El pasado mes de diciembre, con agrado me acerqué a la oficina de Bancompartir (ahora llamado Mi banco), ubicada en el barrio la victoria en Bogotá, con intención de cancelar un CDT (certificado de depósito a término), lo cual logré tras una hora y media de ardua espera. Al final, me retiré con satisfacción y sin mayor sospecha de lo que estaba sucediendo.
Esta situación podría ser normal para cualquier colombiano, y no solo en este banco, sino en cualquier otro; tan habitual que posiblemente no les despierte ningún tipo de curiosidad, pues así fue para mí hasta que hace unos días cuando volví a dicha oficina para cancelar otro CDT. Tras recibir mi dinero y el correspondiente recibo de caja, noté que estaba recibiendo 22 pesos menos con motivo del "ajuste a la centena", sin mayor explicación.
Seguramente, cualquier persona en esta situación simplemente se retiraría pensando "solo son 22 pesos, ¿qué importa?", pero mi curiosidad no me permitió alejarme y tuve que pasar a la gerencia a preguntar "¿por qué?". El gerente, con mucho afán y casi sin escuchar bien lo que estaba preguntando, se dirigió a los asesores a confirmar si en realidad me faltaba dinero, creo que no entendió mi interrogante en realidad.
La cuestión es que, según me informaron, el monto de mi CDT, que era de 204.272 pesos, tenía una diferencia de 22 pesos después de la última denominación posible, que era la moneda de 50 pesos; en otras palabras, recibí 204.250 pesos... 22 pesos menos de lo que dice mi recibo de caja. Si el valor hubiera sido 4 pesos más, entonces sí hubieran aproximado a los 300 pesos. Revisé mi recibo de diciembre y fue exactamente igual.
Esta respuesta me obligó a preguntarme: ¿acaso se quedan con esa diferencia en cada CDT que un cliente reclama?, ¿lo hacen con otros servicios?, ¿cuánta plata representa eso si lo hacen en cada oficina bancaria a nivel nacional? Le redirigí estos interrogantes a la asesora de servicios y a la gerente de la oficina (quienes, de hecho, intentaron darme los 50 pesos).
Sin embargo, mi mayor cuestionamiento nunca fue contestado e incluso recibí un intento de hacerme quedar como el malo cuando la asesora me dijo en tono de reclamo "entonces que se descuadre el cajero", en alusión a que si no se quedaran esos 22 pesos los tendría que cubrir el cajero... ese fue mi punto máximo de indignación.
A mi mente vino la idea "o los paga el cliente o los paga el cajero, pero nunca el banco". No pude evitar la risa y salí de allí dispuesto a jamás volver. Después de todo, los supermercados antes lo hacían y al menos se justificaban con una "donación" a alguna causa, aquí el robo es de frente. Merecemos respuestas, que ojalá no impliquen que el cajero pierda su empleo o el cliente su dinero.