Por fin respiré. Llevaba días tragando arena. Descanso total. Sentí como si de aquella diminuta y arrugadita cavidad que adorna la parte trasera de mi cuerpo, me hubieran sacado un ladrillo.
Ganó Santos. Muchos chillaron, empezando por uno de mis tíos. Aquel que de joven bebió, fornicó y se narcotizó casi hasta el colapso; y ahora de viejo, casi sesentón, sin ningún atisbo de vergüenza, a estas horas de la vida, le dio por convertirse en un facho extremista y alarmista que riega vídeos con la voz ñata de Fernando Londoño en la web. El otro de ellos no se queda atrás. Enfrente de sus hijos, mis bacanes y adorados primos universitarios, el muy machito, promueve su odio visceral en contra de los gais, diciendo a gritos que le cae bien el procurador porque le da palo a los maricas.
La rabia de mis tíos les alcanzó para mucho. Aquel domingo de alegría electoral, el más joven, ya derrotado, llegó hasta predecir mi muerte en un Mail descompuesto e incoherente, en el que decía que mis columnas eran un gargajo: "Usted Daniel, con sus escritos, se está buscando una muerte pendeja" aseguró rampante, como deseando la fatalidad.
Mi papá en cambio estuvo fresco. Se levantó a las siete y votó a las ocho. Por la Z, claro. Como a la una de la tarde me despertó una niña de preciosos ojos verdes, que se quedó pegada a mí desde que festejé ese tercer gol de la selección Colombia.
- Tu celular no para de alumbrar, en la pantalla dice "Padremio". Me habló un susurro melodioso entre las sabanas.
Tomé el teléfono todavía con la algarabía del rumbón en la cabeza.
- Va a ganar Santos, felicitaciones. Añadió el viejo tranquilo y con actitud de buen perdedor.
-Te lo dije Padremio, perdiste ese voto por Zuluaga. Le respondí sin humildad, con inmadura suficiencia.
-No. Respondió. Y con la serenidad de quien ha librado muchas batallas, añadió:
- ... la guerrilla y Santos van a tener mucha gente encima. Vamos a estar pendientes de que no salgan con un chorro de babas.
La frase me dejó pensando. Como todo lo que me dice el viejo cuando trasciende. Independientemente de que haya ganado la paloma y perdido la motosierra, las palabras de mi papá aguaron un poco la fiesta.
Anoche, una semana después, el pensamiento hizo catarsis hasta hacerme frentear la pantalla.
¿Será que Santos se nos va a torcer? Porque la guerrilla no es que tenga que echar tanto seso para entender y decidir lo que tienen que hacer. Sencillo: Una cola larga y en fila india, uno por uno, a entregar su fusilito. Después, si quieren acomodar su trasero calloso en una curul, que lo hagan, los prefiero hablando basura en el Senado que disparando plomo en el monte.
Es el presidente Santos el que tiene que ponerse a echar aritmética, porque infaltablemente a alguien habrá de incumplirle.
Es lógico y matemático: si uno tiene sólo 10 granos de frijol y a hay 100 gordos tragones esperando de a bandeja paisa pa cada uno, no hace falta ser Einstein para saber que para todos no va a haber y que muchos van a quedar mamando.
El hecho de que Santos no le vaya a cumplir a algunos, no es lo grave, por cuanto era previsible para los electores, independientemente de para qué lado cogiera el voto.
¿O es que Zuluaga honraría sus promesas? ¿Ustedes creen, por ejemplo, que ese Chuky diabólico iba a continuar con los diálogos de paz? ¿Ustedes creen que el gamonal de a caballo, no iba a terminar nuevamente de las mechas con nuestros vecinos los venecos? ¿Qué le merecían respeto las minorías étnicas, indígenas y sexuales, cómo se lo escupió a los micrófonos de varias emisoras? ¿Qué entre el paraco mayor y su saltimbanqui iban a darle de comer al campesino de alpargatas? ¿Qué ellos se iban a preocupar más por los niños y los ancianos pobres, que por los perfumados empresarios vestidos de Armani y Ferragamo?
Aquí lo importante es qué va cumplir y a quién le va cumplir Santos. Y por consiguiente… a quién se le va a torcer. Vuelvo y me pregunto: ¿Será que es a nosotros a quienes nos va a traicionar? Y al decir nosotros, me refiero a los demócratas que le dimos el voto pensando en el cambio estructural que tomó su discurso, desde que se comprometió con la izquierda representada por Clara López.
Asusta un poco la ponderación que pueda llegar a hacer el presidente. Porque si piensa y actúa cómo ajedrecista, saldríamos mal librados. Cuantitativamente a Santos le saldría más barato untar de mermelada a todos esos chanchos regordetes, que acostumbran revolcarse en la marranera de nuestras miserias.
A Clara en cambio el dulce la enferma. Ella busca siempre la proteína. Y al presidente eso le va costar mucho más. Por ejemplo, si nos va cumplir con las soluciones veraces y concretas que requieren los campesinos, tiene que torcercele a toda esa godaria de señores feudales, que cual pequeños Uribitos gobiernan el reino del Ministerio de Agricultura. Si le va a poner ladrillos a todos esos colegios bilingües, con piscinas, salas de computo, gimnasios, profesores de música, y si en ellos los niños van a tener los tres golpes bien trancados, las onces y las medias nueves, no va a haber para enjuagar de comisiones a los senadores, diputados y concejales que presentan y tramitan las obras de infraestructura. Si van a dejar de recetar en los hospitales públicos aspirina con pony malta, y las citas médicas se van a programar antes de que el alentado se convierta en difunto, entonces va a tener que guardarse todos esos caramelos que le prometió a los directores de todas esas entidades, pasamanos de los medicamentos y servicios del sector salud.
Para convertir esos sueños en realidades le va tocar ceder espacios representativos. Soltar un par de ministerios y entregárselos a gente decente, valiente y lo más importante: personas comprometidas con los ideales, que lograron darle a sus palabras la fuerza necesaria para que pueda continuar donde quiere estar.
Ojalá señor presidente se acueste sereno en el prado de su palacio, sienta el aire y respire profundo, logre escuchar las pulsaciones de su corazón, ellas le dirán quiénes son los que merecen quedar mamando.
