La televisión es un sistema de educación, entretenimiento e información pero parece que en Colombia lo único importante, para los grupos de poder es que las personas no usen este aparato para formarse, sino como un pasatiempos.
No hay un mensaje concreto ni existe la necesidad de dejar con ansias al público para que realice una crítica constructiva. La programación “basura” invade los espacios de los canales y hace que el ser humano alcance un grado de insensibilidad a tal punto que pueda almorzar en un ambiente tranquilo y al mismo tiempo vea en primer plano al muerto del día.
Los canales privados han tenido la osadía de acaparar la curiosidad del televidente promedio al ofrecer programas en los que sobresale la violencia, el sexo o el morbo. En los que la gente no está pendiente de lo que pasa sino en el intercambio de chismes o rumores.
La televisión colombiana ha vuelto perezoso al ciudadano pues ahora solo quiere buscar algo entretenido que lo aparte de sus problemas y no lo invite a pensar. Se sienta frente a la caja mágica, da una o dos rondas por los canales hasta que encuentra algo que le atraiga hasta que sea la hora de dormir o de volver a las actividades laborales.
Un obrero, una ama de casa, un ingeniero o un médico tienen todo el derecho de ver un programa que los relaje después de una extensa jornada de trabajo, lo cual no quiere decir que no requiera el menor esfuerzo ni capacidad para reflexionar sobre lo que ven.
Bombardeados por programas sin sentido, enlatados, concursos en los que juegan con las ilusiones de la gente, mujeres de plástico y narcotráfico; el público se dejó llevar por la pasión de saber cómo conseguir plata fácil. Miran programas sin criterio en los que el protagonista para llegar a la cima pasa por encima de todo el mundo.
Los productores ya no tienen en cuenta los valores que se cultivan en el ámbito familiar, lo importante es producir para vender y consumir mientras se llenen los bolsillos. Ya no es importante dar ejemplo a través de la televisión, sino crear ídolos de barro que el público ame y olvide en un santiamén.
Hay que aceptar que hubo auge y expansión de la telenovela colombiana pero porque el producto era bueno y destacable tanto así que otros países adquirieron derechos de varias de ellas e hicieron su propia producción basados en la creación colombiana.
Es increíble que los ‘realities’ o partidos de fútbol tengan un mayor nivel de rating y puntúen en el "share" cuando existen programas que cumplen con la trinidad de la comunicación.
Hay canales que tratan de salir del hueco en el que está la televisión en Colombia, tales como Señal Colombia, Zoom o Canal Capital, quienes hacen un esfuerzo enorme por mejorar las parrillas de programación y para competir cabeza a cabeza con los canales de mayor poder.
Programas como “La Lleva” o “El Show de Perico” a pesar de pertenecer a la franja infantil, generan interés en todo tipo de público porque exaltan la cultura y modo de vida de las personas al igual que “Los Puros Criollos” en el que se destacan aspectos de la cotidianidad.
Este tipo de programas tienen poca publicidad y muchas veces no llaman la atención como lo puede hacer una novela.
El televidente se debe preocupar por lo que ve, por el programa va a consumir y si de verdad le sirve como ayuda a su crecimiento como ser humano mientras piensa y se divierte al mismo tiempo.