Las preocupaciones alrededor de los efectos que se puedan derivar de los proyectos de vivienda entre la ciénaga de Mallorquín y el corredor universitario de Barranquilla, geográficamente en jurisdicción de Puerto Colombia, han venido levantando ampollas.
Se trata del megaproyecto llamado Ciudad Mallorquín, en el cual están importantes constructoras del país como Amarilo, Constructora Bolívar, Conaco, Marval, Constructora Colpatria, entre otras. Se estima en sesenta mil personas las que ocuparían las moles de cemento con vistas a la ciénaga de Mallorquín, al mar Caribe y al río Magdalena.
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Horacio Brieva, columnista de El Heraldo, puso el dedo en la llaga con una columna de fines del año pasado que tituló “El ecocidio de Ciudad Mallorquín”, en la cual estampó: “Es un proyecto de unos 11 mil apartamentos que ocupará 53 hectáreas del enorme bosque seco tropical en la frontera entre Barranquilla y Puerto Colombia, muy cerca de la Universidad del Norte”. Y agregó: “Si las alcaldías de Barranquilla y Puerto Colombia se hubiesen puesto de acuerdo para hacer un gran parque en la verde zona boscosa de Argos, que ha sido talada para construir edificios, produciendo un ecocidio, habrían tenido que comprarle a esta empresa para realizar algo similar al parque Simón Bolívar de Bogotá o los Bosques de Palermo en Buenos Aires”.
Otro columnista de El Heraldo, Nicolás Renowitzky, acaba de mostrar su preocupación en la columna Urbanismo: el que genera el problema debe resolverlo, al rematar sobre el mismo tema lo siguiente: “Argos está cometiendo el mayor arboricidio que yo haya presenciado en toda mi vida”. No es posible restar importancia a este par de comentarios demoledores, y las preocupaciones se ahondan con lo señalado por el arquitecto de Puerto Colombia, Alberto Forero: esto “lo denuncié ante la Secretaría del Medio Ambiente del municipio de Puerto Colombia, pero no lo tuvieron en cuenta. El desastre ambiental (flora y fauna) que ocasionaron en los lotes de la urbanización Ciudad Mallorquín, es de dimensiones catastróficas”.
Históricamente, la empresa Argos, del Grupo Empresarial Antioqueño, ha ostentado el dominio de centenares de hectáreas de tierra en la zona norte de Barranquilla, aledaña a la ciénaga de Mallorquín, que colinda con el río Magdalena en su tramo final y el mar Caribe. Estos terrenos hacen parte de la estructura ecológica principal del distrito de Barranquilla en su POT y como zona deltaica del principal río de Colombia tiene relación directa con el Convenio Internacional de Humedales Ramsar, que obliga a proteger la ciénaga y sus alrededores de bosques de manglares, bosque seco tropical, flora y fauna. ¿Quién podría negar que, con estas características, estos terrenos se debieran haber convertido en un gran parque natural en esta época de cambio climático y con un proyecto aledaño en construcción como el Ecoparque de Mallorquín?
Otra inquietud es ¿hacia dónde van a llevar las aguas servidas de sesenta mil personas, sino es atravesando el corregimiento La Playa con un alcantarillado colapsado para veinte mil personas y a contaminar más las aguas de la ciénaga de Mallorquín? Pero la sed de ganancias a toda costa, así traigan graves consecuencias como arboricidios, ecocidios o catástrofes, primó por encima del bien común. No se debería permitir que continúen más daños a ojos vistos de la ciudadanía. ¿Qué dicen los organismos de control?