¿Tiene derecho a réplica su director Alejandro Santos?
Esta apreciación no responde a ningún “mandado” ni mucho menos pretende subvalorar el trabajo valiente y riguroso del periodista Daniel Coronell, sino a la apreciación de un ciudadano que también se formó como periodista y que en muchos aspectos no está de acuerdo con la actitud de Coronell, en cuanto a su primer y segundo despido como columnista de la revista SEMANA, que ha dado para montar su tribuna de opinión www.losdanieles.com, a lo que se ha unido el columnista Daniel Samper Ospina –quien también renunció a SEMANA en solidaridad con Coronell- y más recientemente el inesperado anuncio de su padre y extraordinario columnista Daniel Samper Pizano –hermano del Expresidente Ernesto Samper- para convertirse entonces en el tercer espadachín de esta novedosa y atractiva apuesta por el periodismo de opinión.
El 26 de mayo del año pasado, Coronell publica en SEMANA su columna “La explicación pendiente”, en donde no tiene ningún inconveniente en cuestionar sin piedad ni misericordia la ética de esta revista, al revelar que ésta omitió publicar un caso de supuestos falsos positivos, sin importarle que esta denuncia la hace en el “mismísimo” espacio que le ha dado SEMANA durante 14 años para escribir sus columnas, aun cuando en esa misma columna Coronell reconoce que “SEMANA jamás me ha pedido matizar una opinión u omitir una publicación”, lo que en otras palabras significa que su inconformidad no es por omisión o censura a sus columnas, sino porque sencillamente no compartió una decisión del Consejo de Redacción, cuando en cualquier escuela de periodismo se enseña que un columnista no tiene ninguna incidencia en el contenido general del medio, aún más cuando una “columna” es independiente o si se quiere ajena a la línea editorial o ideológica del mismo.
En otras palabras, a Coronell nunca le importó hacer trizas la credibilidad de la revista SEMANA con su columna “La explicación pendiente”, con el ortodoxo argumento de que lo importante es la verdad, cuando la integridad personal y profesional también se mide por la prudencia, la lealtad y el respeto por aquellos con quienes a lo largo de la vida nos han depositado su confianza, mucho más cuando en esta columna también reconoce que Alejandro Santos –director de SEMANA- “siempre me ha brindado respeto y apoyo en estos años duros en los que mi familia y yo hemos sufrido persecuciones, amenazas y campañas de desprestigio”, porque no puede ser que un hijo incendia su propia casa –por ejemplo- y explica que lo hizo porque en determinado momento notó un error en sus padres.
Lo realmente ético es que Coronell se hubiese declarado impedido para publicar esa desafortunada columna en una de las páginas de SEMANA, dar un paso al costado y dejar que otros periodistas o medios se hubiesen encargado de investigar el tema -si es que en realidad SEMANA pecó por omisión- o incluso renunciar como columnista de la revista y simplemente afirmar que por diferencias con el medio lo mejor era tomar otro camino en su carrera profesional, lo que le hubiese permitido mantener intacta su reconocida objetividad sin necesidad de armar semejante vendetta contra SEMANA, que entre otras cosas le dio el espacio para posicionarse probablemente como el columnista más importantes del País.
El pasado 11 de abril, Coronell publica su primera columna en los www.danieles.com -“La historia no contada”-, en donde cuenta los motivos de su segundo despido de SEMANA -contando de entrada una reunión que jamás debió contar- cuando el propietario de SEMANA Gabriel Gilinski en Miami almorzó con Daniel Coronell y algunos directivos de la publicación, con el fin de “superar las diferencias” y acordar su regreso a SEMANA, que entre otros aspectos era una reunión totalmente confidencial, entre caballeros, entre amigos, entre compañeros, para resolver una desavenencia interna de la revista, que demandaba el sabio refrán que “lo que aquí se habla, aquí se queda”, por lo que no tiene ninguna presentación que se refiera a ésta de manera peyorativa, contando nuevamente sin piedad ni misericordia un cúmulo de infidencias que sin duda se debió guardar.
Coronell considera en la columna que “solo buscaban sofocar la controversia por mi salida, salvar unas cuantas suscripciones e ir marchitando la columna poco a poco y desde adentro”, a lo que le pregunto públicamente que si eso lo tenía tan claro, ¿por qué aceptó regresar a la revista y por qué solo hasta ahora lo viene a contar?
Y sin duda es soberbio que Coronell no considere un acto de nobleza el intento de reconciliación por parte de la revista y lo reduzca a que su “inmaculado” nombre le estaba haciendo un serio daño a SEMANA, como si esta publicación fuera hechura de Coronell, como si no tuviera trascendencia que fue fundada por Carlos Lleras Restrepo sesenta años antes de su ingreso a la publicación, ni que desde 1982 Felipe López Caballero la retomara para convertirse cada fin de semana en el nervio del País, cuando la opinión pública esperaba ansiosa el titular y el sumario de su portada sobre el acontecimiento más importante de la semana, para posteriormente sucumbir en su páginas interiores a la rigurosa investigación y espectacular análisis, que formó a muchos de nuestra generación con el cubrimiento de la Constituyente, el asesinato de Galán y el proceso 8000, lo que ahora ratifica con su última portada “Las carpetas secretas” –supuestas interceptaciones del Ejército a periodistas, extranjeros y políticos- en donde deja por el piso los duros cuestionamientos de Coronell a la seriedad y objetividad periodística de SEMANA.
Y sorprende aún más que Coronell señale en su columna que el acuerdo de esa reunión arrojó que “tendría total independencia para escribir mi columna -incluyendo la posibilidad de discrepar de la revista- y que los accionistas respetarían la autonomía editorial del director Alejandro Santos”, a lo que le pregunto si se le olvidó que en su columna “La explicación pendiente” reconoce que lo han dejado escribir con total independencia –como lo cité anteriormente- o es que acaso la inclusión de esa condición no era más que una forma de ratificar su ego con algo que desde que entró a la revista estaba claro y se le ha cumplido a cabalidad- aunque dicho sea de paso no deja de ser menos reprobable que los directivos de SEMANA aceptaran “la posibilidad de discrepar de la revista”, como si fuera válido que un columnista tenga el derecho de hacer trizas la credibilidad de esta revista -que se ha ganado con sudor y lágrimas, especialmente durante casi cuatro décadas de riguroso trabajo periodístico- siendo más grave cuando lo pretendía seguir haciendo desde el mismo espacio que le concede SEMANA para sus columnas.
¿En serio, Coronell? ¿cree realmente que usted era el componente esencial de SEMANA? Sin duda, fue al contrario. A nadie le cabe la menor duda de su gran trabajo como periodista –sin desconocer los respetables motivos que tengan los que disienten con usted- pero tampoco puede negar que tiene un alto posicionamiento como columnista en gran parte por la infraestructura de SEMANA, a un extraordinario producto que se ha cocinado durante varias décadas con los mejores ingredientes, en donde la diversidad de columnistas, el conjunto de reportajes, la diagramación y hasta las atractivas páginas publicitarias, ha terminado por convertir en aún más atractiva su columna, en donde el lector tenía como uno de los productos preferidos de ese gran menú a los escritos de Coronell, lo que no está ocurriendo en su página en blanco y negro www.losdanieles.com, en donde su columna naufraga en un formato francamente aburrido –en blanco y negro- con un contenido que no pasa de las columnas de los tres mosqueteros, poniendo en riesgo la viabilidad de un proyecto que de todos modos es totalmente válido para enriquecer y fortalecer el periodismo de opinión en Colombia.
En otras palabras, usted necesita de SEMANA, pero SEMANA no lo necesita a usted.
Y a la hora de la verdad, está cayendo en la misma ortodoxia y radicalismo de su gran contradictor Gustavo Petro, que sin duda lo tiene cuesta abajo en su carrera política.
Coletilla: Ante la supuesta persecución a que usted fue sometido recientemente en la revista SEMANA, le pido públicamente que le dé el derecho a réplica a su director Alejandro Santos en los losdanieles.com, que permita dar su propia versión sobre lo que pasó en el primer y segundo round Coronell - SEMANA, como también convocarlo para que sea un columnista de asiento en su publicación -que seguramente será un aliciente para que losdanieles.com tome realmente fuerza- siempre y cuando se le advierta a Santos que en sus publicaciones no pueden hacer trizas a los danieles.com, como efectivamente usted lo hizo con SEMANA en las dos mencionadas columnas.