De pronto, el ruido de una batería, el sonido de una guitarra y una voz, extraña por demás; al instante, se ve la sombra de un hombre, pero no su rostro. Sólo su espalda, mientras canta en el rincón: una forma alegórica de timidez. El único que escribía letras entonces era Bob Dylan, pero lo que Coffey y Theodore veían ‘era incomparable’; le propusieron grabar un álbum. Crucify Your Mind (1970). ‘¿Fue un cazador o un jugador / el que te hizo pagar el precio? / ¿El que ahora goza de una buena posición / y prostituye tus pérdidas? / Fuiste torturado por tu propia sed / en los placeres que andas buscando / ¿Te convirtió eso en Tom el Curioso o en James el Débil? / y aseguras tener algo entre manos / algo que consideras único / pero te he visto autocompadecerte / mientras las lágrimas rodaban por tus mejillas’. (3) Para Dan DiMaggio era el espíritu vago por la ciudad, Detroit tiene sus zonas desoladas y a veces se lo topaba en una esquina lejos de La Cloaca…
Sixto le llamaba la atención, no sólo a él, era un dato para la mitología: todo el mundo quería saber quién era, a qué se dedicaba. Oyó por ahí, siempre el rumor, que era albañil, construía, hacía techos. Así comienza a armarse un tapiz antropo/sociológico en torno a un hombre que se situaba entre el ser político, el artístico y el científico pues además estudió filosofía en la U., como cuenta una de sus hijas. Con las que, a propósito, pareciera haberse dejado de ver o hablasen muy poco o él ya no existiera, quizás como quien acata el diktat del guion. Sixto era una especie de homeless, tipo sin hogar u hombre a la deriva, que va de refugio en refugio, con ese malestar baudelaireiano llamado la grande maladie de l’horreur du domicile. Detroit en los 70 era un lugar jodido, en decadencia, con casas en ruinas, sitios gays y de putas, como en los que cantaba Sixto, y era su hábitat natural. Para hablar del primer LP, citaba a Coffey y a Theodore en una esquina y al bajar de sus carros surgía él, ‘el poeta interior de la ciudad’.
Coffey y Theodore tenían el estudio Tera-Shirma. Al oírlo se decía que Sixto poseía lo que hace falta: tono, fraseo, tesitura, Drive, Feeling. Grandes nombres, dinero de respaldo, el Olimpo lo favorecía: ¿por qué no resultó? Pregunta sin respuesta, pero Theodore apunta algo preciso: ‘¿Era muy político lo suyo?’ SÍ. Ella es quizás la pregunta clave y el SÍ se seguirá notando hasta que Sixto vuelva tras muchos años a S. Á. El colega J. Ferretti sólo le escuchó una vez Sugar Man. Sixto conoció a ese tipo, era ¡Volkswagen Frank! Allá iban a buscar ‘azúcar’, no sabe si se explica: bueno, perico. Por eso, el título ya es problemático: el del documental, claro, algo así como Buscando al Jíbaro o al del perico, de ahí su connotación política. Sugar Man (1970). ‘Sugar Man, ¿no te das prisa? / Porque estoy cansado de estas escenas / por una moneda azul, / ¿no traerás de vuelta / todos esos colores a mis sueños? / Embarcaciones mágicas de plata que llevas / saltimbanquis, cocaína, dulce Marijuana…’ (4)
[…] ‘Sugar, hombre, eres la respuesta / eso hace que mis preguntas desaparezcan’, dice Sixto en Sugar Man. Palm Springs. Steve Rowland, productor 2° álbum citado, Coming. Muestra fotos con Rodriguez en UK, entre ellas una de él junto a James Dean. Luego las de Sixto: ‘Es mi artista más memorable’ y al decirlo exuda saudade. Produjo a Jerry Lee Lewis, The Cure, Peter Frampton, etc. No era sólo su talento, más que un simple músico, sabio/profeta. De seguir le hubiera ido… Cold Fact es para él ‘en absoluto brillante’. Steve tenía unos demos de Coming y no puede creer que no fuera un hit. Había un tema muy triste, ‘que te mata, si lo oyes’. Cause. Porque… ‘Porque me quedé sin empleo dos semanas antes de Navidad / y hablé con Jesús en La Cloaca [The Sewer, en Detroit, donde tocaba] / pero el Papa dijo que ese no era su maldito problema / Mientras la lluvia bebía champaña / mi arcángel estonio vino y me halló destrozado / porque el beso más dulce que recibí es el que nunca probé’. (5)Lo de veras triste es que fue la última canción que grabaron Steve y Sixto. Más triste aún fue que el álbum se editó en nov.71 y esperaban grandes cosas de él, pero no pasó nada. Lo peor vino luego: 15 días antes de Navidad, el sello Sussex, de uno de los pocos negros arrogantes, Clarence Avant, dio de baja a Sixto. Rowland trasluce el dolor que debió sentir, lo sacó de circulación y envió de nuevo a la realidad: de ahí, quizás, Viniendo de la realidad. El primer verso es una premonición, Sixto merece reconocimiento, en EE.UU nadie lo conoce, a nadie le importa escuchar lo que hace, cómo puede ser con un tipo que escribe así. Rowland se lamenta. Y suena: ‘Porque me dijeron que todos tienen que pagar sus deudas / y expliqué que les había pagado de sobra / tan atrasado que fui a la tienda de la compañía / y el empleado ahí dijo que acababan de ser invadidos / así que zarpé en una lágrima y escapé por debajo del umbral / Porque el aroma de su perfume aún retumba en mi cabeza’. Ciudad del Cabo, S. Á.
Grúa sobre Mabu Vinyl, la disquera de SS. I Wonder. ‘Me pregunto cuántas veces te derrotaron / y […] cuántos de tus planes fracasaron / […] cuántas veces tuviste sexo / y […] cuándo lo volverás a tener’. (6) El misterio de cómo llegó la primera copia de Cold Fact a S. Á. es así: una chica gringa fue allí a visitar a su novio y trajo una copia consigo. A todos les gustó, buscaron conseguirla, pero como no se podía, empezó a grabarse y a pasarse copias entre ellos. Prendió, se difundió muy rápido. Willem Möller oyó esa letra en secundaria: ‘Me pregunto cuántas veces tuviste sexo’ y la recuerda para referir el conservadurismo de S. Á. entonces. Era el apogeo del Apartheid, ni TV había, tan conservadora que decían que la TV ‘era comunista’. Restricción, prohibiciones, censura por todas partes y de pronto Sixto canta esta canción. Icono de rebelión: todos compraban sus discos, la gente que Möller conocía los tenía. I Wonder era el gran tema cantado por todos. Foto en tapa: un hippie con gafas oscuras.
‘Estás ahí sentado sintiéndote inseguro / y el bufón de la Corte proclama que no hay cura probada. / Vuelves a tu cuarto / la mirada sobre la pared / pues no hay nadie que te escuche / nadie a quién llamar / dirás que soy curioso’. No, más que curioso, un desoído, marginado, excluido de la sociedad, como S. Crane, por desobedecer el diktat oficial y brindar su verdad. El disco tuvo gran popularidad y para muchos sudafricanos fue la banda sonora de sus vidas. A mediados de los 70, si alguien iba al azar a un hogar blanco, progre, clase media, con tornamesa y una pila de discos pop, en ella estarían Abbey Road, Bridge Over Troubled Water, y Cold Fact, dice SS. Su mensaje: ‘Ve contra el Establishment’. Un tema se titula Establishment Blues, antes del tema de Sixto y ahí supieron que está bien protestar contra la sociedad, sentir furia contra ella, porque vivían en una en la que todo medio era válido para evitar el fin del Apartheid. Las letras de ese álbum liberaron a un pueblo oprimido, dice Craig.
Toda revolución requiere un himno y Cold Fact fue el LP que facilitó liberarse mentalmente y pensar de distinto modo. Cold Fact. ‘El alcalde oculta los crímenes / la concejala vacila / la gente se indigna / pero olvida ir a votar / este sistema caerá / con una melodía de jóvenes airados / he aquí datos fríos y concretos’. Raro que las discográficas de S. Á. no rastrearan a Sixto hasta dar con él, pero en retrospectiva se estaba en el apogeo del Apartheid, al país lo sancionaba todo el mundo, a sus músicos no se les aceptaba afuera y a los foráneos se les impedía entrar: el país estaba aislado del mundo. Establishment Blues. ‘No se recoge la basura, las mujeres no están protegidas / los políticos usan a la gente, han estado abusando / la mafia se hace más grande, como la contaminación en el río / y me dices que esto está donde está. / Me desperté esta mañana con un dolor de cabeza / me puse la ropa y salí de la cama / abrí la ventana para escuchar las noticias / pero sólo escuché el blues del Establishment’. (7)
Se decían cosas terribles, pero nadie lo sabía por el control mediático. A la mayoría, marginada, se le prohibía comerciar. Era una derivación nazi: si algún diario publicaba algo tendría problemas. Con boicots de todo tipo, S. Á. era un paria. Viviendo allí no había mucho que como blanco se pudiera hacer, dice SS. Estado muy estricto, militarizado, si alguien se iba contra el Apartheid, podría recibir tres años de cárcel. En Colombia, si alguien se iba contra Uribe, Santos o Duque, podría sufrir algo mucho peor y no se habla aquí sólo de cárcel. En S. Á. muchos blancos en la lucha, pero no la mayoría. Había vigilantes y espías, la gente tenía miedo, el medio más eficaz para adoctrinar, someter, impedir sublevarse, reflexionar y hacer crítica. El miedo es una compuerta al masoquismo y a la indignidad. Por eso hay que resistir al tirano, desafiarlo y enfrentarlo. Ninguna guerra civil proviene de la tolerancia y la carnicería terrenal ha sido producto del racismo, de la xenofobia, en fin, de la intolerancia…
De la comunidad afrikáans surgían músicos y cantantes a los que Sixto indicó una salida. Saben hacer música, crear imágenes, cantar, actuar: de ahí la primera oposición al Apartheid. En dicha revolución musical todo empezó con Sixto. W. Möller, del Mov. Voelvry de artistas contra el Apartheid, dice que todos lo oían en algún punto, los impactó y llevó a otro modo de actuar; no todo era como decía el Establishment. ‘¡Apágala!’ En la era del sátrapa Botha, la TV se apagaba. Cuando aparecía en ella, su dedo índice arriba amenazaba. Un tipo jodido. El éxito mayor fue el tema Set It Off, que se reducía a Desenchúfala, la televicio, claro. M. B. la desenchufa de nuevo y se abre el Archivo de Material Censurado, de Johannesburg, S. Á. Uno igual al que tuvo Brasil en la dictadura de Getúlio Vargas o Colombia durante el tirano Turbay y luego Satanás López, Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque. La funcionaria del archivo dice que todas las líneas son problemáticas: las del tema Sugar Man.
‘Saltimbanquis, cocaína, dulce marihuana’. ‘¿Y eso qué es? ‘Lo dejo a su interpretación’ e Ilse sonríe. ‘Son drogas’. Pepas y perico, excepto, eso sí, la marihuana que es yerba, no droga. Lo mismo que coca no es cocaína: aún no tiene otros elementos que la vuelven eso. La pasta base lleva sulfato de cocaína, como el crack, y se elabora con residuos de cocaína y procesa con ácido sulfúrico y querosene. A veces se extrae usando cloroformo, éter o carbonato de potasio, entre otros. En el Apartheid era imposible pasar Sugar Man porque los acetatos eran rayados de forma severa para evitar que se pusieran en el tocadiscos. En la contratapa de todo vinilo decía AVOID = EVITAR. La mayoría de temas de Sixto estaba en la lista negra de la South African Broadcasting Company (SABC) y ellos tenían control total sobre la industria radiofónica y discográfica. No había estaciones de radio o canales de TV independientes. Pero, claro, cuando trascendía todo hacía al disco aún más deseable: nada como lo prohibido.
Al menos eso se infiere de lo que decía Steve M. Harris, jefe del sello sudafricano formador de Sixto Rodriguez. Cape Town, S. Á. Can’t Get Away (1973). ‘Nacido en la ciudad turbulenta / en R&R, EE.UU / a la sombra del edificio más alto / juré abrirme paso / escuché a los actores dominicales / pero lo único que decían era / que no se puede escapar / que no te puedes escapar’. Cold Fact, por 20 años, no fue más que un LP oído y apreciado; pero, de pronto todo cambió para Segerman. Sólo se conseguía en S. Á., ya en CD. Una amiga con la que fue a la playa le dijo que en EE.UU era imposible. Luego, fue a casa, sacó los discos de Rodriguez y notó que no había ningún dato que dijera quién es ni de dónde viene. En Cold Fact la cubierta sólo dice Rodriguez, pero si se saca el disco y se ve el sello, el nombre completo es Sixto [D.] Rodriguez y seis bandas se atribuyen a Jesus R. y otras cuatro a Sixth Prince. Así, ¿quién fue el que escribió tales canciones? Segerman no advierte el chiste doble.
El doble chiste es jugar con dos alias, dos nombres, que son el mismo Sixto Diaz Rodriguez: uno, Jesus Rodriguez y otro Príncipe Sexto o Sixto, igual da. La única información disponible para saber quién era o eran esas personas provenía de un CD con una foto suya en cubierta, sentado y con gafas de sol. Ya se tenía la pista de NY, por el edificio más alto, Ámsterdam, por un cuarto de hotel, Georgia, por un camino polvoriento, no mucho para empezar, dice SS. Luego, vendrá Dearborn, en Detroit, Mich. También se supo que no se presentaba desde hacía mucho tiempo. En un sitio nada bueno, donde el sonido era pobre, Sixto fue abucheado, hasta que él muy tranquilo, como siempre, canta su último tema: ‘Pero gracias por tu tiempo / y tú dame las gracias por el mío / y dicho esto olvidemos todo’. Entonces, surge el mito: ‘Y ahí extrae una pistola y aprieta el gatillo’, miente Craig B. Strydom, miente el musicólogo-detective. ‘Un final dramático, para lo que era una carrera fallida’, agrega el (maluco) cínico.
En 1996, el sello South African lanza, por primera vez en S. Á., el segundo CD, Coming From Reality, y como creían que SS sabía todo sobre Sixto le pidieron unas líneas para el folleto: ‘No hay datos fríos ni concretos sobre el artista Rodriguez. ¿Algún musicólogo-detective por ahí?’ Línea que produjo el vuelco. Empezó a investigar sobre él cuando estaba en el ejército y alguien preguntó: ¿cómo fue que murió Rodriguez? Craig leyó esa línea y sintió una invitación: elaboró cinco puntos y el cuarto era sobre cómo murió. Lo primero que hizo fue seguir la ruta del dinero, la misma que tanto bochorno le causó a Bendjelloul cuando se la citó al arrogante negro Clarence Avant. Pero, ¿adónde va el dinero de un muerto?, pensó. Al presionar a las disqueras, por fin obtuvo un # de teléfono. Llamó y no recuerda si habló con alguien o dejó un recado, pero al llamar al otro día el # había cambiado. ‘Si lo que buscas aparece fácilmente, ¿qué gracia tiene?’ Craig B. S. empezó a oler una trama de dinero sucio.
Robbie Mann, de RPM Records, primer sello de Sixto en S. Á., lo compara con otros artistas y se pregunta cuán grande era, no se atreve a decir cuántos discos vendió, quizás medio millón de copias: muchas, para un país pequeño. Disco de Oro, unas diez veces. Sixto nunca conoció su importancia como figura allá. Cuando Bendjelloul le cita el pago de derechos, Mann le replica que si fuera él investigaría sobre el dueño de Sussex Records y así sabría qué pasó con el dinero: la sabandija, antes director de Motown, era Clarence Avant. Steve M. Harris, de Teal Trutone, segundo sello de Sixto en S. Á., se pregunta por el nivel de popularidad del álbum y si llegaba al nivel de los Rolling Stones o The Doors y concluye que Sixto, en esa época, era mucho más que los Rolling Stones. Por entonces, la leyenda era que había un artista, como Jimi Hendrix: con sus catálogos, si se le consigue y se tiene licencia para un territorio, no se intenta, obviamente, entrar en contacto con Jimi Hendrix, porque ha muerto.
Como Teal Trutone pagaba los derechos a Sussex Records, de Clarence Avant, Craig elabora un documento. Así, halla tres discográficas en S. Á. que editaron discos de Sixto. Al final, descubrió que la ruta del dinero apuntaba a una compañía gringa: la que lo contrató y produjo su primer álbum, Cold Fact, Sussex Records, fundada en 1975. Eso lo llevó al chupasangre de tanto negro, Clarence Avant, y antiguo presidente de Motown, una de las marcas de mayor prestigio en la industria discográfica. Pero, era imposible acceder a él. Bendjelloul le muestra una foto de Sixto a Avant en su oficina de Hollywood. Avant trabajó con Bill Withers (1938-2020), Miles Davis, Michael Jackson, Stevie Wonder, Quincy Jones, Janet Jackson, Dionne Warwick. Sobre Sixto cree: ‘Nunca se oyó nada semejante’. Bob Dylan era tibio comparado con él. Si nombra diez artistas, Sixto está entre los cinco primeros. ¿Ganó dinero? ¿Entró doceavo en la tabla? En EE.UU juzgan a los cantantes según si están entre los 100 primeros.
Cuando Avant dice que, aunque parecía un blanco y todos sabían que Rodriguez, aún escrito sin tilde, era un apellido hispano y la música latina entonces no existía, fácil se infiere que fue una víctima más de discriminación y racismo: todo ello vinculado a las letras de sus temas, porque para el Imperio es la forma más sutil de perseguir al diferente, al que no come entero, al que ve el mundo desde otro lado. Por ello, Sixto no vendía en EE.UU: la ceguera del statu quo es inversamente proporcional a la lucidez del artista, del músico, del escritor y a todos los que se ‘desvían’ o desobedecen la directriz oficial se les margina, estigmatiza, excluye por igual. En tal sentido, Sixto no era la excepción. Por eso, no extraña que cuando Bendjelloul le habla a Avant de los centenares de miles de discos que vendió en S. Á., éste le riposte que no va a ir a perseguir a alguien por eso: ‘Mierda, no, viejo’; y al insistirle en que era alguien famoso en S. Á., con soberbia diga: ‘En lo que a mí concierne, nunca existió’.
Si vendió medio millón de discos no sabe a quién, ni cuántos distribuidores tuvo; si M. B. habló con los jefes de los tres sellos que editaron sus discos pues que vuelva con ellos y le envíen la cuenta: ‘¿Crees que me voy a calentar por algo así, un contrato de 1970? Si lo crees estás fuera de tus putos cabales. Buddha Records salió del negocio, yo salí del negocio, y ¿crees que me importa una mierda de todo eso?’ Es tan arrogante Clarence Avant que, aunque no sepa quién es ni lo haya visto por Netflix, parece ser en quien se inspiró James Rodríguez para el nombre de su restaurante: a propósito, ¿cuál de los dos es más ‘arrogante’? Mientras, Segerman busca información sobre Sixto, crea una página WEB y en eso está cuando aparece Craig, el musicólogo-detective que había leído sus líneas y que también estaba a la caza del genio de ascendencia mexicana. Tras pensar en tirar la toalla, de ir a Londres y Ámsterdam, un día por casualidad SS escucha Inner City Blues: ‘Conocí a una chica de Dearborn’… (8)
Ahí estaba Dearborn, Wayne, Mich, zona de Detroit. Se abría un mundo. Detroit, el hogar de Motown, Marvin Gaye, Stevie Wonder, y eventualmente Mike Theodore, productor del álbum, y quien en ago.1970 mira al mar, toma un café, suena el teléfono y recibe una llamada de S. Á. Es Craig, quien le cuenta cosas sobre Sixto y al final: ¿cómo murió Rodriguez? ¿Se voló los sesos en escena o se inmoló, ¿cómo fue el drama? Y Theodore le aclara que Sixto no está muerto, sino que vive, está vivo y coleando. En Detroit, la capital automotriz. Con teléfono en mano, Segerman bailaba y bromeaba con Craig: ‘¡Lo hallamos!’ ‘Sólo una canción compartida aquí / de tu sonrisa, de la chispa de tu risa / de tus besos, después de esos momentos / pienso en ti’. Así que fin de la…: buscaban a un muerto y se toparon con un vivo. Craig escribió el artículo y lo tituló En busca de Jesus, no Jesús, y se lo envió por fax a mucha gente, hasta que llegó a EE.UU: así, lo que creyó fin de la historia era inicio de otra.
La hija de Sixto, Eva Rodriguez, ignora dónde está su padre, puede tardar un rato. Tienen fechas, periódicos, tres años en busca de un cantante muerto. Ago.1997. Eva en Kansas, consigue una copia en el trabajo, tiene turno de 24 horas. Entra a Internet y ve el anuncio de Segerman: ‘¿Conoce a este hombre? Ríe y contesta: ‘¿De veras quiere saber sobre mi padre?’ ‘Hablar con Sixto por teléfono fue uno de los grandes momentos de mi vida’, dice el joyero ahora con tienda de discos. Sandrevan Lullaby (1971) (9) Vista de la casa de Sixto en Detroit. Asoma a la ventana, esconde su timidez detrás de las gafas negras, un contraluz protege su austera intimidad, la humildad de su hogar, de su caverna sin imágenes, si se prefiere. ‘Cuando quieran’, dice como quien ordena sin dar órdenes. ‘¿Tomo un vaso de agua o algo?’, pregunta, como quien no sabe qué hacer ante el asalto a su privacidad: especie de violación voluntaria. Ahora, frente a la cámara, mira como quien no finge la seguridad que muestra…
Si finge no es por hipócrita, sino por solitario. ‘Se supone que tenemos que estar cómodos’, dice en medio de la incomodidad y toma agua para pasar el mal rato. Sixto no sabe responder a eso de ‘ser una estrella’ o no. Tras Coming From Reality, le hubiera gustado seguir haciendo discos, ‘pero no se puede luchar contra la realidad’, expresa ahora con acento taoísta: lo que no fluye, no hay que forzarlo, no puede forzarse. Así que volvió a trabajar: jornalero, demoliciones, refacciones de casas. Albañilería. Un hombre, en síntesis, con conciencia de clase. Le gusta lo que hace porque circula la sangre, lo mantiene en forma. Aunque lo ha alejado de la música; sin embargo, le encanta tocar guitarra y, más, escuchar, va a eventos, sigue dando vueltas. Como ahora me da vueltas en la cabeza Always on My Mind, de Willie Nelson, mientras escucho a Marthica, mi esposa, tocarla en el piano. Es inevitable, como lo es intentar pasar por alto la historia de Street Boy (1971) o el chico de la calle que es Sixto…
El protagonista sufre lo que, ya se dijo, Baudelaire llamaba la grande maladie de l’horreur… o ese algo que empuja a una persona a no sentirse tranquila si permanece en casa. ‘Holas presurosos y rápidos adioses’: la canción habla del vértigo de la vida moderna. El chico de la calle es un alter ego del propio Sixto, como lo deja ver una línea: ‘Sólo un chico de la calle / con luces nocturnas en los ojos’. Eva dice que su padre jamás ha citado la palabra decepción. Apenas pasó a otra cosa, siguió sobreviviendo, lo cual ya es un éxito (L. Cohen), pues ¡no se puede bajar los brazos! En efecto, Sixto es un luchador, un guerrero, un trabajador y al mismo tiempo un hombre de paz. Su otra hija, Regan, dice que ‘leía mucho’, participaba en política, en causas comunitarias. Iba a manifestaciones y protestas si acaso creía en esas causas: curioso, habla de él en pasado, como si no estuviera ahí. Siempre del lado de los obreros, que casi nunca tienen una voz o la opción de hablar por sí mismos, los empobrecidos que trabajan.
Aquí entra en escena un albañil que antes es un poeta, como Eva y Regan lo son, sin ser ellas albañiles, lo que a su vez no desdice de nadie: ese albañil/poeta es Rick Emmerson, colega de Sixto en el arte físico de construir, y para quien Sixto encaraba su trabajo desde una visión distinta a la de la mayoría, lo tomaba muy en serio, como un sacramento profano. Iba a hacer ese trabajo sucio durante diez horas, con smoking pues ‘tenía esa habilidad mágica, tan común en poetas y artistas, de elevar las cosas’, por sobre lo mundano, lo prosaico, lo ruin. ‘De toda la mierda… y de la mediocridad vigente. El artista es un pionero. Los sueños musicales podrían haber muerto, pero el espíritu seguía vivo; él sólo tenía que buscar un sitio, y refinar el proceso de dedicación a ello. Sabía que había algo más. Quería hacer algo recto, que algo cambiara. Me soltó que quería postularse para intendente y me dije: ¡Que Dios te bendiga, Rodriguez! Si llegas a ser intendente de Detroit, quiere decir que todo es posible…’
Regan muestra la calcomanía de la primera vez que se postuló para el Concejo Municipal: escribieron ‘Sixto Rodriquez’. Nunca ganó una elección: se señala en su favor que muy pocos políticos honrados ganan una elección. Y no se dice tanto por los que son honrados, sino porque casi todas las elecciones son robables. Eva recuerda que los parientes maternos son europeos y nativos gringos, la familia de Sixto es mexicana, su abuelo vino de allá: y es que los mexicanos iban a Detroit a trabajar en la industria automotriz; así que eran de clase obrera, overol, trabajo duro. Vivieron en 26 casas que no lo eran pues unas no tenían cuartos y otras no tenían baños, sólo lugares para dormir. Aquí exhala dignidad una mujer pequeña, aunque ‘mahatma’, alma grande: ‘Pero la pobreza o escasez de medios no quieren decir que uno no tenga grandes sueños o que no tenga riqueza de alma. Las clases sociales y los prejuicios vienen todos de ahí: hay una diferencia entre tú y yo’, la misma que hay entre Sixto y el resto.
A Most Disgusting Song (1971). ‘Ya di todos los conciertos que se pueden dar / toqué en bares gay, bares de putas, funerales de motoristas / en teatros de ópera, salas de concierto, centros de rehabilitación / y en todos esos lugares me di cuenta de que la gente / para la que tocaba, era la misma gente / escuchen y verán que hay algo conocido en esta canción / ¡una canción súper asquerosa!’ Viene la denuncia de Sandra envuelta en papel nobleza: Sixto no hacía la carpintería habitual, limpiaba la casa, aceptaba trabajos que nadie más quería hacer. Volvía a casa lleno de polvo, con restos de pintura. Bajaba neveras a pulso por la escalera. Era más trabajador que otros padres que veía. ‘Detroit te enseña a no pensar en grande, a no esperar gran cosa’. Eva cuenta que Sixto estudió filosofía en la U., las llevaba a bibliotecas, museos, exposiciones científicas y visitaron las salas con obras de San Diego Rivera, Picasso y Delacroix, conocieron la vida externa de la ciudad y eso fue en libros, cuadros y música…
Sandrevan Lullaby (1971). ‘Los generales odian las vacaciones / otros disparan al cielo para mantener al blues lejos del sol. / La Iglesia abre otro escaparate. / Mar de luces de neón, un boxeador combate su sombra. / Un soldado cansado, un marinero roto, / el invierno duerme en mi ventana / el viento helado espera en mi puerta. / Ella me invita a subir por su callejón / pero no quiero caer nunca más. / Jueces con corazón de policía. / Empieza la justicia de supermercado. / Niños helados / meretrices del centro de la ciudad. / Bajo la lluvia de noticias / esperando adalides que nunca llegan / secuestradas esforzándose por parecer hermosas / La lluvia nocturna golpea en mi ventana / las brisas de mi pensamiento andan con ella. / Ella se rio cuando intenté decirle, que todo hola acaba en un adiós’. ‘Empecé a tocar a los 16. La familia tenía una guitarra y arranqué a tocar en bares de la ciudad, clubes, salas pequeñas. Conocí a Mike y a Dennis, quienes fueron a verme tocar en The Sewer y me contrató Avant’.
‘Ahí empezó todo’. No obstante, Sixto siempre supo que nadie lo trataría bien sólo por ser buena persona: equivaldría a esperar que la hiena Clarence Avant no lo atacara por ser vegano. 2.mar.98: los Rodriguez llegan a S. Á. 6.mar: concierto de Sixto en Ciudad del Cabo. Luego de tocar/cantar I Wonder, Regan cree que Sixto pasó de ser un paria a lo que en verdad era, volvía a ser él, lo que siempre fue: un músico en escena, tocando para sus fans. Möller: ‘Pensé que se iba a sentir apabullado con toda esa gente mirándolo, pero fue al contrario de una absoluta tranquilidad. Serenidad total en el rostro. Era como haber llegado al lugar que había tratado de alcanzar toda su vida. El hogar es aceptación. He aquí a un tipo de otro extremo de la Tierra, y era como si hubiera llegado a su hogar. Miré a toda esa gente alrededor y me dije: es una experiencia que se da una vez en la vida. Es algo que nunca volverá a pasar’. Entonces, Sixto había llegado al lugar donde siempre lo quisieron, donde siempre debió estar.
Donde ahora estaba gracias a la justicia poética, que no discrimina, y daría otros 29 veces conciertos. Brian Malan: ‘Bueno, ¿no es ese nuestro gran destino? Tus sueños de ti mismo, tu forma propia más alta, es que un día serás reconocido y tus talentos y todo lo otro, de pronto, se hacen visibles al mundo. En realidad, la mayoría de nosotros muere sin alcanzar esa especie de magia’. Al entrevistarlo, intentó que le hablara sobre lo extraño que es eso, pero no consiguió nada en absoluto. Nunca supo si lo suyo era timidez invencible o preguntas fuera de lugar o el idioma una barrera, no supo. Él, tal vez, sólo quería preservar ese misterio. Salió de la entrevista diciéndose todo esto es demasiado raro para ser verdad: ‘Y sigue siéndolo, estos son días de milagros asombrosos’, concluye Malan; luego, Sixto: ‘Sudáfrica me hizo sentir como una especie de príncipe’. Para Regan, Sixto lleva una vida muy modesta, sin excesos y trabaja como antes o más para poder vivir, así su vida no tiene el encanto vulgar.
Bendjelloul pregunta a Regan si su padre es rico hoy. ‘No’, enfatiza, como quien da un beso: ‘Rico en muchas cosas, pero tal vez no materiales. Nunca le importó eso’. Quizás porque: ‘Soy avaro de esa libertad que desaparece cuando comienza el exceso de bienes’ (Camus). ‘Pero, vendió centenares de miles de discos en S. Á.’. ‘Bueno, sí’, e imagina mucha piratería. ‘A lo mejor otros sí se hicieron ricos’, remata sobre ese paradigma de austeridad que es Sixto, quien sabía que todos eran sus amigos, pero él no podía serlo de todos. Idea que refuerza J. Ferretti: ‘En verdad era famoso. Demolía su casucha o barría la mugre y un día empezó a mostrar todo y yo no le creía. […] Se volvió tan popular que los chicos lo recitan y cantan palabra por palabra, todos los temas. No había escuchado el CD y le pregunté si podía traerme uno. Justo él no podía conseguir ni uno. Tenía esas fotos y cosas, con multitudes de 20.000 personas, como Woodstock o algo así. ‘¿Me jodes? ¿Éste eres tú? Sospechaba Photoshop’…
Bendjelloul inició su filme con película Super 8, pero se quedó sin dinero para comprar más para las tomas finales. Tras tres años en la sala de montaje, los patrocinadores del filme amenazaron retirar sus fondos para acabarlo. Filmó las tomas estilizadas restantes con su celular usando la aplicación para iPhone 8mm Vintage Camera. (10) Aun con la precariedad de sus imágenes, de VHS, con el descuido en la sincronización de los diálogos, con la escasa música de concierto, nadie podría ocultar la emoción que produce su obra. Por contraste, tampoco podría ocultarse la tristeza al saber que el artífice de tal audiovisual se suicidó dos años después, en un raro fatalismo. El que quizás radique en haber desaparecido a Rodriguez, estando vivo, a fin de capturar sin remordimiento alguno la atención del espectador. El culo a veces se rebela contra los azotes de la lengua. En todo caso la depresión lo acorraló y el 13.may.2014 se arrojó al tren que llegaba a la estación de Solna Centrum, Estocolmo. E.P.D.
I’ll Slip Away (1973). ‘Le diré a quien yo quiera adónde ir / olvidaré tus mentiras y engaños / y tu afán de discreción [Sixto cruza igual que The Beatles Abbey Road] /quizás hoy sí me escabulla. / Puedes guardarte tus símbolos triunfales / que perseguiré mi propia dicha / puedes quedarte con tus relojes y rutinas’. SS piensa en la noche que habló con Sixto: no imaginó el cambio en sus vidas. Eva fue de gira con Sixto y le asignaron un guía muy amoroso, W. Möller, y hoy tienen un hijo. SS, joyero, vende ahora discos. A todos les cambió la vida, menos a Sixto. Emmerson: ‘Lo que demostró que siempre se puede elegir. Asumió todo ese tormento, agonía, confusión y dolor y lo transformó en algo bello, como el gusano de seda toma una materia prima, la transforma y aparece algo que antes no existía. Algo bello, quizás trascendente, eterno. En tanto hace eso encarna el espíritu humano de lo posible. Siempre es posible elegir. He ahí mi elección: entregarles a Sugar Man. ¿Has hecho eso? Pregúntatelo’.
En conclusión, un amigo de todos es alguien sin amigos, valga el oxímoron. Crane tal vez lo pensó, al ser acosado por las tres bestias del periodismo amarillo, McClure, Pulitzer, Hearst; y ahora el príncipe Sixto, quien nunca fue mendigo de nadie y por eso vive en la misma casa donde está hace 50 años, después de pasar por 26 espacios sin cuartos ni baños, sólo para dormir. Una hazaña, no cualquiera, en un mundo de personas asombrosas como Sixto y de cosas deprimentes como la arrogancia de Clarence o de James: si desaparecen los restaurantes como se prevé, ojalá Arrogante no sea el último: los únicos desaparecidos que se agradecen; como si se traicionara a Varito con la verdad: la única traición política digna de celebrar. Seguro Sixto et al, así lo creen. Como ahora se les agradece al difunto M. B. y al ilustre suicidado del único thriller musical, cuya voz no es mezcla alguna de B. Dylan, J. Taylor y/o Nick Drake y cuya actitud política le costó la persecución de los mediocres de su tiempo. (11)
A Valentina, de quien me hubiera gustado mucho observar cómo descubría al señor del perico.
A Santiago, a quien le enseñé a Sixto y ahora él me da clases sobre Rodriguez sin causarme pena.
A Marthica, quien siempre estará en mi mente mientras la oruga siga transformándose en mariposa.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=r_tTacSzZRo
(2) https://www.youtube.com/watch?v=RF4642pdpdU&list=PLX66jEixZe1xiVzKbrzBJIbvrsIR9-KJX
(3) https://www.youtube.com/watch?v=O9doG1cH6Og
(4) https://www.youtube.com/watch?v=eAq8c-q-RjQ
(5) https://www.youtube.com/watch?v=ZnLY2BuyuSA
(6) https://www.youtube.com/watch?v=fdmpdlQ-2N0
(7) https://www.youtube.com/watch?v=eOpJmA9n0wQ
(8) https://www.youtube.com/watch?v=MNg8lZwCZaU
(9) https://www.youtube.com/watch?v=SfqFlWM8I8k
(10) MALIK BENDJELLOUL en Wikipedia.
FICHA TÉCNICA: Título original: Searching for Sugar Man. En español: Buscando al Sr. Perico. País: Suecia / Reino Unido (UK). Año: 2012. Gén.: Documental / Musical / Thriller musical. Formato: Super 8mm; 8mm Vintage Camera; color / b/n; 87 min. Dir., Guion y Mon.: Malik Bendjelloul. Mús.: Rodriguez. Fot.: Camilla Skagerström. Int.: Rodriguez. Prod.: Simon Chinn / Nicole Stott / George Chignell. Prod.: Passion Pictures / Sveriges Television / Yleisradio. Dist.: Sonny Pictures Classics / Netflix. Premios: Oscar al Mejor Documental Largo, 2013. Bafta a Mejor Documental, 2013. Mejor Guion de Documental, del Gremio de Escritores de América (WGA). El documental está en Netflix.
* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, Magazín EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]