Samurai fue sin duda un artista que dejó huella en cada persona que lo conoció, en cada artista que compartió con él aunque sea unos minutos, en cada joven que lo escucha y escuchará en la intimidad de sus audífonos.
Fue un cantante enamorado del arte y el hip hop poseía un derroche de pasión no solo por un género musical sino por el estilo de vida que eligió.
Por eso es muy importante en este artículo dejar constancia de la grandeza de este hopper que en cada concierto llevaba un guante negro consigo, simbolizando el equilibrio del ser, con una mano negra y otra limpia, fue uno de los más comprometidos rappers que existieron en Bogotá.
Samurai quedará siempre como el cantor, pintor, poeta. Un artista que hacía sus propios beats un gran amante de la lectura con canciones inspiradas en la realidad, pero expuestas con un toque de poesía. Algunas de sus letras son melancólicas, otras nostálgicas, pero siempre agradecidas con la vida por los momentos duros y por aquellos que dejan una sonrisa en el alma.
Repartió arte en varios países de Latinoamérica como Ecuador, Perú y México, teniendo la oportunidad de compartir tarima junto con el grupo de hardcore hip hop Dope D.O.D, la agrupación de rap peruano rapper school, de rap chileno Mamborap, el solista español Foyone, el inmortal y querido Canserbero, el grande de España Kase. O entre otros.
A pesar de tener un reconocimiento internacional en el mundo del hip hop, también se vio a este rapper en las tarimas más humildes, recordando sus raíces en Ciudad Bolívar y Fontibón con el objetivo de enseñarles a los jóvenes un género que le salvo la vida y que puede que se la salve a quien lo escuche o a quien él esté enseñando.
Por esa dedicación al hip hop y a esa juventud que lo escucha con atención, es tan preocupante y desconcertante que su cuerpo haya aparecido en una ladrillera del barrio El Mochuelo "con politraumatismo por elemento contundente" como informó Medicinal Legal, un final injusto para un artista que sacó sonrisas sin darse cuenta, que tocó el corazón de miles y la consciencia de aquellos que tenían más opción de irse hacia las calles y decidieron vivir una vida dura pero honrada.
Samurai no fue alguien que le importara el dinero o la fama, era un artista de verdad, que si le aportaba a Colombia como país, como pieza clave de la sociedad.
A Héctor Everzon Hernández,“Samurai”, sus amigos, familiares, compañeros y público en general lo buscaron con desesperación hatsa este 15 de enero el lunes más triste de todo el año, haciendo campañas por redes sociales, entregando volantes por las calles y haciendo grupos de búsqueda por el lugar en el que testigos dicen haberlo visto la última vez.
A sus 34 años Héctor Everzon dedicó más de la mitad de su vida al hip hop, sus amigos, familiares y compañeros pueden estar seguros de aquella frase que decía su gran amigo Canserbero: “No se muere quien se va, solo se muere quien se olvida” y Samurai merece que lo recuerden de por vida.