Creencias folclóricas de la gente.
Desafortunadamente con el cuento de preservar ciertas tradiciones, se promueve mantener creencias que son mitos populares o leyendas urbanas. Ese es el caso de supuestos alimentos milagrosos que hasta con rituales muchos los consumen. Caldo de pajarilla, sangre de toro, ternero, etc. Nada de eso tiene efectos milagrosos ni curativos de enfermedades como el cáncer ni ofrece potencialidades especiales. Hay que tener en cuenta que no existe un alimento de acción directa para el tratamiento de patologías especiales como por ejemplo el cáncer con lo cual se especula demasiado. Al contrario esos menjurges – alimentos, si pueden conllevar serios riesgos para la salud humana, por sus componenntes o por razones de salubridad. De allí que la mejor recomendación fisiológica, médica o científica es abstenerse de comsumirlos.
Invima prohíbe “el ternero” en Popayán
A veces en algunos poblados “tropicalistas” se trata de cultivar ciertas creencias que algún ingenuo o avispado se inventó a lo mejor de buena fé. O simplemente que se heredaron de la antigüedad cuando la investigación médica era incipiente y había que probar muchas cosas aleatoriamente. Ese podría ser ahora el caso del llamado “ternero”, que es el neonato bovino que con todo su extracto de purinas y grasa animal (caldo), se sirve como plato típico de Popayán. Ha logrado incluso un importante reconociniento gastronómico. Folclóricamente y de manera empírica le atribuyen extraordinarias propiedades terapéuticas, lo cual ha logrado calar hasta las altas esferas.
Su venta en lugares muy populares como plazas de mercado se defiende como un “patrimonio cultural”. Lo objetivo y científco ya es otra historia, ya que el consumo de estos caldos no es recomendable por su alta carga de grasa animal y otros resisduos proteicos como las purinas. Popularmente lo recomiendan para la resaca o “guayabo”, lo cual no hace más que incrementar la carga de trabajo digestiva y especialmente para el hígado ya resentido por el veneno alcohólico, es decir es más contraproducente por salud en esos casos.
Por ello a través del decreto 2278 el Invima, determinó que el caldo de ternero no se puede comercializar en la capital caucana. Se aducen razones sanitarias ante todo. Se dice que un pequeño grupo de personas derivarían su sustento de este producto. Ello no justificaría los riesgos en los que se sustenta el Invima (Trasmisión de brucelosis por ejemplo), ni la preservación de un mito más popular y cultural, que un aporte a la buena salud. Son tiempos más pragmáticos, donde prima el bienestar humano y la calidad de vida.