Un Niño amenaza con generar problemas mayores a la población colombiana. El gobierno ingenia estrategias para mitigar los riesgos. Los ciudadanos de a pie hablan con temor de sus peligros. La historia lo recuerda con espanto. Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta cómo prepararse ante este inminente fenómeno climático.
Lo que vemos ahora del Fenómeno del Niño, es apenas el alumbramiento de un cambio meteorológico con consecuencias dramáticas, aún más para un país mal preparado. Según la Contraloría, Colombia ha tenido que enfrentarse con esta ardiente tragedia desde 1997, año en el cual se formuló un Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) para orientar la prevención y mitigación de los impactos ecológicos y ambientales del fenómeno. Han pasado 17 años y nada que aprendemos. En esta ocasión, el Niño, que apenas se encuentra en una fase inicial según el director del Ideam, Ómar Franco, ya ha generado trascendentales estragos.
Este pequeño titán ya ha puesto en alerta roja a 20 departamentos del país por incendios forestales y dice la Defensoría del Pueblo que hay 117 municipios que enfrentan una enorme vulnerabilidad y podrían sufrir escases de agua potable. Pero recuerden, el Niño está pequeñito y es muy probable que en su proceso de nacer, crecer y morir, se lleve consigo bienes naturales que no podremos recuperar. Ha llegado pues el día de pensar ¿Qué hacer cuándo se nos crezca? Ese es el interrogante que el Gobierno Nacional tiene por estos días en su cabeza, y en el que está aplicando gran parte de sus recursos intelectuales y económicos para ofrecer la mejor solución. ¿Tarde? Por supuesto que sí, como tantas cosas en nuestra amada Colombia. No obstante, no es momento para lamentaciones. Es hora de ponernos la camiseta, ojala mojada y empezar a ayudar.
El río de colombianos que hicieron fila en Starbucks para tomarse un café igual al nuestro, solo que mucho más caro, por el simple hecho de sentirse más interesantes, podría continuar construyendo su autoestima adoptando el método francés de bañarse más con perfume y menos agua y así matar dos pájaros de un solo tiro.
Todo vale en esta desesperada urgencia de aportar nuestro granito de arena a preservar, en tiempos de crisis, la fuente de la vida.
¡Ayudemos!
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