¿Cómo se atreve, santo padre, a venir a Colombia? Esos miles de millones que cuesta su visita se hubiesen podido invertir, gracias a los muy transparentes, rigurosísimos y honestos mecanismos anticorrupción de Colombia, en obras sociales. De la misma manera en que se gastaron los millones de dólares que nos ahorramos al rechazar el mundial de fútbol de 1986 y que se utilizaron de manera muy eficiente para construir escuelas, hospitales y colegios que han mejorado la calidad de vida de todos los ciudadanos en todos estos años.
¿Cómo se atreve, santo padre, a hablar a favor de los pobres? Esas son ideas comunistas, ideas de un viejo socialista y aquí no nos gustan. En Colombia solo la gente bien, la gente divina, tiene derecho a una vida digna, a la educación, a la salud y a suplir las necesidades básicas. Ni más faltaba que la pobretería pudiera aspirar a mejorar sus condiciones de vida, si nacieron pobres pues que se mueran así y el que piense lo contrario es un maldito rojo.
¿Cómo se atreve, santo padre, a hablar a favor de las mujeres? Si en Colombia las respetamos, las tratamos de la mejor forma y rara vez se ve un caso de violencia contra una colombiana y menos aún un asesinato. Eso no pasa en este país, y se equivoca si piensa lo contrario.
¿Cómo se atreve, santo padre, a hacer presencia en Colombia? Usted que es el máximo representante de una iglesia en donde todos los curas son potenciales depredadores sexuales de menores de edad (si, todos, a los colombianos nos gusta generalizar). En nuestro país, los niños son lo más sagrado y pocos, poquísimos han sido víctimas de violencia física o sexual en los últimos años. Y si ha sucedido, es cosa de algunos degenerados que están purgando altísimas penas y no tienen posibilidades de salir jamás de la cárcel.
¿Cómo se atreve, santo padre, a hablar a favor de la paz y la reconciliación? Seguramente usted es un "mamerto, castrochavista, enmermelado fariano", que no se da cuenta que estábamos mucho mejor cuando morían miles de compatriotas y miles más quedaban mutilados por cuenta de los enfrentamientos armados. Que el sonido de las balas y las bombas ocultaba el sonido de la corrupción y por eso muchos quieren que vuelva la guerra.
¿Cómo se atreve, santo padre, a hablar de la forma coloquial y fresca en que lo hace? A los colombianos, en especial a los más jóvenes, no nos gusta eso. Nos gusta la pompa, el boato y los discursos rígidos que no dicen nada y usan palabras rimbombantes para hacernos sentir más cultos.
No vuelva a Colombia, santo padre, no necesitamos aquí sus ideas, este país es un bastión de la moral y la ética y todo está muy bien.