Se hundió el 'María Patricia', barco del Pacífico que ahora será lugar de peregrinaje para buzos

Se hundió el 'María Patricia', barco del Pacífico que ahora será lugar de peregrinaje para buzos

El legendario barco de turismo de buceo en el Pacífico colombiano naufragó en las costas del Chocó, llevándose a un buzo y sus mil historias ahora sumergidas...

Por: Por Dicter Zúñiga Pardo y Jesús Palta Morales
mayo 25, 2022
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Se hundió el 'María Patricia', barco del Pacífico que ahora será lugar de peregrinaje para buzos
Foto: Cortesía

«No te asuste naufragar,
que el tesoro que buscamos
no está en el seno del puerto,
sino en el fondo del mar»

(León Felipe)

El pasado domingo 8 de mayo, siendo aproximadamente las 4:15 de la madrugada, el legendario barco “María Patricia”, destinado al turismo de buceo en el Pacífico colombiano, naufragaría en las costas del departamento del Chocó, después de haber iniciado su travesía al atardecer del jueves anterior desde el Puerto de Buenaventura, al encallar entre las sobresalientes rocas de Playa Blanca, a la entrada del Parque Nacional Natural de Utría, en la ensenada que lleva el mismo nombre, en donde inicia la pequeña península que, en extensión de unos ocho kilómetros, abriga aguas marinas en un ancho de un kilómetro, aproximadamente.

De propiedad y bajo el mando del Capitán Harold Botero, el “María Patricia” encontraría su destino final entre la inmensidad del Océano Pacífico y las empinadas y selváticas estribaciones de la Serranía del Baudó, después de que las calmas aguas sobre las cuales fondeaba desde la noche anterior, se vieran perturbadas por un fuerte y súbito oleaje que rompiera las cadenas que lo sujetaban al ancla, arrojándolo hacía las rocas en donde habría de encallar, haciéndolo zozobrar después de fuertes sacudidas.

Como presagiando ese nefasto final, y en un acto que podríamos considerar de necesaria despedida, la embarcación sería abordada en esta última ocasión por lo más entrañable de su tripulación, contándose entre ella a las siempre bien recordadas Ofelia, Doris y Janeth, las muy queridas y adorables mujeres encargadas de preparar los deliciosos platos con que se satisfacía y calmaba el apetito de buzos y turistas, de mantener cierto orden y limpieza en los lugares comunes, y que hacían parte de la tertulia y la conversación que regularmente se desarrollaba en torno al comedor, aportando con su alegría, historias y ocurrencias.

Igualmente viajaría Hadad, avezado marino que remontando el mar ya fuera en el sodiac o la lancha de fibra de vidrio, trasladaba al personal de buceo hasta los sitios de inmersión, siguiendo los recorridos de estos desde la superficie, para después, una vez cumplido el trayecto subacuático, llevarlos de regreso al “María Patricia”; y, para completar el cuadro, turnándose el mando del barco y encargándose de llenar de aire los tanques de buceo, estaría el legendario y menudo capitán “Don Buena” (Buenaventura), viejo lobo de mar que a sus ochenta y tantos años seguía haciendo suyo la inmensidad del océano.

Esa misteriosa sincronicidad convocaría, para ese momento final de la existencia del “María Patricia”, a algunos de los instructores de buceo y amigos más cercanos de Harold Botero; a esos que siempre prefirieron el calor humano, especial trato, bajos costos y la segura aventura que por lo regular en la vieja embarcación se lograba obtener.

Así pues, convergirían desde Medellín el ilustre Toñito, académico pensionado del club de Orcas, desde Cali, Chucho Palta (amigo que compartía cada fin de semana con Harold), Diego Hurtado y Camilo Fandiño (todos contemporáneos del capitán) y desde Popayán los inseparables “Lolo” y William Prieto (una generación posterior a la del capi), además de algunos turistas y buzos de ocasión, entre ellos, el guarda de Parques Nacionales Daniel Villalobos, buzo que, al igual que el “María Patricia”, encontró su trágico final en la ensenada de Utría, cuando una ola lo expulsó del sodiac en el que buscaba abandonar el barco que naufragaba, enviándolo directa y contundentemente en contra de las rocas, haciendo que su alma abandonara definitivamente su cuerpo después del impacto.

Aguas un poco más profundas de la ensenada de Utría esperan ser la morada final del “María Patricia”, lugar hacía donde, seguramente, multitud de buzos habrán de hacer el peregrinaje para recorrer, entre cardúmenes de diferentes especies de peces, los recovecos de una nave que por décadas fue insignia del buceo en el Pacífico colombiano, en el cual muchas personas, que nunca lo creyeron posible, lograron certificarse como buzos y entrar en contacto con ese “mundo silencioso” del que hablara Jacques Cousteau.

Adiós al “María Patricia”, gracias a Harold Botero por haber hecho accesible el buceo a una gran cantidad de gente, y paz en su tumba para Daniel Villalobos.

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