En la elección presidencial de 2018, a los dos candidatos triunfantes que participaron en las consultas interpartidistas simultáneamente con las elecciones legislativas, les sucedieron dos cosas, una buena y una mala. La buena fue que ambos, Duque y Petro, pasaron a la segunda vuelta pues entre las consultas y la primera vuelta cada uno sumó dos millones de votos, gracias a que se convirtieron en candidatos únicos de sus coaliciones y a la dinámica creada por las consultas. La mala fue que ninguno pudo lograr que quienes votaron por ellos, lo hicieran también en el mismo grado por sus candidatos al Congreso. Iván Duque como candidato del Centro Democrático sacó 4 millones de votos y su partido 2,5 millones; Gustavo Petro como candidato de la Lista de la Decencia sacó 2,8 millones y su grupo 0.5 millones.
Lo cual quiere decir que los votos de las elecciones legislativas a Senado y Cámara, muy atados a las maquinarias políticas regionales y a intereses departamentales, definen la gobernabilidad del futuro presidente de la República, pero no son tan endosables como se quisiera en una consulta interpartidista, que es el abrebocas de la elección presidencial, que más bien un producto del voto de opinión. Pero también, que quien no participa en las consultas corre el peligro de salir del juego.
Se ha dicho que si en 2018 Sergio Fajardo, que era el candidato del Partido Verde, hoy dividido, se hubiera aliado con el Partido Liberal o al menos con Humberto de la Calle, su candidato, el resultado final de la elección hubiese sido distinto, pues le quedó faltando muy poco para pasar a la segunda vuelta, lo cual quizás se hubiera logrado si esa consulta se hubiese realizado. Como la política da tantas vueltas hoy ambos personajes ha sido protagonistas en la creación de la Coalición Centro Esperanza.
Como es un asunto tan nuevo, lo mismo o todo lo contrario puede suceder en la elección del próximo 13 de marzo. La gran pregunta es si el novedoso fenómeno electoral que representa la candidatura del ingeniero Rodolfo Hernández, una especie de Don Quijote de la Mancha que ya anciano sale en su Rocinante a deshacer entuertos, y figura como segunda opción en las encuestas de intención de voto, sobrevivirá a la dinámica que generan las consultas. Y la otra pregunta es si la alianza entre Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, envueltos ahora en la bandera de la esperanza, tendrá éxito esta vez.
En realidad, el interés del debate presidencial reside en la lucha por el segundo lugar en la segunda vuelta, pues la Coalición del Pacto Histórico, cuyo candidato Gustavo Petro llena plazas y espacios de opinión, tiene asegurado el primer lugar, a no ser que sucediese algo extraordinario, como un nuevo candidato caído del cielo que seduzca a todos los votantes, aunque está aún lejos de ganar en primera vuelta. No parecería que candidaturas individuales, como la del propio Hernández y su cruzada contra los molinos de viento; o la de Óscar Iván Zuluaga, con la organizada pero impopular maquinaria del Centro Democrático, que lleva 20 años en el poder; o de la de Ingrid Betancur y su partido, que sólo existe en el papel, y anda por el 2 % de intención de voto, puedan sobrevivir al impulso electoral de las consultas, que reúnen poderosos grupos partidistas y de opinión.
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De nuevo a prueba, como en la elección de 2018, la teoría de si las organizaciones políticas regionales pueden endosar votos, primero para las consultas y luego para la primera vuelta
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Lo cual en la práctica dejaría en la recta final a dos contendores por el segundo lugar: la Coalición Centro Esperanza (la esperanza es lo último que se pierde) y la Coalición Equipo por Colombia (que le ha ido últimamente como a la Selección Colombia), en ese orden según las encuestas de intención de voto. En la primera prima el voto de opinión, y en la segunda las organizaciones políticas regionales. Es allí donde se pondrá de nuevo a prueba, como en la elección de 2018, la teoría de si las organizaciones políticas regionales pueden endosar votos, primero para las consultas y luego para la primera vuelta.
El asunto es de la mayor importancia porque hay partidos electoralmente poderosos que no tienen candidato. El Partido Liberal, podría sumarse al Pacto Histórico si ve inevitable su triunfo; Cambio Radical al Equipo por Colombia si le va bien en la consulta, y si ese es el caso, allí podría llegar también el Centro Democrático. Pero esos apoyos se darían sobre la base de que los votos de los partidos son endosables en la elección presidencial. Como la experiencia indica que eso puede no suceder en alto grado, y que la opinión pública, esperanzada o atemorizada, vota en las consultas por el que le da la gana, y en primera vuelta con el corazón (para luego votar con el bolsillo en la segunda vuelta), la expectativa de quién ganará el segundo puesto seguirá vigente hasta el mismo 29 de mayo, por la noche.