Sócrates y la cicuta; Gauguin y la pobreza; Galileo y su retractación. Sí señor Palacios, la historia nos muestra prohombres de la ciencia, la filosofía y el arte que han sido incomprendidos en su época. Y si no son los hombres, la ciencia hace algunos años creía que la partícula más pequeña era el átomo con sus neutrones y electrones, todavía no sabían del fotón. Tampoco se pensaba que la energía se pudiera convertir en materia; menos que al provocar un cambio físico en una varilla de hierro, se produjera en su otra mitad a miles de kilómetros el mismo cambio, instantáneo.
El Canon de medicina (1020), Abū Alī ibn Sīnā (Avicena) planteaba que las secreciones corporales estaban contaminadas por multitud de cuerpos extraños infecciosos antes de que una persona cayera enferma, pero no fue sino hasta 1668 cuando Antony Leeuwenhoek descubrió las bacterias. Después el austriaco Marc von Plenciz (1705-1781) afirmó que las enfermedades contagiosas eran causadas por los pequeños organismos descubiertos por Leeuwenhoek —sin todavía creerlo sus colegas—. Ignác Fülöp Semmelweis (1813-1865) médico húngaro de origen alemán fue tildado de loco por sus colegas a pesar de haber conseguido disminuir drásticamente la tasa de mortalidad en un 70 % por sepsis puerperal entre las mujeres que daban a luz en su hospital mediante la recomendación a los obstetras de que se lavaran las manos con una solución de cal clorada antes de atender los partos, para eliminar las bacterias. La comunidad científica de su época lo demostó por creer en que las bacterias se transmitían de paciente a paciente en las manos de los cirujanos. En la época este hecho todavía no era aceptado. Solo en 1835 Agustino Bassi, pudo demostrar experimentalmente que la enfermedad del gusano de seda estaba causada por bacterias, y años después dedujo que las bacterias podrían ser las causantes de otras muchas enfermedades y se estudiaron los mecanismos de transmisión de las mismas. No le tocó verlo a Semmelweis quien murió de sepsis en un asilo, ¡qué paradoja!
Son los instrumentos de una ciencia que no reconoce otras realidades perceptivas los que limitan el creer. Los que llevan a tildar de locos a los visionarios, solo hasta que pasan siglos (como el ejemplo anterior) y se desarrollan los instrumentos de medición para que los limitados órganos de los sentidos del ser humano puedan ampliar su credulidad y conocimiento.
Recuerde, querido colega columnista Carlos Palacio, esa misma comunidad científica que no creyó en el Dr Semmelweis, hoy en día continúa presente cuando no son capaces de ver más allá de sus instrumentos y convicciones, las que el tiempo acaba por modificar. Lo invito a estudiar Neuro-psico-inmunología -ciencia- ciencia del tipo de la que usted es amigo y que estudia la relación en doble vía entre emociones, pensamiento y cuerpo físico. Es más fácil adquirir cualquier infección si usted tiene las defensas bajas por depresión, que si las tiene normales por una vida alegre y satisfactoria. No defiendo a Chopra, ni la bioenergética o la homeopatía cuando se les va la mano en comercialismo, mas no en la esencia de sus planteamientos.
Terminemos con la frase de Galileo: «Eppur si muove» («Y sin embargo se mueve»).