En primer lugar, universalizar todo un género musical como "basura" corresponde a un ejercicio de esnobismo musical abiertamente desacertado. En todos los géneros musicales hay piezas buenas y piezas malas. Hay óperas hermosas y óperas mediocres; obras clásicas y barrocas excelentes y otras pésimas. Existen boleros bien hechos y otros mal compuestos; tangos memorables y tangos efímeros. Y por supuesto, reguetones buenos y malos.
Quien afirma la superioridad de un determinado género musical o la inferioridad de otro en términos generales lo hace movido por una suposición equivocada, y es que el valor de una obra no depende de ella misma, sino de la categoría en la que se adscribe y revela, por esa vía, la incapacidad crítica de discernir las piezas buenas y las malas que existen en cada una de ellas.
En ese orden, surge igualmente claro que en todos los géneros musicales hay piezas con letras consistentes, con sentido o significado, y otras que no lo tienen, o que narran situaciones o eventos deleznables. In a gadda da vida es un clásico que no dice nada. Delilah de Tom Jones, relata un feminicidio. Twist and Shout, pieza inmortal, carece de trascendencia en su contenido. Y ninguna de esas canciones tiene menos valor artístico por esas circunstancias. De igual modo, entonces, hay composiciones de reguetón con líricas cuestionables, pero existen otras inocuas.
Nuevamente, criticar todo un género musical y no piezas específicas simplemente denota la incapacidad crítica de evaluar cada composición por su propio mérito.
Y finalmente, calificar todo el reguetón de misógino es el más claro indicador de la incapacidad del autor de leer y entender reflexivamente: claro que algunas canciones promueven mensajes misóginos, pero muchas de ellas, por el contrario, resaltan la libertad sexual de la mujer o el ejercicio libre de su sexualidad, reconociendo, por ejemplo, su derecho a escoger sus parejas sexuales de manera autónoma, y por las razones que quieran, sin que ello conlleve calificativos que pretenden imponer el control masculino de la corporalidad femenina.
Mayores de Becky G narra la elección libre de una mujer que tiene preferencia sexual por los hombres mayores, sin que por ello se le califique de "trepadora"; en Solitaria de Alkilados y Dalmata es ella, y no él, quien decide cuándo y dónde. Ejemplos así hay por montones, como también los hay de la "música de otras épocas" a la que alude el autor de la nota que, en contrario, refuerzan estereotipos de género, como sucede, verbigracia, con Girls just wanna have fun de Cindy Lauper, que con razón ha sido retitulada como "Girls just wanna have fun (damental rights)".