Detener las inversiones en sectores en declive para redirigirlas a otros con más oportunidades de crecimiento en el mediano plazo, se entendería como el planteamiento económico más adecuado. De eso se trataba la propuesta presente en el programa del gobierno electo para el “desescalamiento gradual de la dependencia económica del petróleo y del carbón”, que partía de suspender las “nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos”. Sin embargo, desde ese momento hasta hoy, las voces del gremio petrolero, apelando al pánico más que a la argumentación, hacen que parezca imposible emprender este camino. Su influencia ha hecho tambalear la claridad que en escenarios internacionales esgrime el propio presidente Petro, al establecer en documento publicado el 15 de marzo del Ministerio de Minas que “continuar con la exploración y explotación de combustibles líquidos y gas” es una estrategia integral para lograr una “transición energética justa y sostenible”.
El pasado 20 de marzo, el IPCC presentó su último informe síntesis de su sexto ciclo de evaluación. Allí se insiste nuevamente en el consenso científico sobre la urgencia de limitar el aumento de la temperatura media global a máximo 1,5°C para contener los efectos, aún más extremos, de la inestabilidad climática que hoy nos expone a riesgos irreversibles. En el resumen para tomadores de decisiones se explica cómo estaríamos llegando al límite de 1,5 °C tan pronto como en 2030 y que las “emisiones de CO2 futuras proyectadas durante la vida útil de la infraestructura de combustibles fósiles hoy existente y planificada, con los patrones operativos históricos y sin reducción adicional, son aproximadamente iguales a 2°C”. También se afirma que eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, sin afectar los sectores más vulnerables, “reduciría las emisiones y generaría beneficios al mejorar los ingresos públicos y los indicadores macroeconómicos”.
La revista científica Nature publicó una investigación a finales de 2021 donde se concluía que el 90 % del carbón, el 58% del petróleo y el 59 % del gas (reservas probadas a 2019) no podrían ser extraídos para tener posibilidades modestas de no superar los 1,5 °C. Para Centro y Suramérica, las cifras de petróleo y gas que deberían dejarse enterradas son mayores (73% y 67%, respectivamente), al ser más intensivas en carbono. Los autores además afirmaron que "muchos proyectos de combustibles fósiles, operativos y planificados, son inviables", lo que implica que billones de dólares en activos fósiles perderían su valor. En la misma línea se ha pronunciado la Agencia Internacional de Energía en su “World Energy Outlook 2021”, donde indica que no superar los 1,5 ° C solo es posible "sin exploración de combustibles fósiles" y "sin nuevos campos de petróleo y gas natural (...) más allá de los que ya han sido aprobados para el desarrollo".
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Carbon Tracker Initiative muestra en su investigación que, en un contexto de políticas restrictivas como el que se avizora, Ecopetrol perdería más del 75 % de su participación en el mercado
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La organización Carbon Tracker Initiative muestra en su investigación “Adaptarse para sobrevivir” que, en un contexto de políticas restrictivas como el que se avizora, Ecopetrol perdería más del 75 % de su participación en el mercado. En un análisis sobre la situación específica de Colombia, el fundador de la organización mencionada afirma que, en los escenarios más coherentes de acción climática, hay una constatación fundamental: “la demanda de combustibles fósiles disminuirá. Por lo tanto, es poco probable que Colombia siga siendo competitiva en el mercado internacional”. Menciona también que la idea de continuar firmando nuevos contratos de exploración de hidrocarburos no implica ingresos inmediatos puesto que “entre las subvenciones estatales, los beneficios fiscales y el tiempo que transcurre entre las actividades de exploración y explotación, los ingresos (…) serían muy inciertos”. Concluye que, con la moratoria, el Gobierno está garantizando “una salida progresiva de la producción de petróleo, gas y carbón ".
Para premio nobel de Economía 2001 Joseph Stiglitz, “Colombia se está moviendo en la dirección correcta”. En entrevista con El Espectador destaca la importancia de “alejar la economía de la dependencia de los combustibles fósiles”. Con respecto a nuevas inversiones en petróleo y gas explica: “si tienes un activo de los últimos 20 años y la comunidad internacional dice que no vamos a comprar tus combustibles fósiles, en 2025 vas a tener un activo. Vas a tener activos que has hecho en inversiones y no vas a tener el retorno hacia abajo". La coincidencia general en lo expuesto es la inconveniencia de la inversión en nuevos proyectos de petróleo y gas en general, a lo que se debe sumar la realidad de la baja competitividad de los prospectos del país (por ejemplo, los de gas en aguas ultra profundas del Caribe), en un escenario restrictivo que privilegiará el uso de hidrocarburos con menores costos de extracción y menor intensidad de carbono. En medio de la confusión es importante resaltar la claridad del llamado que desde la sociedad civil hace el “Consejo Permanente para la Transición Energética Justa” a mantener el rumbo de la transición ”buscando una gran transformación ecosocial que aleje a nuestro país, de manera gradual, de la dependencia de las energías fósiles”, tal como lo entendimos desde campaña.