Lo que nos decía Mandela es “no se puede pelear por siempre. Si se negocia, tiene que haber concesiones. Y serán concesiones costosas. Pero debe haber en esas concesiones una preservación de la dignidad de todos los bandos”, le dijo a los periodistas colombianos el padre anglicano Michael Lapsley durante una visita a Colombia en octubre pasado.
Y añadía que “si el fruto de la negociación es que un lado gana y el otro lo pierde todo, estás garantizando la guerra de mañana. Hay que preguntar: ¿qué clase de sociedad quieres para tus hijos y tus nietos? ¿Quieres que tus hijos y tus nietos se sigan matando unos a otros? ¿O quieres que vivan en paz?”.
Las palabras de este pastor que obligado al exilio por los racistas sudafricanos pocos semanas después de la liberación de Mandela en 1991, una carta bomba le destrozó sus manos y un ojo, adquieren plena vigencia hoy en Colombia.
Mandela, a quien hoy llora todo el mundo, jamás claudicó en su lucha por la paz en su país. Él, a quien los Estados Unidos mantuvieron hasta 2008 en la lista de los terroristas más peligrosos del mundo, solo renunció a la lucha armada cuando encontró en sus opositores del régimen racista la disposición cierta hacia el diálogo político para una solución negociada al conflicto.
La lucha olvidada de Mandela
Tras la matanza de negros de Shaperville en 1960, Mandela comienza a diseñar una estrategia de lucha armada. Madiba, como se conoce en su país, pasó por la cárcel brevemente y salió del país, pero a su regreso, es detenido y condenado a cinco años de cárcel por salir ilegalmente, una condena que se convertiría en perpetua al descubrir la estrategia guerrillera conocida como 'Operación Mayibuye' entre sus documentos.
Mandela había hecho un dramático llamado a las armas anunciando la formación del comando Umkhonto we Sizwe (Lanza de la nación), a imagen de los movimientos guerrilleros judíos (Irgún). Dicho comando fue dirigido por el mismo Mandela, con ayuda de activistas judíos como Denis Goldberg, Lionel Bernstein y Harold Wolpe.
Mandela había recibido entrenamiento militar en Argelia e Inglaterra tras liderar el movimiento pacifista contra el apartheid desde sus años de líder estudiantil en 1948.
Mandela, de lo que hoy los medios no prefieren hablar, estuvo involucrado en el planeamiento de actividades de resistencia armada siendo a la vez un destacado dirigente del partido opositor Congreso Nacional Africano que permaneció en la clandestinidad hasta el fin de las negociaciones con los racistas en 1993.
Los enfrentamientos armados dejaron por lo menos 10.000 muertos y la economía sufrió grandes pérdidas por las actividades de sabotaje de la insurgencia sudafricana, y en un ambiente internacional que mantenía aislado a Pretoria, no había otro camino que el de las conversaciones de paz.
Lo que siguió todo el mundo lo sabe. En 1994 Mandela se convierte en presidente de Sudafrica tras votar por primera vez a sus 74 años. Había quebrado al Estado racista tras las duras negociaciones que todo el planeta apoyó.
Mandela apoya el proceso de paz en Colombia o su último documento político.
Por ello no es extraño que el arquitecto de la paz de Sudafrica apoyara los esfuerzos de paz en Colombia y hasta sus últimos días como da cuenta una carta del grupo conocido como “The elders”, los veteranos, once ex líderes mundiales y que hoy ningún medio pareciera interesado en recordar y quizá el último documento político que en vida firmara.
El pasado 2 de junio, la Presidencia de la República de Colombia, dio a conocer apartes de la misiva firmada por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, los ex presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton, los Nobel de paz Nelson Mandela y Desmond Tutu, entre otros.
En el mensaje dirigido al mandatario colombiano, el grupo calificó como “un primer paso fundamental en la consolidación de la paz” la firma del Acuerdo para la terminación del conflicto, bajo el cual se guían los diálogos de La Habana.
“The Elders han seguido con interés y admiración sus persistentes esfuerzos desde que tomó posesión del cargo, por poner fin a las guerras civiles que han azotado a Colombia durante medio siglo; guerras que, lamentablemente, han mermado la capacidad del país para aprovechar su riqueza natural y abordar problemas tan arraigados como la pobreza y la desigualdad en el desarrollo”, dice el histórico documento.
Otro de los apartes de la carta es el llamado a que se avance con prontitud en la consecución de la paz, lo cual va en sintonía con lo que ya ha pedido Santos en varias ocasiones.
El grupo de líderes afirmó que “ante los muchos obstáculos que puedan surgir, deseamos apoyarle en su empeño en el logro, lo antes posible, de un acuerdo definitivo de paz con las FARC, que incluya compromisos vinculantes para ambas partes”.
“En la consecución de la senda de la paz tiene el respaldo de todos los vecinos de Colombia en América del Sur, así como de amigos de todo el mundo. De igual modo, puede contar con el firme apoyo de The Elders”, reza el texto.
Y el contraste de Uribe
Que contraste con la actitud asumida por el ex presidente Uribe en 2005. Hace ya ocho años, en el marco Simposio Internacional para la Justicia Restaurativa y la Paz en Colombia, que tuvo lugar del 9 al 12 de febrero de ese año en la Universidad Javeriana de Cali, al que asistió el compañero de luchas de Mandela, el arzobispo Desmond Tutu.
Éste y Mandela, ya retirado de la política, se ofrecieron a mediar entre el gobierno colombiano y las FARC para llegar a una solución política al conflicto armado en Colombia.
Uribe, quien interactuaba en la conferencia desde Cartagena vía satelital el 12, día de la clausura del foro donde se encontraba en reposo tras una afección en los oídos, se limitó a contestar con un simple “no gracias”, argumentando que él no iba a permitir que los guerrilleros hablaran de paz mientras seguían matando gente aquí en Colombia.
(Ver texto completo del mensaje de Uribe y su interlocución con los visitantes extranjeros al Simposio en: http://reliefweb.int/report/colombia/colombia-uribe-reitera-condiciones-para-dialogos-de-paz )
La posibilidad de tener a Mandela como mediador quedaba truncada y lo que le llegó al país fue otra década de guerra con miles de muertos.
“Queremos decirles a los líderes de las guerrillas que no teman bajar de las montañas, regresar a sus hogares y ayudar en la reconstrucción de su país, Colombia”, dijo Tutu ante las 600 personas que se encontraban en el auditorio javeriano en el cierre de cuatro días de debate sobre justicia restaurativa.
“Me la pone muy difícil”
Uribe le respondió enseguida: “Me la pone muy difícil. Me preocupa que salgan del país los líderes de la guerrilla y que los demás queden aquí asesinando, poniendo minas antipersonales y secuestrando. ¿Puedo hacer una exigencia por el bien público?”, le dijo el primer mandatario al Nobel de Paz.
Él asintió con la cabeza. “Que mientras estén en ese viaje a Sudáfrica –siguió el Presidente– aquí no produzcan hechos violentos para que los colombianos sintamos la tranquilidad. Que eso no sea un simple viaje, ni un discurso, sino que pueda alimentar y ser el principio de un proceso”.
Tutu y Mandela había propuesto invitar a los líderes de las FARC y el ELN a visitar a Sudafrica para enterarse de primera mano cómo se realizó el proceso de paz en aquel país y las enseñanzas que podría traer esto a un posible proceso de negociaciones en Colombia.
Tras escuchar las palabras del Presidente, el arzobispo se paró de la mesa principal y se dirigió al público: “Todos ustedes, el pueblo de Colombia, deben saber que esto no es un juego. Se trata de la vida de personas de carne y hueso”, dijo.
Y entonces miró al infinito y dijo: “Este viejo que soy yo apelo a ustedes, los líderes de las fuerzas guerrilleras para que acepten ese cese del fuego durante el tiempo que les pedimos vengan a visitar a nuestro país”.
La señora Winter le preguntó a Uribe que si estaría él dispuesto a ir a donde aquellos grandes responsables de la situación de conflicto armado que hoy sufre el país para que manifiesten si están dispuestos a aceptar las consecuencias de sus acciones y bajo esa premisa avanzar en el diálogo.
El Presidente se mostró interesado en conocer si la experiencia de Sierra Leona, de la que ella es experta, pudo quizás jalonar el diálogo de esa zona, por lo que le pidió que entablara una conversación telefónica con su comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo.
Desde la mesa principal se le vio a la magistrada levantar sus brazos en gesto de victoria.
Pero fue una victoria que nunca se concretó, recordó el blog Banderas del mundo que hizo un excelente resumen de aquella jornada. Después de la conferencia con el Arzobispo Tutu, Uribe nunca retomó el tema con el gobierno sudafricano y la propuesta de tener a Mandela como mediador se quedó únicamente en palabras.
El mensaje de Mandela al simposio de Cali
Atrás quedaba el mensaje de Mandela enviado en un video que hoy es menester rescatar.
“Queridos amigos lo que pareció casi imposible, que en Sudáfrica alguna vez pudiera cambiar esa situación tan espantosa, era poco probable pero ocurrió. Eso fue hace diez años, hace diez años que contamos con libertad, paz y democracia, y nosotros, los hermanos Sudafricanos, venimos a decirles que la paz es posible en Colombia”.
“Se requieren ‘verdaderos actos de liderazgo’ para lograr la paz en Colombia. Nadie que no sea un colombiano que tenga una acción y un amor extremo por su propio país puede ponerle fin al conflicto”, decía.
"Colombia es un país donde la paz es todavía esquiva", decía Mandela en la corta grabación de siete minutos. "Nunca va a ver paz, sin justicia, ni justicia sin paz", dijo.
Y agregaba que "las experiencias internacionales en la resolución de conflictos muestran que el ingrediente importante es el coraje del líder que implica dar el primer paso a la reconciliación con los adversarios... solo de esa manera puedes hablar sobre los principios fundamentales de los acuerdos que se puedan alcanzar".
Mandela no conoce la compleja situación colombiana, como tampoco los conferencistas invitados al Simposio Internacional Justicia Restaurativa y Paz. Por eso dijo en su video que nosotros como colombianos entendemos y conocemos mejor que nadie la historia de nuestro país, por lo que nadie excepto nosotros, "guiados por el amor hacia Colombia", traeremos el fin al conflicto.
Por desgracia el ex presidente Uribe hizo oído sordos a estas propuestas mientras hoy ante la desaparición del líder mundial de la reconciliación y el perdón, solo dejas escapar un twiter lamentando la pérdida pero reafirmado su odio a quienes intentan llegar a un acuerdo de paz en La Habana.