La prueba de que hemos evolucionado está en que a nadie le importa un pepino el Reinado Nacional de la Belleza. Este país de retrasados mentales se paralizaba por la creación de Doña Tere de Ángulo. Era una semana entera de chichamenta y de traquetos mandando a sus amantes a Cartagena. Era Colombia en su versión más corrupta, más asesina. La Colombia que permitía que los esposos golpearan y violaran a sus esposas, en la que se veía a las mujeres como ganado.
Al reinado venían reyes de Europa, empresarios gringos, y mafiosos, que iban a las cenas y actividades que se generaban alrededor del Hilton, sede durante años del concurso. El rating marcaba casi 70 puntos y Doña Tere y su hijo Raymundo se portaban con la altivez de dos miembros de la realeza.
Solo, el reinado pasó a mejor vida. No necesitó de escándalos ni nada. Solo fue indiferencia. La mujer ya no se vende por kilos, ahora los abusadores son señalados. Ocurrió tarde. De hecho, Colombia fue uno de los últimos países en el mundo en darle importancia a atrocidades como reinados de la belleza o los toros. Además, el certamen, producto de la desorganización, se partió en dos.
La próxima semana Raimundo Angulo, quien fue exiliado de Cartagena, se irá a Medellín, en donde realizará una versión la próxima semana. De allí saldrá la representante a Miss Universo en el 2018. Sin embargo, en Cartagena, en noviembre, hará otra, donde saldrá la representante a Miss Universo en el 2019. Nadie entiende este sancocho.
Y como el toreo es una práctica mal vista, ya cada vez son más raros los casos de las mamás que educan a sus hijas con los modelos de una reina, ya son muy pocas las mujeres que quieren tener una corona en la cabeza. Ahora tienen otras aspiraciones, todas abocadas a la independencia.
Para cerrar, no solo las mujeres sino la sociedad en general evolucionó. La decadencia del invento de Doña Tere de Ángulo significa que ya no somos el mismo platanal de hace 20 años.
