Todo está listo para el cierre de las dos últimas fábricas de zapatos Crocs, en México e Italia donde habían incursionado con diseños más atrevidos, acordes con las tendencias de la moda. Igual tendrán que hacer con 160 tiendas en los próximos dos años. Su estrategia no pegó y el mercado les mostró el único camino para sobrevivir empresarialmente: regresar al diseño clásico, el zapato básico famoso por su comunidad y que popularizó en Colombia el Presidente Uribe, así como el chef Harry Sasson y reconocidos médicos y odontólogos que por su oficio deben permanecer de pie muchas horas del día.
Con este retorno al Crocs original se proponen vender en 15 años más de 350 millones de pares en noventa 90 países.
El origen de estos particulares zapatos, se le debe al norteamericano Scott Seamans quien en 2002 le llamó la atención un extraño tipo de zapato estilo sueco para uso en Spas que había desarrollado una empresa canadiense de plásticos. El zapato desde ese entonces se veía raro, pero lo que atrapó a Seamans fue la resina, más tarde registrada como Croslite, que era resistente al agua y liviana, y, a diferencia de los plásticos y el caucho, defendía muy bien el pie de los ataques de las bacterias y los hongos. Mejor aún, la resina se ablandaba con el calor del cuerpo para moldearla en el contorno del pie, proporcionando un ajuste inusualmente cómodo, y "protuberancias de circulación" que prometieron mejorar la circulación y reducir la fatiga muscular como lo demostró su crecimiento en ventas en solo quince años de existencia.
Seamans le puso una correa en el talón y pensó que el diseño, con agujeros para el aire y el drenaje, sería ideal para pasear en lanchas y barcos, en contacto con el agua. Mientras estaba de vacaciones en el Caribe, convenció a dos amigos de montar una empresa para venderlos, un negocio cuyo éxito fue rápido, en cuatro años pasó de una ganancia bruta de USD 1,000 en ventas en Estados Unidos, a ventas de USD 355 millones y ganancias de más de USD 200 millones por año. En ese momento, el año de 2006, la compañía se hizo pública, logrando la oferta inicial más grande para una compañía de calzado, y un año después se había más que duplicado a USD 847.4 millones. Los suecos estaban en todas partes.
La comodidad y la funcionalidad fueron siempre el fuerte de Crocs. El agarre "sin deslizamiento" en la suela, los agujeros de aireación, y su peso liviano de 170 gramos el par, lograron entrar como contracultura con propaganda como Feo puede ser hermoso, y su uso se generalizó llegándole a los pies de celebridades como el chef Mario Batali, el expresidente George W. Bush, Al Pacino, Matt Damon o Kate Winslet.
La decisión de introducirle otros diseños a los Crocs, los sacó de de su público y fallaron empresarialmente. El resultado: un enorme inventario que no se movía, más batallas legales de competidores que alegaban propiedad sobre los diseños. En el 2009 las ventas cayeron una cuarta parte sin superar los USD 650 millones y en el 2013 con ventas de USD $ 1.200 millones, las ganancias bajaron en un 92 % año a año, llegando a USD 10,4 millones. .
Los malos resultaron prendieron las alarmas y con el nombramiento de un nuevo CEO empezaron los cambios que tomaran forma desde este año. Hace unos meses la empresa decidió contratar con terceros la producción de sus zapatos y moverse hacia ventas en línea. Ampliará sus fabricas asociadas de las dos fábricas en China y Vietnam que manejan actualmente el 60 % de la producción y en cuanto a los almacenes sostendrán solo 400 de las 560 que tiene, asegurando un ahorro del 70 % en la operación.
Los fans de los Crocs descansarán porque en el algún momento se especuló que cerrarían y podrán tener variedad de colores pero solo alrededor del modelo clásico: la tradicional sandalia de goma con huecos y colores fuertes. El expresidente Uribe tiene sus tradicionales Crocs grises asegurados.
