En Londres 2012 Caterine Ibargüen se quedó a centímetros de lograr su primera medalla olímpica en salto triple. Tuvo que conformarse con la plata, pero aseguró que volvería 4 años después por el oro. Así fue y en Rio 2016 se llevó el oro de forma contundente.
Ibarguën fue la gran dominadora de la disciplina hasta que los años y las lesiones le empezaron a pasar factura. Llegó a Tokio con 37 años y tras sufrir una fascitis plantar (inflamación en la planta de los pies).
A todo eso se le suma el recambio generacional que ya está presente. La gran dominadora de la disciplina ahora es la venezolana Yulimar Rojas, de 25 años. Si no pasa nada espectacular Rojas debería quedarse con la medalla de oro en la final que se disputará el domingo en la madrugada colombiana.
Para Caterine el oro luce casi imposible. De hecho, si quiere tener opciones de plata o bronce deberá luchar muy duro contra las demás rivales. En la ronda clasificatoria se vio con dificultades y estuvo eliminada hasta el último intento, donde se metió séptima.
Caterine no le debe ningún resultado al país, y su estado de forma actual es comprensible por lo antes mencionado. Es por ello que no hay que exigirle algo que muy difícilmente va a lograr, y por el contrario hay que agradecerle por estar en Tokio a estas alturas de su carrera.
Ibargüen puso a Colombia en el mapa en atletismo, un deporte que nunca había tenido un representante nacional tan importante y dominador como lo fue ella en su mejor momento. Ese es el legado que deja en las futuras generaciones y por el que, sin importar el resultado, hay que recibirla por todo lo alto a su regreso al país.
Vea también:
Caterine Ibarguen consigue en el último suspiro su tercera final olímpica
