Las próximas elecciones territoriales de octubre no son unas elecciones en el sentido lato de la palabra; lo que realmente existe es una subasta al mejor postor para acceder a cualquiera de las dignidades, entre comillas, puestas en oferta.
En ese batiburrillo se convirtió nuestra democracia parroquial como aplicando la filosofía de aquella vieja canción que dice: “Amigo cuánto dinero tienes, cuánto vales". “Hay una vieja filosofía del dinero: ”el que no tiene dinero, no es señor de nadie”(Arcipreste de Hita). Nadie podrá objetarla. Porque en efecto, para ser y valer hace falta tener posibilidades o medios.
Tener es medio necesario para ser y valer. Este, incuestionablemente, es el sentido de la “actual filosofía en nuestro medio, aquí se compra la democracia con billetes que llevan el rostro del expresidente Carlos Lleras Restrepo, Gabriel García Márquez o José Asunción Silva; es lo único que vale, es el principio y fin de nuestra democracia local. Los que aspiran sin dinero dicen que no pueden aspirar y si osan hacerlo, le dicen en su cara que están locos aunque en muchos casos sean los más idóneos para regentar los destinos de un departamento o algún municipio.
Estos son actos de corrupción que se fueron enquistándose con la mala llamada elección popular de alcaldes y gobernadores. Todo se convirtió en negocio y no en políticas para impulsar el desarrollo local y de los ciudadanos. Se invierte en estos procesos de elección para sacar una suma mayor elevada a la potencia y esas inversiones compran coaliciones y las coaliciones compran conciencia en esa subasta electoral y el mayor postor gana y excepcionalmente gana uno de esos denominados de conciencia.
En esto no hay que echarnos mentiras, la verdad de este fenómeno es que en cada elección es más notoria, más descarada y negarlo es ser, a más de tozudo, cínicos e hipócritas.
¿Qué hay que hacer para que en verdad los alcaldes, gobernadores, diputados y concejales los elijan a voto limpio? Creo que con toda humildad estas elecciones hay que repensarlas o que en su defecto la justicia actúe ejemplarizante contra aquellos que contaminan estas fiestas electorales que en la actual son una subasta al mejor postor y no una elección limpia y democrática.
Raúl Antonio Aldana Otero