El futbol nos inspira, podemos pasar de lo imposible a lo posible, trabajar en equipo, soñar colectivamente. Y tal vez podamos sostener los sueños, sacarlos a la calle, ventilarlos, soltar sus vientos…
- Soñamos con una razón gozosa que sea capaz de desanudar sus propias capturas y sea menos binaria, menos antropocéntrica, menos reduccionista. Una razón con corazón que les permita a los seres humanos reverencia en el misterio, agudeza en las consecuencias de sus hallazgos, respeto de los propios límites. Razón, mente y espíritu como procesos emergentes de la creación universal.
- Soñamos con una espiritualidad, más allá de religiones y dogmas, que nos ligue al destino común del universo y su belleza, al presente de la vida y su sacralidad constante. Librarnos de dioses autoritarios e iracundos que han llenado de miedo el experimento de vivir sobre esta tierra.
- Soñamos con una educación que, libre de modelos y repeticiones, impulse las naves a la creatividad singular de cada pecho. Que pregunte y dude, que relacione y goce con el acumulado histórico del conocimiento. Más creativa que repetitiva, más inspiración que tormento, más recreo en las propias aulas, más alquimia de talentos, mucho desaprender prejuicios.
- Soñamos modelos de desarrollo acordes con la sostenibilidad de la vida y no con los intereses del gran capital.
- Soñamos con cuerpos habitados, celebrantes, ánforas de revelaciones y no estos cuerpos sometidos y atormentados que nos propone la publicidad y la salud institucionalizada.
- Soñamos con un tiempo liberado del secuestro de la productividad. Tiempo para los encuentros, tiempo para los geranios…
- Soñamos en amores complejos, vitales, celebrantes y no en estos pobres guiones de telenovelas que hacen del amor una partitura empobrecida y un mortal peligro.
- Soñamos con gobernanzas justas, que como nos lo dicen los indígenas, se gobierne sirviendo y se sirva obedeciendo.
- Soñamos escuchar las voces ancestrales, la palabra indígena que sabe de pertenencia al territorio y resistencias colectivas, el tambor africano su estar en el mundo, las cimarronas, las culturas de las periferias cuyas sabidurías han estado silenciadas.
- Mujeres celebrantes de ser mujeres, contando sus historias, agenciando su deseo, experimentando sus cuerpos, amigas y no rivales, diosas, caminantes, cuidadoras, gozosas. Hombres chamanes, amantes, fraternos.
- Soñamos con niñas libradas del príncipe azul, su destino de tules y los niños de héroes mafiosos y matones.
- Que podamos nutrirnos de las diferentes expresiones del amor y la sexualidad de los y las diversas.
- Una ciencia no comprometida con los intereses políticos, económicos, sociales y paradigmáticos hegemónicos.
- Una sociedad menos ansiosa, menos vértigo en el consumo, más sosegado el pecho para bailar boleros.
- Y que se oxiden las condecoraciones de las guerras, que los desplazados recuperen los amaneceres, que sea mueca el gesto de los iracundos, que la poesía llegue a los cuarteles, que se rompa el hechizo de las balas.