Tres grandes bloques se enfilan en la lucha por pasar a la segunda vuelta, después de que el 23 de marzo cualquiera de los precandidatos gane la consulta interna.
En el Pacto Histórico, con el favoritismo absoluto que ha mostrado en las encuestas, Gustavo Petro está asegurado, pues los otros precandidatos no amenazan su jefatura, aunque algunos se han visibilizado positivamente, como la caucana Francia Márquez, de Soy Porque Somos.
El posible ingreso de Luis Pérez, cuestionado exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, generó críticas de dirigentes como Iván Cepeda y simpatizantes como Margarita Rosa de Francisco, señalando su cercanía con el uribismo y activa participación en la operación Orión, siendo alcalde en 2002 y promoviendo acción conjunta entre el Ejército y paramilitares para retomar la Comuna 13, con un saldo de 17 asesinados por la fuerza pública, 71 por los paramilitares y 91 desaparecidos. Gustavo Petro defiende la integración de Pérez al PH argumentando que del Partido Liberal también caben, y con sentido pragmático, tasando los votos que puede aportarle en un departamento donde no ha tenido mayor aceptación.
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Aprendiendo de errores cometidos hace cuatro años que impidieron la unidad, con la conversión en Coalición Centro Esperanza, este sector, que ya había sido reforzado por el ingreso del Nuevo Liberalismo, se sacude de la modorra y potencia, con la precandidatura de Alejandro Gaviria y con la coordinación de Íngrid Betancur. Como precandidatos están: Juan Manuel Galán, del Nuevo Liberalismo; Jorge Robledo, del Partido Dignidad; Fajardo, por su movimiento; Carlos Amaya, de una tendencia del Partido Verde; Juan Fernando Cristo, de un sector del Partido Liberal; y el recién llegado Alejandro Gaviria.
El martes 30 de noviembre, en rueda de prensa, Sergio Fajardo denunció persecución política orquestada por César Gaviria, Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe, que respaldaron la elección del contralor Carlos Felipe Córdoba y de los titulares de otros a organismos de control, conocidos como las “ias”, buscando sacarlo de la contienda electoral con investigaciones prefabricadas (oportunistamente publicitadas para desacreditarlo) relacionadas con su supuesta responsabilidad en irregularidades cometidas en la construcción de Hidroituango.
El exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia se salió de la ropa y de la tibieza que le han criticado, en una actitud que políticamente puede significarle apoyos a su candidatura alicaída en las encuestas, con un porcentaje cercano al del recién llegado Alejandro Gaviria, quien por la novedad y su trayectoria luce como el favorito para suceder a Fajardo, en caso de que este no supere los tropiezos que enfrenta.
Al acogerse a la jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, el fallo en segunda instancia de la Contraloría contra Fajardo quedaría congelado y podría continuar con su precandidatura, siguiendo el ejemplo de Petro, a quien hace cuatro años intentaron marginarlo mediante sanción impuesta por la Procuraduría que lo inhabilitaba para participar en política mientras no cancelara multas multimillonarias fijadas por la Contraloría, por supuestamente haber creado, sin todos los requisitos legales, una empresa distrital encargada de la recolección y tratamiento de basuras.
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En el camino de definir candidaturas presidenciales tres grandes partidos: el Liberal, el Centro Democrático y el Verde sufrieron golpes duros golpes en su cohesión.
El otrora “glorioso” Partido Liberal, con la jefatura eternizada de César Gaviria, aceleró su proceso de disolución que meses antes había empezado con la salida de importantes dirigentes como los negociadores del proceso de paz Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y el senador Juan Manuel Galán, quienes se integraron a la Coalición Centro Esperanza; más el senador caucano Luis Fernando Velasco Chávez, que sumó su precandidatura presidencial al Pacto Histórico, y como también intenta hacerlo en el la misma alianza, el exgobernador de Antioquia Luis Pérez.
Cesar Gaviria prácticamente se convirtió en el enterrador del PL, al fracasar en el objetivo de reclutar como candidato oficial al exministro de Salud y exrector de la Universidad de los Andes, Alejando Gaviria. El expresidente, en cuyo gobierno se realizó la Asamblea Nacional Constituyente que derivó en la Constitución de 1991, luce debilitado por las críticas a su manejo personalista del PL, buscando favorecer sus negocios y los de sus socios y formar una dinastía presidencial promocionando a su delfín Simón, y por su vinculación a los Pandora Papers, investigación periodística que reveló cuentas ocultas en el exterior de importantes personajes de la política, el deporte y la farándula, y en el caso de César Gaviria, para manejar rentables negocios en gaseoductos e inversiones que evaden o minimizan impuestos en el país...
El Partido Verde también resultó damnificado al resquebrajarse su unidad alrededor de una precandidatura presidencial y para conformar listas al Congreso después de armarse un despelote frente el resultado ambiguo de las tres encuestas contratadas para definir su posición frente a las próximas elecciones.
Las agudas pugnas entre partidarios de la Coalición de la Esperanza y de Sergio Fajardo, encabezados por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, su esposa Angélica Lozano, Juanita Goebertus, Carlos Amaya y Antonio Navarro, entre otros, con los inclinados a sumarse al Pacto Histórico, liderados por Camilo Romero y representantes a la Cámara como León María Muñoz, llevaron a que les dieran libertad para sumarse al bloque de su predilección, sin definir candidato de unidad, aunque Carlos Amaya se inscribió como precandidato presidencial en la Coalición Centro Esperanza y Camilo Romero en el Pacto Histórico.
La mayoría de congresistas del Partido Verde que se sumaron al PH, criticaron a Angélica Lozano por anteponer sus intereses familiares a los del partido, al debilitar nuevos liderazgos que le compitan a su pareja Claudia López, en las elecciones presidenciales de 2026, después de que se le venza en periodo en la alcaldía de Bogotá...
El alicaído partido de gobierno quedó más resquebrajado con la controvertida selección de Óscar Iván Zuluaga como su candidato, después del mecanismo previo de conversatorios con los precandidatos en las principales ciudades del país y encuestas, que al final quedaron en el misterio y sembraron dudas sobre la real participación de militantes y simpatizantes del Centro Democrático seleccionados para participar en ellas, y especialmente entre los seguidores del ala ultraderechista, representada por María Fernanda Cabal, esposa de José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán.
Observadores de la política coinciden en señalar que en un partido creado y manejado por un caudillo, en últimas pesó la voluntad de Álvaro Uribe, que ante la caída de su popularidad y del gobierno del presidente Duque, decidió apoyar a Zuluaga, mucho más moderado que la Cabal, pensando en integrarse al Equipo por Colombia, conformado por varios exalcaldes y exgobernadores, y en el que su gallo tapado es el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez.
Oliéndose la quemada al no ir en la lista para Senado como vagones de cola de la locomotora Uribe, senadores como Ernesto Macías, Paloma Valencia y María del Rosario Guerra, esposa de Jens Mesa Dishington, presidente de Fedepalma, anunciaron que no aspiran a la reelección.
