El problema que planteo no es la existencia del plástico —pues su uso responde a necesidades humanas que se han aparecido conforme la historia, beneficiando a las personas principalmente con su uso en la higiene—, sino que abusar de su uso afecta a todo el ecosistema —que reúne los sistemas ecológicos y los organismos quienes habitamos en estos—. Básicamente, el lío del uso del plástico radica en los modos de producción masivos que existen y que se fortalecieron con el auge de las enfermedades de transmisión sexual tras el mito del contagio: cuando no existían suficientes estudios sobre estas enfermedades, los publicistas utilizaron el miedo para promover sus campañas de uso de desechables como forma de prevención. Como resultado tenemos una sociedad desechable, en donde las dinámicas sociales giran en torno a un sistema económico de mediatización, donde el plástico está presente en todos los ámbitos de nuestra cotidianidad, tanto en lo ideológico como en lo material.
Negar el uso del plástico es una utopía, principalmente porque existe tanto que no usarlo no implica que el existente no contamine; porque a pesar de todas las alternativas que se han venido desarrollando, estas no son suficientes para solventar todos los usos que este material tiene, y finalmente porque pensar un mundo sin plástico transgrede los modos de producción de franquicias y multinacionales que financian gran parte del entretenimiento y la política, a tal punto que han penetrado las emociones de la sociedad desde el uso de lo popular como estrategia de venta, pero mutuamente esta sociedad consume de este entretenimiento y también de los productos de estas empresas, que analizando desde estos puntos se fortalecen cada vez más.
En consecuencia, y a modo de ejemplo, en Colombia hay empresas que producen 600 botellas plásticas por minuto. Estas a su vez contratan ingenieros y obreros encargados de que este sistema funcione correctamente 24/7. Podemos concluir con esto que la industria del plástico ha invadido incluso los sistemas educativos y por consiguiente que las industrias no son las únicas que participan en este conflicto, también los ciudadanos, o más bien los consumidores hemos sido cómplices y participantes de esta catástrofe ecológica.
En este momento planteo otro conflicto, ¿cuál es nuestro papel como consumidores si pensamos frenar la producción masiva del plástico?, ¿no somos acaso nosotros quienes consumimos todo lo que estas empresas nos ofrecen? Si tratáramos de hacer la tarea de dejar de usar plástico, encontraríamos en el camino que desde nuestra avanzada comodidad es imposible no encontrarnos con este material en algún momento. Además, esto no resolvería directamente el problema de la contaminación y también esta tarea, que es individual, no es suficiente teniendo en cuenta el ejemplo ya nombrado y que además Colombia se queda corto en contaminación con plástico si lo comparamos con China o Estados Unidos, por ejemplo.
La tarea debe asumirse desde un punto de vista económico y posteriormente ecológico, no al revés. Esto significa entender que el uso del plástico es el reflejo de una sociedad que asume y se adapta a unos estándares de estética y de consumo. En consecuencia, esta sociedad es la que debe dar el primer paso para frenar los altos índices de contaminación. Dar el primer paso significa dejar de consumir plástico de forma innecesaria. Por consiguiente, las industrias disminuirían su producción masiva y así se trataría de desacelerar la contaminación, posteriormente se podría reemplazar el plástico por materiales degradables. Sin embargo, esto implica un capital tan grande que puede enfrentarse contra el capital acumulado de las macroempresas productoras de plástico. Así que mientras tanto el plástico seguirá siendo la solución más fácil y de mayor alcance para la sociedad en general.