La semana pasada fue desastrosa para el candidato, pues por un lado Diosdado le sacó sus trapitos al sol en Caracas y luego en Bogotá salió a la luz el video en el cual recibe dineros de un supuesto donante.
Aunque ambos hechos en sí no tienen ninguna validez probatoria para conformar un delito o adelantar una investigación, el daño político en el mediano y largo plazo será innegable. Estas dos pequeñas travesuras petristas, ya casi olvidadas, harán mella en sus pretensiones electorales para el 2022.
El caso es que una campaña presidencial de cuatro años es extremadamente desgastante, puesto que se expone a ataques innecesarios, a cazar peleas que no dejan ganancias y a defender su pasado, lo cual en su conjunto agota su nivel de credibilidad.
Si se observa con detenimiento sus movimientos ideológicos se descubre de inmediato que su libro de cabecera es La Guerra de Guerrillas del Ché y que practica al pie de la letra el criterio de cambiar de frente continuamente para confundir al enemigo.
El caso es que don Gustavo ya salió de la manigua, pero él sigue creyendo que todavía está allí y hace bandazos de 180 grados continuamente. Ejemplo. Desde la pasada campaña electoral hasta hoy ha cambiado de posición ideológica 4 veces:
- Primero: estuvo aferrado a su clara posición de izquierda.
- Segundo: tan pronto detectó que Fajardo estaba tomando fuerza y reconoció que el invento uribista del “castrochavismo”, causaba estragos en sus toldas, entonces moderó su discurso verbal y se movió al centro.
- Tercero: cuando la campaña final se puso cuesta arriba, los movimientos cristianos empezaron a tomar fuerza y descubrió el peso de una clase media profundamente católica, no tuvo la menor vergüenza en aparecer en televisión con un rosario, en la misma mano que disparaba su AK 47. Un claro mensaje no verbal de vender la imagen de católico practicante, lo cual fue percibido como un forzado movimiento a la derecha.
- Cuarto: ahora que la invasión venezolana no se puede ocultar y que millones de ellos le cuentan a la gente en los buses, dos veces al día, que… “me vine de Venezuela por la situación, por favor tome esta chocolatina y deme unas moneditas”… Entonces resuelve traicionar a sus antiguos benefactores y abjurar de la revolución bolivariana de la misma manera que lo hizo con su ateísmo. Ni hablar de la lápida mortuoria que le firmó a Antanas.
Al paso que va, un día de estos se enfundará un hábito de monja carmelita descalza y nos hablará de amor. ¡Loado sea El Señor!