Carlos Marx decía que la sociedad tenía 2 pisos. El primero, lo conformaban las clases sociales y el segundo, al que denomino la superestructura, era compuesto por la sociedad, la cultura y la familia como núcleo fundamental. No obstante, como lo evidencia la historia, Carlos Marx se enfocó en la lucha de las clases sociales, no tocó la famosa superestructura.
Ahora bien, alrededor de los años 70 en Alemania, Herbert Marcuse —filósofo y sociólogo alemán de origen judío y marxista de la Escuela de Fráncfort y conocido como el padre de la Revolución Cultural (postulados que fortalecieron a los movimientos feministas que habían surgido en los 50 y 60 en Estados Unidos y Europa)— propuso que había que atacar la superestructura propuesta por Marx.
Desde aquel momento se comenzaron a generar cambios en lo social y en lo político en los países europeos, a la par que se daban los movimientos sociales que en los Estados Unidos. Dichos cambios llevaron a que por ejemplo la Asociación Américana de Psiquiatría sacara de su manual de enfermedades a la homosexualidad que hasta antes del DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) era considerada una enfermedad mental. Esta lucha en la transformación del DSM IV fue liderada principalmente por los movimientos feministas norteamericanos.
Tales cambios en la forma de pensar en las sociedades fueron descritos por Joseph Overtón (exvicepresidente del Centro Mackinac de Política Públicas) a través de la teoría política llamada "La Ventana de Overtón". Esta consiste básicamente en cómo cambiar la mentalidad de una sociedad por medio de 5 pasos, que van desde el rechazo generalizado a algo al cuestionamiento del mismo. Quienes lo hacen, influencian a su vez a la academia para que por medio de estudios determine si algo es malo o bueno, correcto o incorrecto. Así pues, el siguiente paso es influenciar a los medios de comunicación, logrando que los niveles de rechazo hacia ese algo bajen dramáticamente. Posteriormente, se influencian a los políticos y finalmente se cambian las leyes o las constituciones de acuerdo a la conveniencia de cada grupo.
A raíz de los postulados de Marcuse y del pensamiento de la filósofa feminista francesa Simone de Beauvoir, cuando dijo en su libro El Segundo Sexo, "no se nace mujer: llega una a serlo", es que los actuales movimientos feministas y los movimientos LGTBI buscan que la sociedades a través de los 5 pasos de la Ventana de Overtón piensen "que no se nace hombre y se puede llegar a no serlo", como diría Humberto de la Calle.
Hasta aquí se podría pensar que el homosexualismo se enmarca solo en el contexto sociológico y no en el campo de la biología, especialmente en el de la genética, donde los resultados no han sido claros sobre si la persona nace siendo homosexual porque es algo innato que está en su cuerpo o es producto de alteraciones cromosomales. Esa es la nueva lucha donde la ciencia no ha dado con resultados que puedan comprobar lo que los movimientos LGTBI y feministas han tratado de demostrar y es que se nace siendo homosexual.
El último estudio en materia de genética y su relación con la formación de tejidos y funciones sexuales se conoció como The landscape of sex-differential transcriptome and its consequent selection in human adults (algo así como El terreno del Transcriptoma del Sexo-Diferencial y su Consecuente Selección en Adultos Humanos). Este fue liderado por el profesor Shmuel Pietrokovski y el Dr. Moran Gershoni, ambos investigadores del departamento de genética molecular del Instituto Weizmann en Israel. Fue publicado el 7 de febrero del 2017 en la revista cientifica BMC biology.
Los resultados de este estudio evidenciaron que cerca de 6500 genes que se encontraban tanto en hombres como en mujeres se expresaban de forma diferente y tenían ciertas funciones en cada sexo; es decir, estos estaban configurados para crear tejidos propios para el hombre y propios para la mujer. En el caso del aparato reproductor masculino o femenino los genes se sobreexpresaban más según el sexo, por lo cual básicamente se podría decir que los resultados de este estudio ponen en tela de juicio el concepto que la persona homosexual nace siendo homosexual por su genética y no por la cultura o la sociedad que lo rodea.
Aún hay mucha tela por cortar en materia de genética en este tema, por ende no se puede afirmar que el homosexualismo se deba a fenómenos genéticos exclusivos sino más bien a fenómenos sociales u ambientales. Por lo pronto está la discusión sobre si ciertas pautas de comportamiento de los transexuales se deben a un trastorno de la personalidad, más conocido como disforia de género, o si es algo normal de la personalidad.
No hay una verdad absoluta, seguirán surgiendo más estudios que enriquecerán el debate académico. Mientras tanto, la sociedad no debe caer en lo que Marcuse definió como "la tolerancia represiva", donde solo un lado de la sociedad tenía la razón y el otro no.