A las 6 de la mañana del miércoles 21 de agosto los encontró un campesino al lado de la quebrada Llanogrande. Estaban tendidos en el suelo, sangrantes, deformados por la muerte. Habían alcanzado a hacer una cocina improvisada para hacer la cena. Ellos estaban al lado de las carpas. Los campesinos que habitan la zona estaban aterrados, nunca habían visto una escena tan horrorosa. Un día después ya se conocen detalles del terror que vivieron. A las dos de la mañana, mientras dormían, los asesinos sacaron de sus carpas a Laura Vanessa Ramírez León, estudiante de licenciatura de la Universidad de Caldas. Tenía 22 años y mucho talento. Pensaba viajar a Bogotá para competir en un campeonato de Ultimate y en el 2014 había sido distinguida como una de las cuatro mejores crónicas en un concurso departamental
Los asesinos también despertaron a Didier Vargas, propietario de un club llamado Joy,
Su hermano Óscar Zuluaga también fue arrodillado mientras era amenazado con una escopeta y un machete.
Otra de las víctimas fue Eliecer Bravo, mejor conocido como Bola Ocho, el hombre que contaba chistes y que trabajaba de portero en el bar Joy.
Y la joven de 20 años Juliana Trejos, de quien no se conoce aún mayores datos.
Una vez los tuvieron arrodillados dispararon sobre ellos. La única que no recibió disparos fue Laura Vanessa, a quien la destrozaron con siete machetazos. El único hombre que se salvó, le pegaron un tiro en la cabeza, se hizo el muerto y alcanzó a llegar a un centro asistencial en donde aún se recupera. Las autoridades no revelan su nombre por temor a represalias. Es el testigo estrella de una de las peores masacres que recuerde Manizales.