En Colombia se ha vuelto una moda que por cada falta o delito que los delincuentes tengan que responder ante las autoridades, estos se evaporen, pidan asilo y sean personajes inocentes de la noche a la mañana.
En días pasados, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia le imputó a Andrés Felipe Arias dos delitos por las irregularidades presentadas en el programa Agro Ingreso Seguro, que estaban bajo su dirección y pleno conocimiento. El primer delito que tendrá que pagar el ex ministro, es peculado por apropiación a favor de terceros; el segundo, es celebración de contratos sin los requisitos legales. Pero, casi al tiempo de la imputación de cargos, el ex funcionario ya había salido del país.
Al parecer, el escurridizo ex ministro de agricultura se fue a tomar unas largas, muy largas vacaciones y, se espera, que no sean indefinidas. Pero si no vuelve ¿Ahora quién le responderá a la justicia y al país? Y no es exagerado hacer este planteamiento cuando algunos funcionarios del Gobierno Uribe son prófugos; tampoco hace falta ser tan inteligente, cuando muy seguramente Arias va a ser otro de los ex funcionarios de ese gobierno que se han caracterizado por eludir la justicia. ¿Acaso qué podemos esperar de semejante nido de corrupción alimentado en ese gobierno?
La rama judicial existe precisamente para que se le garantice al victimario y delincuente cierto grado de garantías, para que se haga justicia, para que se dicten las medidas e imputaciones en proporción a las faltas o delitos cometidos. La justicia no se puede desfigurar en un ex presidente que se la pasa diciendo que porque “Son personas intachables”, “Buenos muchachos” y, de paso, nos venga a vender el cuentico que son honestos, tengamos que creerle para que las cosas se solucionen de la manera más rampante.
No es posible que un señor, como Arias, con un prontuario que ha herido de manera profunda el erario público en la cartera del Ministerio de Agricultura, y quien tiene en curso un proceso penal en su contra se haya volado del país, eludiendo una agenda importante ante las autoridades judiciales. Imaginen si eso le ocurre a un cristiano del común ¿Creen ustedes que tendría la oportunidad, al menos, de ir a visitar a sus hijos o tener casa por cárcel? No lo creo. Para esos de cuello blanco las palabras: igualdad y equidad, se manejan de manera deliberada. Los privilegios son selectivos y sólo los tiene un estrato cinco.
No me lo explico. Si es así, me atrevería a decir que las instituciones de este país ejercen funciones para “dummies” ¿Por qué una persona que tiene casa por cárcel, cuando tiene un proceso en curso, sale del país como si nada? ¿Qué ha hecho la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General de la Nación, cuando saben que es una persona en condición de reo ausente? ¿Por qué la Corte no dio orden de detención preventiva cuando es alguien que todavía tiene que responder ante la Justicia? ¿Acaso las leyes y nosotros, el país, estamos pintados en la pared?
Además, en noticia publicada por “El Tiempo”, uno de sus abogados, Jorge Aníbal Gómez Gallego, ha dicho que no tiene información del ex ministro, y tiene dudas sobre si Arias asistirá a la diligencia judicial que tiene programada en los próximos días, en la que se dará el número años de su condena.
¿Qué pasará con Andrés Felipe Arias?
Ojalá todo no termine como lo estoy diciendo y que Andrés Felipe Arias regrese al país sin que la Fiscalía General de la Nación se vea motivada a poner una circular roja de Interpol. Roguemos para que el “uribito Arias” no le dé motivos a ese ente, y no tenga la desdicha de que su prontuario se siga incrementando. Invito al delincuente y ex ministro, para que le dé la cara a sus problemas, y responda por las consecuencias de su gestión. Y no está de más, hacer extensiva la invitación a las personas, que tienen información de su paradero, por favor recuérdenle que tiene un compromiso sin resolver.
