En los últimos días, redes sociales como X, antes Twitter, han estado encendidas con la discusión abierta por la joven activista de derecha Jerome, pues en su columna de opinión y en unos vídeos que circulan en sus cuentas ha venido insistiendo que en las escuelas de Colombia se debería leer más a Hayek que a Marx. Su crítica se centra especialmente en que los colegios están plagadas de docentes marxistas que adoctrinan a la juventud colombiana con textos de Marx y no permiten ver otras formas de pensamiento económico como lo sería Hayek o Friedman.
Yo, que soy docente y enseño a Marx, he querido reflexionar sobre la cuestión. Y claro, es un deber pedagógico reflexionar sobre los aprendizajes que uno promueve en el aula, de modo que la polémica me sirve para tratar de problematizar las razones por las que el filósofo de Treveris es actualmente objeto de discusión. Así, entablamos un diálogo con Jerome que nos permita superar dialécticamente la contradicción que ella parece ver que anida en nuestro sistema educativo.
Para empezar, ¿es cierto que en los colegios de Colombia se lee a Marx? Sí, aunque no mucho. De hecho, se lo estudia poco y de manual. Revisando los Derechos Básicos de Aprendizaje de las ciencias sociales ni se le nombra, mientras que en los Estándares Básicos de Competencias se recomienda el estudio de los postulados marxistas en el contexto de la Guerra Fría en los grados décimo y undécimo, de modo que en el área de las ciencias sociales es realmente poca la relevancia que tiene en los planes de estudio. Por otra parte, en las Orientaciones Pedagógicas para la Enseñanza de la Filosofía en la Educación Media el estudio de Marx se sugiere inscribirse especialmente en el desarrollo de competencias críticas y dialógicas. Y todo esto en las asignaturas que, en teoría, estarían habilitadas para trabajar los textos de Marx en clase, porque difícilmente va a encontrar una política educativa que incite a leerlo en Ciencias Naturales o Matemáticas.
Pero, pese a que se lo lee poco, sí se lo estudia. En filosofía, que es mi caso, suelo inscribir a Marx dentro de los llamados "Maestros de la Sospecha" junto con Nietzsche y Freud para inscribirlo dentro de la tradición de pensamiento crítico del siglo XIX. De todas maneras, no podemos soslayar la importancia de Marx, para mal o para bien, en la historia del pensamiento. ¿Cómo podría quedarse por fuera de los planes de estudio de filosofía un pensador que sintetizó en su obra la ética semita, el idealismo alemán, la economía política inglesa y el socialismo francés? Y pese a esto, no he sabido aún de ningún estudiante mío que haya caído en la filas de la JUCO o que se reconozca como marxista-leninista. Pero entonces, ¿Qué es lo que tanto le molesta a Jerome respecto a la enseñanza de Marx?
Jerome insiste en dos cuestiones: la primera, que Marx está equivocado en su teoría del valor-trabajo. Segundo, que su enseñanza es un adoctrinamiento porque solamente se muestra la visión marxista de la historia. Independientemente de si la teoría del valor-trabajo es cierto o no, esto no debería ser razón para censurarlo de los libros de historia. De hecho, la historia del pensamiento está llena de errores y no por eso ve uno una cruzada contra la naturalización de la esclavitud en Aristóteles, la reducción mecanicista de Descartes o la defensa que Hayek hizo de Pinochet. Al contrario, se entiende a los autores en sus contextos y se debate la pertinencia de sus ideas en la actualidad. Por lo tanto, es claro que la impugnación a Marx tiene su origen más en un debate político e ideológico que pedagógico.
En ese orden de ideas, la acusación del adoctrinamiento marxista en la educación pública no deja de ser una de esas proyecciones fantasmales que la derecha ha azuzado siempre (no olvidemos que este discurso del adoctrinamiento de Fecode ha sido recurrente por parte de senadoras como María Fernanda Cabal o Paloma Valencia para promover la privatización de la educación pública y la instauración de un sistema de bonos escolares) por lo que este no sería otro capítulo más en la aversión de la derecha por la libertad de cátedra y la enseñanza pública.
Así las cosas, entendiendo el motor de las críticas a la enseñanza de Marx en la educación pública, me queda por preguntar ¿Cuál es el temor que subyace en posiciones como las de Jerome? ¿Será que la derecha no está preparada para dar las discusiones sobre la irracionalidad del sistema capitalista y sus síntomas de desigualdad social, problemas de salud mental y crisis ecológica? ¿No quiere que los jóvenes tengan herramientas teóricas para criticar la dictadura global de los ricos que se impone hoy en el mundo? ¿Estar ideológicamente posicionada en el lugar opuesto a la izquierda, impide el estudio e incluso el goce de la lectura de los textos de Marx? En últimas, no creo que sea una discusión baladí, ni Jerome una tonta (como retweeteó el presidente Petro), porque abre el espectro de una franca discusión sobre la disputa por los aprendizajes en la escuela. Por eso, como gesto, incluiré este año a Hayek dentro de mi plan de estudios para que mis estudiantes puedan acceder a otra perspectiva, menos rica, de entender el mundo.
En últimas, se puede estar de acuerdo o no con Marx, así como se puede estar de acuerdo o no con Hayek. Pero lo cierto, es que la lectura de Marx es necesaria y pertinente. No para formar comunistas, pero sí para tener una ciudadanía más crítica y consciente. En últimas, ese debe ser uno de los valores de la escuela: la promoción de la franca lucha de ideas. Y si bien sería intelectualmente deshonesto y epistemológicamente incorrecto equiparar a Marx, un clásico de la filosofía, la sociología y la economía política, con Hayek, un economista ideólogo y desarrollador del liberalismo, pienso que en los colegios deberían enseñarse ambos y nunca propender por la censura del pensamiento. Eso es democracia.
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