Aceptamos como verdad definiciones, conceptos y fórmulas para vivir. Contribuimos al “crecimiento” de la vida de los demás a partir de estas preconcepciones y, generalizamos, segmentamos y encasillamos nuestro verdadero ser en un mundo de paradigmas, que en muchos casos son poco funcionales y restringen el verdadero propósito del espíritu. Permitimos ceñirnos a los cuadros, círculos y cualquier figura en la que nos podamos ajustar, dándole el triunfo a nuestra necesidad primaria tribal de encajar para sobrevivir, cuando podríamos en vez de ello promover y dibujar una nueva figura infinita y optimista de expansión para liberarnos y liberar así las siguientes generaciones, triunfando por encima de todo tú verdadero ser, disfrutando de la diversidad y el potencial creador y creativo de la misma, diseñando una verdadera unión de poder con otros, identificando al otro en su individualidad sin imponer la lógica imaginada de la creencia que segmenta y encasilla.
En nombre de las creencias políticas, religiosas y culturales se han concebido los actos barbáricos más representativos de la historia, basta señalar algunos pocos como la guerra “política” en mi país hacia mitad del siglo pasado, donde se dividió un país por ideologías partidistas donde lo único que percibimos fueron pérdidas de fe en la evolución y el cambio y un número desencadenante de otras guerras que hasta la fecha mi país percibe desde cada rincón del corazón de sus habitantes. Otra guerra, motivada por lógicas imaginadas y figurines, la segunda guerra mundial, liderada por una idea de falso patriotismo, que para ellos era cierto en su momento, donde devastó todo un continente y a una cultura entera. Si nos vamos más atrás en la historia, veremos las colonizaciones, las cruzadas cristianas, la guerra de los 100 años, entre otras, todas con un común denominador: creer como verdad aquellas definiciones heredadas de la lógica imaginada. La oportunidad de revisar la historia desde esta perspectiva de la humanidad, nos alienta a tomar una posición de observador frente a nuestras creencias y el impacto que las mismas generan en nuestras vidas y en las vidas de las próximas generaciones.
Ahora, si hacemos un viaje a nuestro interior, ¿cuántas guerras hemos iniciado en nombre de nuestras propias creencias?, ¿cuántas guerras hemos mantenido por la misma lógica imaginada?, ¿cuándo nuestro verdadero ser ha actuado y qué sensaciones hemos experimentado?, ¿qué tan despegados están tus zapatos para que uses tus alas?
¡Sé atrevido, sé ilógico, vuela!