Gracias empresarios del Valle del Cauca por su compromiso, por la consciencia, por las iniciativas y por la buena voluntad.
Escucho a algunos de ustedes decir con humildad “no hemos hecho lo suficiente, hay que hacer más” y “de las manifestaciones pasadas nos quedó la violencia y el miedo, pero no nos quedó esa levantada de manos de los jóvenes”.
¡Se puede cambiar el chip!
Ahora bien, ¡el proceso de restaurar la estatua de Sebastián de Belalcázar costará 400 millones y tardará dos meses!
¿En serio?
¿Se va a “invertir” un dinero que no hay en algo que no tiene urgencia? ¿No sería más sensato utilizar esos fondos para algo realmente urgente y que beneficie a más caleños como la recuperación de los medios de transporte?
Sugiero que los dolientes envíen un par de ramos fúnebres al lugar donde estaba la estatua y que la guardemos para algún día exhibirla en un museo. De pronto el vacío que deja nos inspira a poner en su lugar algo que no ofenda a nadie y a todos nos dé mejor sentido de pertenencia.
PD. Los habitantes de Cartago, Anserma y Santa Fe de Antioquia con seguridad también se alegran de la desaparición de la estatua de Don Sebastián, ya que fue él quien mandó a decapitar a Jorge Robledo, su fundador, en 1546. Dicen las malas lenguas que el señor Moyano y Cabrera (alias Sebastián de Belalcázar) mató una mula y huyó de España por miedo al castigo, aprovechando también para salir del estado de pobreza en el que se encontraba.