Las caravanas y movilizaciones convocadas para realizarse de manera pacífica por el Comité Nacional de Paro los pasados 7 y 21 de septiembre arrojaron una muy buena participación de la ciudadanía a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional.
En este mismo período, el 9 y 10 de septiembre, se desarrolló un estallido social de los jóvenes bogotanos, que se dirigió, indignados por la acumulación de rabias e impotencias, contra la brutalidad policial y los CAI que los representa, por la gota que rebosó la copa, cual fue hecho aberrante de tortura y asesinato del estudiante de derecho Javier Ordóñez por parte de la policía.
Y peor aún, la reacción criminal de la policía esos días, cuando fueron asesinados 14 jóvenes y aparecieron 76 heridos con armas de fuego, la inmensa mayoría de ellas de dotación oficial. La policía disparó, sin que hasta ahora sus superiores se hayan responsabilizado, ante las multitudes de jóvenes indignados. Fue una verdadera masacre, que por lo demás mostró un quiebre institucional en la ciudad de Bogotá, pues la policía y el gobierno nacional desconoció a la alcaldía.
Ese estallido social del 9 y 10 de septiembre refleja el alto número de asuntos acopiados en Bogotá. Desempleo, pérdidas de ingresos, hambre, pobreza, desigualdad, desesperanza y una actitud indiferente del gobierno frentes sus justos reclamos que con la brutalidad policial desató una rabia e indignación acumulada en el marco de la pandemia.
Se viene así expresando de nuevo la inconformidad de la ciudadanía que alcanzó su máxima expresión en ese paro nacional que inició el 21N del año 2019.
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Por el errático manejo de la pandemia, la no atención con una renta básica de emergencia y subsidios a las nóminas de las mipymes, Colombia es uno de los países más afectados por el coronavirus
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Con lo que viene ocurriendo en la pandemia representado en aumento del desempleo a un 25% y pérdida de más de 5 millones de trabajadores ocupados, aunado a la pérdida de ingresos de los informales, se configura un cuadro más dramático que el de finales de año pasado.
Colombia, por el errático manejo de la pandemia y la no atención con una renta básica de emergencia y subsidios a las nóminas de las mipymes, se presenta como uno de los países más afectados por el coronavirus y dónde la caída de la economía y el empleo ha alcanzado los más altos índices. Si antes de la pandemia ya se percibía como un mal gobierno, hoy se reconoce como un desastre total, cuyos platos rotos pagan la mayoría de los ciudadanos, pues Duque solo gobierna para sus socios, las grandes corporaciones nacionales y extranjeras.
Si ha todo ello se suma el terrible panorama de 61 masacres y 246 asesinatos en lo corrido del año 2020, sin que el gobierno asuma ninguna responsabilidad y se muestra indiferente frente a la protección de la vida de líderes y jóvenes, se perfila una perspectiva de fuertes movilizaciones sociales en redes sociales y en la calle.
Y en esta última será cada vez con mayor presencia, en la medida que la pandemia ceda o vaya descendiendo sus estragos en la población.
Mientras no haya un rebrote significativo, los meses de octubre y noviembre serán una expresión de esa inconformidad y protesta creciente. Y una oportunidad para canalizar esa protesta para exigir el derecho a la vida y a la paz, reforma a la policía, atención al pliego de emergencia, derogatoria de los decretos 1120 y 1174, y con el respaldo a la huelga en el Cerrejón se propicie un acuerdo que garantice los derechos convencionales de sus trabajadores.
Se ve venir otro redoblado 21N.
Posdata: crea mayores injusticias y cosecharás grandes tempestades.
Twitter: fabioariascut