¿Se parecen en algo Duque y Trump?
Opinión

¿Se parecen en algo Duque y Trump?

Es paradójico que nuestro mandatario electo acabe teniéndose que adaptar a la misma estrategia de Trump, de quien está muy lejos de parecerse

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julio 18, 2018
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Gira nuestro interés alrededor de dos mandatarios que copan el espacio de todos los medios. Y pareciera que nada tan diferente como la imagen de Trump y de Duque.

Trump es un mandatario que nos desvela al manejar la política como si fuera un reality en el que lo que cuenta es mantenerse como el centro del espectáculo.

Y, siguiendo la versión ortodoxa, ello se consigue exagerando lo que se propone, crear suspenso pero sin concretar nada diferente de la expectativa por saber cual será el próximo capítulo.

Se destaca sobre todo en las posiciones internacionales. El primer golpe o el primer paso es descalificar lo que se va a negociar o a la persona con quien va a adelantar las conversaciones. Escandalizar y volver noticia su futura presencia convirtiéndola en el centro de atención del mundo de la manera  más contraria a lo ‘diplomático’ y/o a lo ‘políticamente correcto’.

Lo hizo desde las primeras declaraciones de amenaza de bombardeo contra Corea del Norte y el tratamiento a su gobernante, con lo cual se llegó hasta temer el inicio de un desastre nuclear; pero después lo convirtió en unas ‘amigables’ conversaciones en las cuales calificó como un triunfo que ese peligro hubiera desaparecido.

Lo hizo en el caso de Irán, saliéndose del acuerdo pactado pero sin implicar ninguna consecuencia diferente de mostrar al mundo que él no se sometía a las reglas convencionales de los pactos internacionales y que con él siempre los temas deberían ser tratados como un partícipe especial.

Lo repitió cuando atacó a la señora Merkel y la posición que ha tomado Alemania respecto a las relaciones con Rusia y el tema del manejo de los inmigrantes; el resultado fue el alivio porque eso no se expresó en actos o medidas que perturbaran la relación existente.

Después en vísperas de la reunión de la OTAN adelantó los cuestionamientos a los demás miembros pareciendo que hasta la Alianza podría quedar en entredicho, pero concluyendo con la aceptación de que debían seguir y cumplir simplemente con los aspectos económicos proyectados.

Antes de encontrarse con la primera ministra Británica Teresa May se metió en la política local opinando sobre la conveniencia de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y promoviendo con sus intervenciones el rechazo popular que lo llevaría al centro de las noticias del momento. Ninguna conclusión o acción concreta salió de esa visita excepto la declaración de que entre las dos naciones existe un vínculo especial, como la han dicho todos los presidentes de los Estados Unidos y los primeros ministros británicos en todas las reuniones bipartitas.

Y ya lo había hecho en la reunión de los 7 en Canadá cuando además de declarar su descontento y justificar su deseo de renegociar el Nafta llegó a proclamar la negativa a firmar el comunicado conjunto.

En todos los casos lo que logró fue destacar su presencia como un elemento ajeno al mundo en el cual circulaba y así lograr reubicar las relaciones en base a incomodar a los interlocutores, con el resultado de sacar adelante sus propios intereses.

Es paradójico que acabe nuestro mandatario electo teniendo que adaptarse a la misma estrategia de quien en principio nada se parece.

 

El propósito de Duque parece ser el dedicarse a desvirtuar
todas las amenazas que podían haberlo acompañado durante su campaña
y desligarse de los excesos que sus partidarios y su mentor proclamaban

 

El propósito de Duque parece ser el dedicarse a desvirtuar todas las amenazas que podían haberlo acompañado durante su campaña y desligarse de los excesos que sus partidarios y su mentor proclamaban como objetivos de su gobierno.

Aparece tan discreto como es posible, tanto en el sentido de no crear escenarios a su alrededor ni ser demasiado protagónico, como en el de ser reflexivo y acertado en su comportamiento.

Muy diplomático y políticamente correcto, no busca ‘alebrestar’ las audiencias o los interlocutores, y muy paso a paso parece sondear como sale de los compromisos que podrían crearle dificultades para cumplirlos, como la promesa de llevar la juventud al poder, reconocer por lo menos la mitad del gabinete en cabeza de mujeres, o no buscar aliados mediante cuotas burocráticas.

Esperemos que lo bueno de este contraste no resulte en el parecido de una estrategia en la que la imagen de moderado sirve para que después logre adelantar políticas que no serían bien recibidas si fueran propuestas como punto de partida; ojalá que detrás de esa buena presentación no vengan las medidas y las políticas que para la mitad de los colombianos fueron amenazas.

 

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