Estoy devastada, el principal aliado que teníamos los gaitanistas en la Comisión de la Verdad para romper y acabar con el memoricidio frente al genocidio al Movimiento Gaitanista se ha ido.
Esperemos que su batalla —porque lo fue con perseverancia y compromiso— para rectificar el encubrimiento a los responsables del derramamiento de sangre que, en forma planificada originaron las oligarquías en 1946, no se diluya en los argumentos torticeros de quienes quieren conservar el statu quo histórico para salvaguardar a los culpables de los crímenes contra el pueblo.
Alfredo Molano, como comisionado de la actual Comisión de la Verdad, apoyaba decididamente la necesidad de rectificar la versión acomodaticia de la Comisión de Investigación conformada en 1958 por la Junta Militar de Gobierno, creada a instancias de Alberto Lleras Camargo, cuyo informe final fue presentado por Monseñor Germán Guzmán, donde se lee —como también en el libro publicado posteriormente—, que se trató de una guerra entre el pueblo, donde sus características violentas, heredadas de nuestros ancestros indígenas, dieron origen a una guerra bipartidista.
Así, sin pudor, le echaron la culpa al pueblo, lavando de toda culpa a los verdaderos responsables, que se aliaron entre sí, para masacrar al pueblo que, bajo las banderas del gaitanismo, avanzaba inexorablemente hacia la toma del poder.
La familia Gaitán en dos ocasiones le presentó a la actual Comisión de la Verdad un informe detallado y ampliamente documentado que demuestra, pruebas irrefutables al canto, que el actual conflicto tuvo su origen en el genocidio al Movimiento Gaitanista que, de manera informal adelantó la oligarquía de ambos partidos cuando, en 1944, esta organización política popular tomó cuerpo independiente, proclamando a Jorge Eliécer Gaitán como candidato del pueblo para las elecciones presidenciales de 1946.
Al unísono, dirigentes liberales y conservadores buscaron frenar el ascenso del pueblo al poder, iniciando el ejercicio de la violencia. Primero, en forma dispersa. Pero una vez la Unión Nacional en el poder, adelantaron su táctica de muerte de manera premeditada, sistemática y planificada, contratando paramilitares a través del director de la Policía Nacional, el coronel Virgilio Barco [1].
Con la partida de Alfredo Molano, a los gaitanistas se nos fue nuestro aliado clave en la lucha contra el memoricidio al genocidio al Movimiento Gaitanista, que le dio origen al conflicto armado que no ha terminado. Algunos comisionados pretenden marcar el año de 1948 como la fecha inicial del conflicto, por haber sido asesinado en ese año Jorge Eliécer Gaitán. Pero, como el magnicidio del líder popular hizo parte integral del genocidio al Movimiento Gaitanista, no pueden desconocerse, porque son humildes colombianos, las muertes de quienes, desde 1944, fueron asesinadas por “pretender” sustituir a la oligarquía en el poder.
Esperemos que se respete la posición de Alfredo Molano para que la Comisión de la Verdad, que presentará su informe al final de este año, reconozca, a plena luz del día, la responsabilidad de la oligarquía bipartidista en el origen del conflicto. Así, los gaitanistas lograremos que brille la verdad y se nos haga justicia y reparación.
[1] Es un homónimo del presidente Virgilio Barco, pero no tienen ningún parentesco ni relación política entre ellos.
