El populismo crece en el mundo, porque es más efectivo explotando la ansiedad de la gente "sobre su futuro económico"; hipótesis en la que esencialmente coincide todo el espectro político mundial, advirtiendo que el impacto global de la crisis financiera ha causado crecientes desigualdades, marcadas por los nuevos clivajes* geográficos y el colapso de las expectativas de una buena parte de la población del planeta. Razonamiento que, sin embargo, no explica bien muchas de las cosas que han sucedido en los últimos años, tales como el choque comercial de China, la deslocalización de actividades productivas y el impacto de los cambios tecnológicos, que han promovido el comercio de servicios intensivos en conocimientos y la ley de la ventaja comparativa**.
Hipótesis en la que también existe un problema evidente, si se dirige la vista hacia los países emergentes, en donde la democracia parcial (o iliberal) en sus diferentes formas —nacionalistas, autoritarias, identitarias, populistas de izquierda o de derecha— es un fenómeno global que va desde Manila a Jaipur, pasando por Estambul, Johannesburgo o Brasilia. Países en los cuales no parecería que "todos" hayan sufrido "un colapso de las expectativas económicas", dado que las tasas de crecimiento y convergencia con respecto a los países avanzados han sido poco comunes. Turquía o Indonesia, por ejemplo, han crecido a una media del 6% anual en los últimos 20 años. Polonia —con un gobierno iliberal, nacionalista y xenófobo— ha sido el campeón del crecimiento en Europa, donde el PIB per cápita registra incrementos anuales de más del 4% en la última década.
Que con relación a la composición de los votantes, lo normal sería "que no eligieran" a dirigentes populistas, a los cuales solo les interesa propiciar el divisionismo, fomentar la ignorancia y capitalizar el miedo. Y cuyo principal problema es que sus disparatadas propuestas son tan dañinas, que a todos ponen en riesgo: magnates racistas de derecha como Trump en Estados Unidos, nacionalistas reconvertidos como Johnson en el Reino Unido, ultraconservadores como Bolsonaro en Brasil, o de extrema derecha como Alexander Van der Bellenen en Austria. No quedando tampoco muy en claro las razones del actual repliegue nacionalista y el auge de fuerzas extremistas de distinta índole.
Razones en las que también se encuentran los avances en la investigación en ciencias cognitivas, cuyo común denominador nos dice que los humanos somos menos racionales y más tribales de lo que pensamos. Demostrando el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman, que nuestro cerebro usa atajos para comprender el mundo que nos rodea, conduciéndonos a innumerables sesgos cognitivos. Tendencias grupales innatas que se activan de forma automática y que nos predisponen a favorecer a los nuestros y a rechazar al otro, siendo en realidad los humanos más racionalizadores que racionales. Ejercicio mental que se parece más a un procedimiento de recopilación de argumentos para justificarnos o protegernos, que a un proceso genuino de búsqueda de la verdad.
Clara tendencia a resguardarnos en nuestras identidades (raciales, religiosas, nacionales o partidistas), que se aviva en tiempos de crisis e incertidumbre, en la que los defensores de la democracia tienen que apelar a la razón, pero también repensar cuestiones esenciales para el ser humano como la dignidad, el reconocimiento y el sentido de pertenencia. Lo siguiente que cabría pensar es que si las causas del populismo son económicas, las soluciones tienen que ser inevitablemente económicas, reduciendo la desigualdad, implementando una fiscalidad adecuada y poniendo en marcha políticas educativas de formación inclusiva. Políticas de lugar efectivas, en las que parece que todos los líderes sensatos del mundo están (más o menos) de acuerdo: invertir en valor compartido, mejorando las condiciones sociales y reimaginando un sistema justo que apoye el libre mercado. Ya que no se puede construir una sociedad más verde, si se mantiene un modelo económico que durante años ha generado una creciente desigualdad, a través de unos recursos cada vez más limitados.
Causas que la Comisión Europea***, como estrategia de crecimiento, centra en los objetivos climáticos. Presionando a los gobiernos para que proporcionen soluciones rápidas y de corto plazo, de tal manera que impulsen un desarrollo económico sostenible. Dejando en claro que la pandemia no ha empañado los planes de descarbonización en Europa, por el contrario, los ha hecho aún más necesarios para la salud del planeta y antes de que estos alcancen niveles de no retorno. Medida que ya causaba controversia en países con gran dependencia del carbón (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), al considerar como catastrófico para sus economías el plan de reducción de emisiones del 40 al 55%. "Plan de recuperación para Europa" que contempla una movilización sin precedentes de 1.824.300 millones de euros, para relanzar la economía y apoyar la inversión en las transiciones ecológica y digital, mediante políticas macroeconómicas expansivas que ofrecerán el doble beneficio de una inversión necesaria para la transición y del mismo calibre para la recuperación.
Referencias.
Rebecca M. Henderson, economista estadounidense, profesora del Harvard Business School. Libros de Paul Collier "The future of Capitalism (2018)" o "The Third Pillar" (2019) de Raghuram Rajan. Artículo del Financial Times «El capitalismo necesita de un reinicio».
Notas al texto
(*) Clivaje (del inglés cleavage, escisión o fisura) en ciencia política y sociología es un concepto utilizado para el análisis de las tendencias de voto, que se refiere a la división de los votantes en bloques separados. Análisis que asume que los votantes optan votar por un partido o político determinado, en base a la solución o mejor opción que éste toma respecto a asuntos de interés general, eligiendo la que más se acerca a su propia postura.
(**) 1. Los servicios intensivos en conocimiento, son un elemento clave del cuarto sector de la economía que se han configurado como una ventaja competitiva de los países desarrollados. Conformados por el sector de las comunicaciones, de investigación y desarrollo, e informática, que se concentran principalmente en las zonas con gran peso industrial y en muchos casos ligados a los grandes capitales. Y que se nutren, como recurso productivo del capital humano, dada su capacidad de generar valor. Servicios en los que la alta tecnología hace parte integral del producto, ya que se manifiesta en su uso y capacidad para dar solución al problema identificado, mediante la permanente interacción con los integrantes de la cadena total de valor (proveedores y usuarios). Sin restricciones en términos de transferencia de conocimiento, sino enfocados en el permanente desarrollo del mismo.
2. El modelo de la ventaja comparativa fundamenta la teoría del comercio internacional y demuestra que los países tienden a especializarse en la producción y exportación de aquellos bienes que fabrican con un costo relativamente más bajo respecto al resto del mundo y en los que son comparativamente más eficientes que los demás. Tendiendo solo a importar bienes en los que son ineficaces y que por tanto producen con unos costos comparativamente más altos. Según teoría de David Ricardo(1772-1823), economista inglés , miembro de la corriente de pensamiento clásico económico y uno de los más influyentes junto a Adam Smith y Thomas Maltus.
(***) La Comisión Europea es el órgano ejecutivo, políticamente independiente, de la Unión Europea. Comisión que es la única instancia responsable de elaborar propuestas de nueva legislación y de aplicar las decisiones del Parlamento y el Consejo de la Unión Europea.