"Cuando esos indios se enojan, son cosa seria", me dijo Claudia mientras íbamos de camino a la oficina. Es una empleada pública que al igual que millares de personas en el mundo entero no pierde detalle de lo que está ocurriendo en Ecuador.
"Pero no todos son indios...", repliqué. "Igual, allá todos se unen y cuando es de protestar, lo hacen sin mediar temores".
Me quedé pensando en el asunto mientras encendía el computador esta mañana. Esas palabras fueron el acicate para escribir la nota que salió de un tirón, como pocas veces. Quienes escriben, bien sea como profesionales o como aficionados a dejar volar la imaginación y plasmar sus ideas con letras, saben a qué me refiero.
Claudia y quienes siguen el paso a paso de las protestas en el vecino país, tienen la razón. La capacidad organizativa y la claridad de las metas que persiguen, han sido un distintivo del pueblo ecuatoriano a través de la historia.
Movilizaciones nacionales que derrocan presidentes
No en vano siete presidentes terminaron derrocados por levantamientos sociales entre 1997 y el 2007. Tres de ellos fueron destituidos por manifestaciones civiles como las que hoy enfrenta Lenin Moreno.
En las épocas más recientes, se recuerdan casos icónicos como los de Abdalá Bucaram Ortiz, Jamil Mahuad Witt y Lucio Gutiérrez Borbúa, que merced a sus crasos equívocos, se quedaron en la calle.
Pero algo más: el común denominador de la inconformidad popular que los dejó en el asfalto y de paso, enfrentando procesos judiciales, giró alrededor de la corrupción, malversación de recursos, incumplimiento de promesas electorales, aceleración de la devaluación y aumento en los impuestos. El mismo cóctel que tiene hoy al presidente Lenin Moreno en una encrucijada sin salida.
La movilización indígena anunciada para hoy, que parte de veinte mil indígenas, estudiantes y sindicalistas, tornará aún más tenso el ambiente, de por sí encendido desmontes en subsidios, entre ellos el del valor de los combustibles.
El mandatario se ha defendido con el argumento de que hay una conspiración del expresidente Rafael Correa en contra de su gobierno y de quien dijo: “Los dejó mal acostumbrados con su paternalismo”.
Pasos de animal grande
La decisión de trasladar la casa de gobierno a Guayaquil, distante 460 kilómetros al sur de Quito, evidencia que la situación es crítica. Así lo anticipa el gobernante, quien además de las medidas de excepción, decidió poner tierra de por medio.
Si esa misma beligerancia y defensa de su dignidad asistiera a los colombianos, con presidentes que han sido acusados de corrupción, que han acudido históricamente a impuestos que trasladan la carga fiscal a todos los estratos, principalmente la clase media y media baja, y que incumplen sus promesas de campaña, sin duda el curso de la historia habría cambiado hace rato.
Y, por supuesto, no tendríamos a expresidentes haciéndose las víctimas al ser vinculados a procesos de investigación.
De los ecuatorianos nos separan no solamente muchos kilómetros de distancia sino también la decisión de hacer valer los derechos por encima de las polarizaciones de carácter político. ¿La razón? Hacer que los mandatarios cumplan lo pactado con un país no es cuestión de partidos sino de dignidad de la ciudadanía…