“Mi papá era un gran pianista, era el director del conservatorio de la Universidad de Nariño y mi madre tenía como hobby la pintura”, dice el pintor y músico nariñense Pedro Vicente Rojas, artista nacido en la ciudad de Pasto con amplia trayectoria en la creación pictórica y de la composición musical en el sur del país.
“Uno tiene que estudiar la técnica y la técnica está en los ritmos clásicos”, explica el maestro Rojas en relación con su faceta de músico. “Mi profesor de piano fue Noro Bastidas; él comenzó a escuchar las cosas que hacía en los ritmos populares y me dejó que siguiera con eso”, agrega al describir su evolución hacia los ritmos tropicales.
Con su piano hizo parte de agrupaciones como Unidad seis y aprendió a vivir de lo que le gusta, desde pequeño entendió el sentido de la libertad, cuando sus padres dijeron que debía estudiar para ser abogado, él se negó y siguió el camino de las artes alcanzando logros que hoy le brindan un amplio reconocimiento entre la mayoría de sus coterráneos.
La otra pasión de su vida es la pintura de acuarelas. “La pintura me encanta, yo entraba al tallercito donde mi mamá pintaba y, no me llamaba la atención los cuadros que ella hacía, sino el aroma del taller, me parecía encantador”, expresa con una desenvoltura verbal que refleja el dominio de los temas que refiere.
Dice que estudió con los maestros Rafael Aux y Oscar Pedraza y un colectivo de profesores de excelentes calidades académicas. “Me gustó el paisaje, mi experiencia con los alumnos de la universidad se orienta a que ellos pinten lo que verdaderamente sienten, que no sea una situación fotográfica, sino que exploren el paisaje”.
Madruga mucho a pintar, “el madrugar es lo más bello que hay, es una experiencia única, antes de las cuatro estoy sentado frente al papel en blanco para dialogar con él y producir mis pinturas”.
Rojas es un artista que desea captar el valor profundo de la naturaleza para lo cual pinta lotos bajo cielos turbulentos, amapolas que producen melancolía en medio de trigales de oro y puentes imaginarios bajo ramajes que parecen convocar el movimiento de una llamarada. No duda al afirmar que cada pincelada es única y que hay que pintar con calma para obtener los mejores resultados.
Y es que Nariño es una tierra especial, a veces desconocida por el resto del país, musical por excelencia, no pocas veces ignorada, pero profundamente poética y con un relieve de vértigo que inspira imágenes y versos de enorme impacto en el imaginario popular.
En este panorama, el maestro Rojas se convierte en un pincel y una voz que sintetiza las mejores cualidades del nariñense que encuentra en las artes la manera de realización personal más adecuada con una repercusión indudable en el panorama cultural del país y la región.
Para el maestro Pedro Vicente Rojas, ciudadano de labor callada, solo queda manifestarle las más sinceras palabras de admiración y gratitud por su enorme aporte a la música y la pintura del departamento de Nariño.